• 15/04/2013 02:00

Para que reflexionen los cómplices

Ú ltimamente he pasado definiendo palabras y conceptos. Cómplice, según la Real Academia Española de la Lengua (RAE) significa: ‘Que man...

Ú ltimamente he pasado definiendo palabras y conceptos. Cómplice, según la Real Academia Española de la Lengua (RAE) significa: ‘Que manifiesta o siente solidaridad o camaradería’. Esa es la definición humana poética. La que construye relaciones perdurables en el marco de hacer el bien. No me refería a ese; la RAE, también lo define como: ‘Participante o asociado en crimen o culpa imputable a dos o más personas’ y ‘persona que, sin ser autora de un delito o una falta, coopera a su ejecución con actos anteriores o simultáneos’. En el sistema legal vigente, nadie es culpable hasta que se le pruebe lo contrario; pero, evidencias de corrupción, son parte de la conducta cotidiana a todos los niveles. Cada día más detestable y vergonzoso que el anterior.

Si nos preguntamos cómo es que llegamos a este punto, por el momento, no pudiera señalar el instante preciso. La impunidad (RAE: ‘Falta de Castigo’) es la madre de todas las faltas. Algo sucedió a inicios de 1990 cuando, después de la invasión del 20 de diciembre de 1989, los nuevos gobernantes se dieron a la tarea de 1: poner la ‘supuestamente’ destruida economía nacional en marcha; 2: crear un aparente escenario democrático, y, 3: satanizar los 21 años anteriores cuando el país fue gobernado por los militares y el Partido Revolucionario Democrático.

Los grupos políticos y económicos que asumieron el mando obviaron la necesidad de hacer cambios estructurales significativos en el ejercicio del poder en Panamá. Faltaron luces largas. Faltó decisión, faltó un sentido general de reestructuración de todo el sistema político y social que necesariamente apunta a cambios fundamentales en lo educativo y cultural.

Pero ante todo se concentraron en lo económico y han hecho mofa de las propuestas que la sociedad civil ha promovido. Los problemas se atacan de raíz y qué mejor momento para rectificar el rumbo de una sociedad que el que se dio con la invasión. Veintitrés años después, ¿qué tenemos?

En junio de 2007, Ngozi Okonjo-Iweala, exministra de Finanzas y Relaciones Internacionales de Nigeria expuso el tema: ‘Corrupción: mitos y realidades en el contexto de un país en desarrollo’ (Corruption: Myths and Realities in a Developing Country Context) en un evento auspiciado por la Institución Brookings y el Centro para el Desarrollo Global.

Ngozi presentó argumentos de significativo valor contextual sobre los problemas de corrupción en las naciones en vías de desarrollo que muy bien nos servirían de referencia en el nuestro. En muchas instancias dijo, ‘el debate sobre la corrupción se centra en la corrupción económica en casos como los de la captación de renta, fraude en los procesos de contrataciones y despilfarro en los presupuestos gubernamentales...’.

La exministra también sostuvo que: ‘la corrupción política, particularmente relacionada a las finanzas de los partidos y a las finanzas de las campañas políticas, gradualmente se viene constituyendo en un reto de proporciones mayores en los países en vías de desarrollo. (...) Los partidos políticos y el proceso político en las democracias emergentes, invariablemente tienden a caer en corrupción’. Me preocupa, dice Ngozi, ‘que la corrupción política en sus formas más perniciosas se esté apropiando del continente africano mientras se buscan los mecanismos para emular de los países occidentales, los procesos de control de los financiamientos a las campañas políticas, pero sin la fortaleza en las instituciones fiscalizadoras para su salvaguarda’.

En Nueva York, a inicios de mes, según informaron los medios de esa localidad, el FBI arrestó a dos políticos locales: el senador estatal de Nueva York Malcolm Smith y un concejal Dan Halloran, por su participación en una presunta conspiración para amañar la carrera para alcalde de la ciudad. Otras cuatro figuras políticas también fueron acusadas. Se informó que ‘en las reuniones con un testigo cooperador y un agente encubierto del FBI, haciéndose pasar por un acaudalado promotor inmobiliario, Smith estuvo de acuerdo para sobornar a los líderes del Partido Republicano de los comités de condado cerca de Nueva York en un intento de postularse para alcalde por el Partido Republicano, a pesar de ser del partido demócrata’. ‘Los cargos en el caso incluyen el soborno, extorsión, fraude electrónico y fiscal’. Este ejemplo es a lo que se refiere la exministra Ngozi como ‘la fortaleza en las instituciones fiscalizadoras’.

Todos los sistemas políticos experimentan momentos de corrupción y períodos que han significado para ellos algún grado de retos para su supervivencia. Pero este tiempo parece un callejón sin salida en Panamá. Si la pregunta es: ¿dónde estamos después de 23 años de invasión?, la respuesta la vemos a diario y nos debiera dar vergüenza habernos dejado llevar por este camino que nadie, a ciencia cierta, puede predecir cómo va a culminar.

Por allí se tuitea de vez en cuando que ‘el que elige corruptos no es víctima sino cómplice’; por eso es que deben estudiar bien su voto en las próximas elecciones. Pero una cosa debe quedar bien clara, no solo deben pagar sus penas los que corrompen y los corruptos; los cómplices inmediatos deben hacer una reflexión sobre su participación, inacción o silencio. Reflexionar sobre lo que significa un millón de balboas robados versus hospitales en el país que no pueden atender a los necesitados. Esa comparación tan evidente debe llevarlos a la conclusión de que también tienen culpa y deben justamente pagar su deuda con la sociedad.

COMUNICADOR SOCIAL.

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