• 01/04/2022 00:00

Sobre el derecho a la educación

“[...] cada vez que al niño se le priva de una buena educación, hacemos daño al niño y al país”

Uno de los más grandes filósofos, estudiante de Sócrates, fue Platón. Sus teorías sobre la educación siguen siendo analizadas por su realidad y relevancia, a pesar del tiempo transcurrido. Sus teorías se han adelantado a los tiempos, y han influido en los posteriores estudios de la educación. El filósofo afirmaba que solo la acción de educar se debe percibir como una acción buena para la persona y para la sociedad en general. Y es que si el individuo está recibiendo educación e instrucción, es conveniente pensar que él está preparando para la vida, que será una persona de provecho y que invertirá sus esfuerzos para el bien de la sociedad.

No obstante, educar para el bien no solo involucra la labor siempre noble del docente, sino también de los acudientes. Si esa acción de educar no es buena, los resultados tampoco serán positivos. Esa acción de educar tiene que ser permanente y continua, para que pueda surtir los efectos esperados por la escuela, acudientes y la sociedad en general.

El Estado también tiene un compromiso con la educación de la niñez. Por eso, la Constitución panameña, en su capítulo V, expresa lo siguiente: “Todos tienen derecho a la educación y la responsabilidad de educarse. El Estado organiza y dirige el servicio público de la educación nacional y garantiza a los padres de familia el derecho de participar en el proceso educativo de sus hijos”. El artículo 92 del capítulo 5 sobre la educación también expresa que: “La educación debe atender el desarrollo armónico e integral del educando dentro de la convivencia social en los aspectos físico, intelectual, moral, estético, y cívico y debe procurar su capacitación para el trabajo útil en interés propio y en beneficio colectivo”.

Podemos entender entonces que el derecho a la educación involucra muchas etapas para quien recibe la educación e instrucción, desde los primeros años hasta la etapa universitaria o superior, las oportunidades de formación integral que deben recibir todos los estudiantes durante los años de estudio.

No obstante, en nuestro país todavía existen muchos niños que están privados de una buena educación, producto de la poca inversión para que la misma sea verdaderamente de calidad. Los estudiantes de lugares distantes del país son los más afectados. Tener derecho a una buena educación involucra un sinnúmero de elementos que en su conjunto repercuten en la buena educación: el ambiente adecuado, con mobiliarios en óptimas condiciones, materiales didácticos disponibles, y en el caso de los estudiantes con diferentes problemas de aprendizaje, se necesita igualmente disponer de materiales e infraestructuras adecuadas para su buen desenvolvimiento. En muchas ocasiones los materiales didácticos escasean en los lugares de difícil condición laboral, lo que se traduce en la falta de una buena educación, y los derechos a los cuales no tienen acceso.

Para revertir estas realidades y empezar a sentir los cambios que verdaderamente ayudarían a cumplir los objetivos fundamentales de las Naciones Unidas y la Unesco, que “promueven y desarrollan el derecho de cada persona a disfrutar del acceso a la educación de calidad, la Unesco también afirma como un “derecho humano fundamental la educación y que debe garantizar el disfrute pleno a la educación como catalizador para lograr el desarrollo sostenible”.

Para que estos principios fundamentales puedan ser ejecutados, se necesitan gobernantes que de verdad pongan en la cúspide, como el más sublime de todos los proyectos, la educación, que crean convincentemente en ella para que el país pueda encontrar sus mejores derroteros para su desarrollo pleno. Los jóvenes que creen en la educación, a pesar de las circunstancias, han decidido continuar sus estudios. Ellos saben que su deber es prepararse para la vida, que las leyes que rigen en materia de educación defienden sus derechos. Los esfuerzos que ellos están realizando revertirán en la prosperidad de la nación panameña. Como docente estoy plenamente confiado en la juventud, y les he hablado a ellos de sus derechos, que, en momentos actuales, no hay tiempo que perder en otros asuntos de distracción que ofrece la sociedad.

En la medida en que los jóvenes entiendan esos derechos fundamentales, en esa misma medida podemos estar seguros de que, a pesar de las circunstancias actuales que atraviesa el mundo, de lo cual Panamá no se escapa, hay un destello de esperanza en el aporte que harán los estudiantes en el futuro. Mientras tanto, cada vez que al niño se le priva de una buena educación, hacemos daño al niño y al país. El escritor argentino Ernesto Sábato lo expresó tan claro sobre este tema, cuando manifestó lo siguiente: “Privar a un niño de su derecho a la educación es amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías”.

(*) Docente, investigador, ensayista, Escuela Francisco de Miranda.
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