Las acciones de la Contraloría se dan tras más de un mes de huelga en el sector docente que arrancó formalmente el pasado 23 de abril

Al parecer, en estas últimas semanas, en medio de los cierres de calles y la confrontación pueblo-gobierno, escribir requiere del uso de bisturí quirúrgico para evitar mordaza y ensañamiento de las autoridades con el escritor. Pese a esto, hay que ser honesto con uno mismo y hacerlo. Es tan peligroso lo que está pasando en el país que el aparato represor en todas sus formas persigue, reprime y acosa, en aras de imponer y desvirtuar el sentido de vivir en una democracia.
Algunos personeros del gobierno y autoridades de distintas categorías, apoyados en sesgos constitucionales y judiciales, arremeten con supuestos “enemigos” y “adversarios” a las posiciones gubernamentales. No queremos pensar que, a partir del 5 de mayo del 2024, se instituyó un gobierno de corte autoritario, y con una tendencia plutocrática. Es peligroso que sea así.
Nada más hay que ver con qué velocidad, el Ministerio Público, abre expedientes y dan seguimiento a casos con nombre y apellido, no así cuando se roban y saquean el dinero de todos los panameños. El mismo presidente ha señalado que hubo desmanes y robos, pero no puede, en estos casos, hacer nada.
Preocupa la anulación del “principio de inocencia”, el derecho a disentir, el derecho a protestar, a expresarse libremente, aunque se recurra a un lenguaje mesurado y respetuoso no tienen cabidas ciertas opiniones. Eso está mal.
Regularmente, los aduladores y los cobardes son los que dan fuerza y energía a los gobiernos de corte autoritarios. Qué casualidad que toda la mugre y supuestas anomalías que están encontrando lo hacen en estas circunstancias donde hay un pueblo en franca rebeldía y diferencia conceptual con el ejecutivo, dando la certeza de que se trata de facturas y formas de acallar al movimiento popular.
Ojalá que con esa misma velocidad y destreza se ejecutaran diligencias acuciosas hacia otras estructuras, que las hay, sospechosas de anomalías; además de personas que, con toda la evidencia, se sabe que usurparon dinero mal habido y con ello entraron en enriquecimiento ilícito.
Lastimosamente, en nuestro país se ha desarrollado el fenómeno de la “indolencia social o adormecimiento inducido”, que, desde nuestro punto de vista, consiste en el espejismo del sistema sobre la mente del ciudadano, llevándolo a pensar y a creer que por más que se luche y se busque reivindicaciones, todo será en vano. Es decir, no hay motivo para pelear, protestar o hacer reclamos. Una sociedad con este mal, está condenada a la sujeción y al abuso.
Ojalá y este episodio de odio, represión y persecución termine en bien de la armonía social, pero implicará deponer de parte y parte, escuchar y dialogar, aceptar errores y enmendar; pensar en Panamá, en su paz y desarrollo socioeconómico. Dios, guíe las mentes de las partes involucradas.