• 18/04/2016 02:00

La violencia nuestra de cada día

Los jóvenes no podrán comprender esto, pero hubo una época cuando se podía caminar en Panamá, por la mayoría de sus calles, sin el temor

Los jóvenes no podrán comprender esto, pero hubo una época cuando se podía caminar en Panamá, por la mayoría de sus calles, sin el temor a ser asaltados, asesinados o siendo el destino final de la bala perdida de un sicario.

Los tiempos cambian y ahora el que asesinen a un ciudadano a plena luz del día en el interior de un popular centro comercial o el que ejecuten a un marchante, al mejor estilo de una novela de narcos, teniendo de fondo un parque de diversiones lleno de niños, ya no asombra a nadie.

El que este tipo de situaciones se haya vuelto cotidiano y parte del paisaje diario, debería llamarnos la atención para hacer un alto en el camino para preguntarnos ¿cuándo fue que perdimos el rumbo? En primer lugar, los Gobiernos a la fecha solo vislumbran los índices de delincuencia como elementos para subir o bajar en la estima política del electorado: todo lo reducen a frías cifras; a soluciones cosméticas y superficiales.

Ningún habitante del Palacio de las Garzas ha tenido el valor de atacar el problema de raíz, ya que ello implicaría exponer una horrible verdad que no se vería bien ni ante los ciudadanos ni en la bella publicidad usada en el exterior para promover las bellezas de nuestro país.

Nadie acepta que la violencia se intensifica porque el narcotráfico ya sembró bandera en nuestra tierra y se ha convertido en la alternativa más deseable para un ejército de jóvenes que ve en el pandillerismo y en el tráfico de drogas la forma de salir de la pobreza o la manera más expedita para saltarse todo el proceso normal de ganarse la vida con el sudor de la frente, luego de haber estudiado para ello.

¿Podemos culparles por optar por un arma y no por un diploma?

Es difícil decirlo y habría que estar en sus zapatos, pero en muchos de ellos no hay ni rastro de ética ni moral, ya que el mediocre sistema educativo de nuestra flamante Panamá ha fallado al respecto.

Todo se reduce a educación, la cual propicia la cultura, el trabajo y la superación personal. Sin la primera, las demás no se darán o lo harán de forma deficiente.

Si a lo anterior le sumamos los malos ejemplos que les damos los adultos, en especial los políticos, donde con nuestra actitud les damos a entender que todo se reduce a dinero y a que sin montañas de él no somos nada; la mesa está servida. Y con todos los ingredientes para el sangriento plato que tenemos hoy: droga, violencia y delincuencia por doquier.

‘Nunca es tarde, si la dicha es buena '.

Unámonos para exigirle al Gobierno y a los docentes que se sienten y definan de una vez para siempre la hoja de ruta para una modernización total de nuestras estructuras educativas.

Mientras se deciden, nuestras calles se seguirán tiñendo de rojo, como dedo acusador por nuestra incompetencia para cambiar las cosas.

GERENTE DE VENTAS.

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