• 11/06/2020 00:00

Combatiendo la xenofobia en tiempos de COVID-19

“Incluir migrantes en la respuesta es deber de todos, y también una forma de protegernos”

La estigmatización de determinados grupos de población durante situaciones de crisis no es un fenómeno nuevo y son frecuentes los casos en que grupos poblacionales, como los migrantes, han sido el chivo expiatorio de las poblaciones en situación de riesgo. La COVID-19 no es la excepción, pues la estigmatización se ha manifestado de varias formas, como con agresiones verbales o físicas y exclusión social.

Todos los Estados tienen la obligación de proteger los derechos de todas las personas en su territorio sin discriminación, incluso en situaciones humanitarias. Es importante recordar que las personas migrantes, incluyendo a quienes son retornadas desde el exterior de manera forzosa, cuentan en muchos casos con buena salud y nunca deben ser estigmatizadas ni asociadas con el riesgo de importar enfermedades solo por ser migrantes, incluso si su migración se dio en condiciones irregulares. Sin embargo, los prejuicios pueden hacer que el estatus migratorio y las condiciones de vivienda de una persona migrante sean erróneamente interpretados como factores que limiten sus derechos, incluyendo el derecho a la asistencia sanitaria sin discriminación durante la pandemia.

Ciertos elementos que rodean el proceso de migración pueden representar riesgos para la salud de las personas migrantes, como las barreras para acceder a los servicios de salud, las malas condiciones de vida y de trabajo, y la explotación. Desde una perspectiva de salud pública, el riesgo de exclusión y el uso de narraciones estigmatizantes tienen un efecto contraproducente, pues pueden hacer que las personas migrantes escondan sus síntomas en lugar de buscar tratamiento, lo que pone a todo el mundo en riesgo de enfermarse.

Es importante que los Gobiernos adopten un enfoque inclusivo para garantizar que todas las personas migrantes, independientemente de su estatus migratorio, sean incluidas en la planificación, respuesta y mensajes de salud pública. Esto comprende el uso de un lenguaje adecuado, recomendaciones culturalmente apropiadas, y garantizar que todas las personas migrantes puedan acceder a los servicios de salud sin temor a estigma, arresto o deportación, entre otras cosas.

¿Y la discriminación en fronteras? Se entiende que, con el fin de proteger a sus nacionales, los Gobiernos han establecido restricciones de viaje que involucran a migrantes y desplazados internos. Sin embargo, es necesario hacer un seguimiento cercano y responsable para que la aplicación de estas medidas no esté basada en miedos o preconceptos relacionados con el coronavirus. Evitar este tipo de consideraciones, así como incentivar el rechazo de grupos poblaciones en general, pero en particular durante el contexto de una pandemia, constituye una violación a los derechos humanos y una innecesaria y evitable exposición de toda la población.

En esa línea, desde la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) reconocemos el trabajo del Gobierno de Panamá que ha mantenido un discurso y acciones inclusivas para las personas migrantes, sin distinción de su estatus migratorio. Desde aspectos legales, hasta salvaguardar los derechos de quienes se encuentran actualmente en las estaciones de recepción de migrantes en frontera, y la incorporación de la entrega bonos solidarios e implementos para la prevención de la COVID-19, se ha realizado un trabajo constante, tomando en cuenta los flujos migratorios. Asimismo, durante la contingencia, la OIM ha brindado asesoría y acompañamiento al Gobierno panameño, donde hemos sido invitados a participar en reuniones de alto nivel en categoría de “garantes”.

Pero no todas las respuestas son responsabilidad de los Estados y la cooperación internacional. La estigmatización de personas migrantes ha sido exacerbada por la desinformación y noticias falsas en los medios, especialmente redes sociales y por la politización del problema.

Sin embargo, estos mismos medios también han servido para contrarrestar la discriminación, para dar muestras de solidaridad a los más vulnerables durante la crisis, y para destacar los variados aportes de la población migrante en los mercados laborales de los países de origen, tránsito y destino, el crecimiento económico y las finanzas públicas, entre otros.

Todas las personas podemos tomar el papel de identificar y desafiar la información errónea en línea, mientras compartimos información de fuentes confiables para reducir el pánico, la xenofobia y la propagación de información incorrecta. Así todos aportamos a la solución asegurando “que nadie se quede atrás”.

Director regional de la OIM para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe.
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