• 16/09/2023 00:00

Defendamos a la Madre Naturaleza. No al contrato minero

“El Gobierno, la Asamblea Nacional y sus diputados tienen el compromiso de custodiar los bienes de todos, [...]”

Muchas veces, la historia kuna es asociada por los hechos ocurridos en 1925 por la denominada Revolución Kuna, en donde los aguerridos abuelos lucharon en contra de los poderes del Estado para preservar su cultura, idioma, tradiciones y creencias. De estos acontecimientos ya innumerables veces se han escrito ensayos, libros, hasta tesis de parte de los kunas y no kunas. Sin embargo, el pueblo kuna y su historia de lucha se remontan desde mucho antes de que Panamá fuera declarado independiente en 1903 con sus propias autoridades. Y es que existieron hechos transcendentales que también merecen especial atención y necesitan ser contados cuando sus dirigentes del momento lucharon incansablemente contra las autoridades colombianas en ese momento para preservar los recursos naturales como el níspero, la tagua, la raicilla y el caucho. A los empresarios colombianos que se dedicaban a esta práctica no les importaba la naturaleza con tal de expropiarse de los recursos mencionados que en aquellos momentos tenían un gran valor comercial. A comienzos del siglo XX se aceleró más su producción. Los árboles que derribaban eran conocidos como castillas o caucho negro, porque se obtenía y aprovechaba al máximo su preciado líquido. Otros árboles como heveas, el guayule, el ficus elástico y la castilloa ulei proveían su jugo o latex. El mismo se utilizaba para elaborar las llantas de los carros y para fines similares. La gente adinerada montaba grandes negocios solo para su propio beneficio.

Actualmente, la lucha del pueblo kuna sigue por preservar los recursos más preciados. Esta vez, el Gobierno actual liderado por su presidente está empeñado en firmar el contrato minero a favor de las empresas transnacionales para comercializar las minas, con la excusa de que los beneficios económicos serán mayores, y por ende, la población en general se beneficiaría. Cuando se extraen los recursos de la naturaleza, los daños que ocasionan a los mismos son irreversibles. Por lo tanto, ¿qué podemos heredar a las futuras generaciones: un país en donde sus recursos naturales estarán a merced de las empresas mineras? Si se destruye el ecosistema, se destruye la vida misma, sus fuentes de vida como el agua, los ríos, las cuencas. Se tienen que preservar estos recursos, si queremos asegurar la supervivencia humana. La extracción de minas es definitivamente perjudicial y nefasto para los intereses del pueblo panameño y que, por eso, tiene que ser rechazada su aprobación, ya que le otorga facilidades de concesión a las empresas interesadas.

El pueblo ha rechazado este contrato minero en las diferentes manifestaciones desde que empezó a debatirse sobre el tema, pero es evidente que a las autoridades del actual Gobierno no les interesan los reiterados llamados de atención al daño permanente que se le puede ocasionar al país si el contrato minero llegase a aprobarse por la Asamblea Nacional. Desde diferentes medios virtuales se ha observado cómo hasta ahora se ha hecho daño a la naturaleza. La misma tiene que ser cuidada, preservada y defendida a toda costa. Este tema debería ser uno de los objetivos primordiales del próximo Gobierno.

Los dos diputados de la Comarca Kunayala, que representan los circuitos 10-1-y 10-2, tienen que tener presente la historia de su pueblo, que nunca sus antepasados han aceptado las imposiciones ni mucho menos la incursión de empresas transnacionales para apropiarse de los bienes, como el caso de la extracción del caucho que en su momento se denominó la guerra del caucho, que, a mediados de 1880, el cacique Inanaginya luchó contra los invasores, y que continuó hasta después de 1903, cuando otros líderes como Ologindibipilele, Inabaginya, Iguaibiliginya pusieron fin a estas prácticas ilegales a mediados de 1940.

Actualmente, nuestros líderes espirituales siguen cantando en valorar más que nunca las bondades que ofrecen las vastas tierras, que solo sus hijos pueden aprovecharlas cultivando productos de la canasta básica que cada día sube más su costo en los mercados afectando a la población. Por eso, las tierras de todos los panameños tienen que ser preservadas. El Gobierno, la Asamblea Nacional y sus diputados tienen el compromiso de custodiar los bienes de todos, en este caso las tierras en donde se extraen las minas. Esta práctica nunca representará mejoras al ambiente. Todo lo contrario, representa la destrucción definitiva de sus recursos naturales.

Por su parte, el pueblo kuna estará anuente sobre la participación de sus dos diputados, más a la hora de emitir sus votos en caso de que se llegue a esa instancia. Las luchas milenarias de los dirigentes kunas todavía continúan a través de otros líderes por una vida más digna, justa, sin distinción de raza, que es lo que todos anhelamos, debe obligar a sus diputados a rechazar sin ninguna duda el contrato minero. De lo contrario, de seguro, recibirán las críticas y el rechazo de todo su pueblo, porque lesiona la soberanía del país y vulnera los derechos de todos.

Para terminar, les recuerdo un extracto de las décimas de Changmarín, que nos invita siempre a estar vigilantes ante cualquier traición: “No descuides la frontera / la salida del canal / ni tampoco el litoral / o los ríos por sus riberas / en cualquier sitio prospera / el virus de la traición / pues no cesa la reacción / ten el ojo bien alerta / echa cerrojo a la puerta / echa fuego al corazón.

¡No al contrato minero!

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