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- 20/06/2012 02:00
Cultura francesa
Un grupo de cuatro jóvenes y el perro Robot, de uno de ellos, que recorrían las colinas cercanas a la comunidad de Montignac en Dordoña, Francia en septiembre de 1940, tropezó con una grieta en el terreno y al ingresar hizo un descubrimiento para cambiar la historia de la cultura en ese país europeo. Encontraron una estructura subterránea llena de grutas con dibujos, pinturas, grabados y siluetas en las paredes pétreas.
Se trataba de la caverna de Lascaux, situada en el valle de la cuenca de la Vézère al suroeste del país galo y lo que después fue considerado como uno de los tesoros más importantes del país, era un conjunto de representaciones de animales bovinos, equinos, felinos, trazos de hombres en diferentes actividades y de cacería durante la prehistoria.
Fueron los primeros intentos de reproducir la realidad del hombre del periodo paleolítico. Ese propósito de dejar constancia de la vida cotidiana y el esfuerzo de copiar formas, colores, movimientos y actitudes de los grupos humanos, puede ser interpretado como el paso inicial para la preservación de la cultura, si se concibe que ella es el conjunto de manifestaciones sociales que determinan una época y se proyectan en el tiempo.
Pero hay una diferencia entre la cultura como actividad del individuo y la perspectiva gubernamental por diseñar una estrategia hacia estimular, fomentar y garantizar que esa facultad o capacidad se mantenga, crezca y se disemine. En Francia, este concepto como política de Estado, se inició casi al final del Renacimiento con un enfoque de creación de entidades bajo la protección de la monarquía y el mecenazgo a los artistas.
Un recuento pormenorizado de esa historia de la cultura como herramienta estatal e instrumento de comunicación hacia el exterior, detalló el señor embajador de Francia en Panamá, hace algunas semanas en una actividad desarrollada en la Biblioteca Nacional. ‘La política cultural, es una de las invasiones francesas’, dijo muy seguro del papel que tradicionalmente ha cumplido esta gestión.
Su exposición dejó en claro los hitos, fechas e instituciones importantes durante varios siglos, hasta la creación de un ministerio respectivo, en el gobierno del general De Gaulle, quien designó como ministro al escritor André Malraux, autor de La Condición humana; éste dijo en alguna ocasión, ‘la función de la inteligencia no consiste en prescindir de las cosas. La inteligencia es la posesión de los medios para dominar las cosas o a los hombres’.
El embajador apuntó que la cultura no es un tema elitista en Francia; ‘está en el pueblo y cada persona debe tener derecho de contar con ella...’. Igual recalcó el impulso a la actividad artística. Aquí mencionó la labor del conocido ministro Jack Lang y puntualizó que él desarrolló conceptualmente sobre el carácter de ser un patrimonio que estaba abierto a múltiples manifestaciones.
Esta idea, le permitió al diplomático hacer un balance de las formas como se expresa la política cultural francesa, sobre la relación con la economía y su papel en la planificación del gobierno. De igual manera, los retos frente a las nuevas tecnologías.
Hay en la acción gubernamental de ese país europeo una conciencia sobre el papel de la cultura, que se expresa como gestión, como patrimonio cuya pertenencia corresponde a cada ciudadano y adquiere una dimensión tanto de uso como de intercambio.
Decía Sartre, que había que pasar de una sociedad de fines, hacia otra concreta y abierta y que esto se lograba con el contenido de las obras. Esta es la finalidad en esa visión cultural que ha sido una tradición en Francia durante los últimos siglos.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.