• 09/06/2020 00:00

Coronavirus, esparcimiento y espacios públicos

Apenas se levantó el confinamiento total, muchas personas fueron a sitios públicos como la Cinta Costera o el parque Omar. Algunos a ejercitarse, otros simplemente a disfrutar de un tiempo al aire libre.

Apenas se levantó el confinamiento total, muchas personas fueron a sitios públicos como la Cinta Costera o el parque Omar. Algunos a ejercitarse, otros simplemente a disfrutar de un tiempo al aire libre. Era de esperarse esta gran afluencia a espacios abiertos, luego de más de dos meses de encierro. Sin embargo, no ha faltado en medios y redes sociales quienes señalaran que el haber ido en masa a tales sitios demuestra irresponsabilidad de parte de la población. Sostengo que no solo no es ninguna irresponsabilidad, sino que pretender cerrarle esos espacios a la población, o volver a restricciones de movilidad como las sufridas por más de dos meses, sería contraproducente.

Estamos en junio y se sabe mucho más ahora sobre las dinámicas de transmisión de la epidemia, de lo que se sabía en febrero o marzo. Hoy día la preponderancia de la evidencia indica que el riesgo de contagios en sitios al aire libre es bastante bajo, y el riesgo de eventos de supercontagio (SSE, por sus siglas en inglés) es aún más baja. La enorme mayoría de los SSE registrados en el mundo han sido en sitios cerrados, y los pocos que han sido registrados en sitios abiertos, han sido en situaciones como partidos de fútbol. Un partido de fútbol con estadio a capacidad es una situación cualitativamente distinta a la situación en que hay muchas personas en la Cinta Costera. En un partido de fútbol las personas están aglomeradas con una densidad que es órdenes de magnitud superior a la que usted hallará cualquier domingo en la Cinta Costera, y además en un partido de fútbol hay cánticos y gritos constantes durante cerca de dos horas. Estos gritos y cánticos generan altas cantidades de gotículas y aerosoles respiratorios, expelidas a gran potencia en función del volumen de voz usado en dichos cánticos. En otras palabras, todo el gentío que vio usted en fotos, de personas en la Cinta Costera ejercitándose, caminando o simplemente paseando, sigue siendo exponencialmente de menor riesgo comparado con un partido de fútbol. El riesgo es mínimo.

Estemos claros: el riesgo de contagio en ninguna situación es cero. Tenemos como personas que sopesar unos riesgos contra otros, como hacemos en cualquier situación cotidiana en nuestras vidas. Nunca optimizamos contra un riesgo aislado, siempre lo hacemos haciendo compromisos con otros riesgos. El encierro prolongado tiene riesgos importantes de salud, la mayoría de los cuales no manifiestan su impacto a corto plazo. Obesidad, hipertensión, síndrome metabólico, depresión, con sus consecuentes mayores peligros de enfermedad cardiovascular, diabetes, cáncer y otras enfermedades con consecuencias posiblemente letales, son riesgos importantes de mantenerse encerrado. Salir a ejercitarse, o simplemente pasear al aire libre, tomar sol, respirar aire fresco, no son actividades irresponsables, como algunos han pretendido en medios y redes sociales, más bien son actividades necesarias para mantener salud mental y física.

El problema que tenemos en Panamá, en todo caso, es una falta de espacios públicos para la población. Fuera del parque Omar y la Cinta Costera, ¿cuántos otros sitios tenemos en la ciudad capital con amplios espacios seguros, con árboles, con fácil acceso público, a los que puedan ir las personas a ejercitarse o simplemente a pasar tiempo en familia? ¿Cuántos otros sitios tienen las parejas de enamorados para citarse y pasar tiempo juntos en un ambiente seguro y sano? ¿Cuántos otros sitios tenemos para que los niños jueguen a sus anchas, sin que los padres tengan que estar con el corazón en la mano, preocupados porque un carro los atropelle? La ciudad de Panamá tiene escasez de espacios públicos abiertos para el sano ocio (sí, existe tal cosa como el sano ocio. Eso de que el ocio es la madre de todos los vicios se lo inventó algún puritano obsesionado con el trabajo).

Ahora con la pandemia, en muchas ciudades del mundo se han cerrado algunas calles y avenidas al tráfico vehicular, para hacerlas peatonales y así facilitar el que las personas hagan actividades -u ocio- al aire libre, facilitando el distanciamiento físico. Nuestras autoridades deberían estar en eso, en lugar de estar ahora estigmatizando a la población como irresponsable por tomar sol, aire fresco, caminar, correr o simplemente disfrutar del aire libre. Dejemos de pintar lo normal y saludable como anómalo e irresponsable. Lo anómalo -e insalubre- es pretender que sigamos encerrados.

Abogado
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