• 28/04/2023 00:00

Dionisio Guerra, un cuentista con garra

“La fértil imaginación del autor se funde y se confunde con la realidad narrada, haciéndolas una sola”

El auge que hemos ido teniendo en Panamá de nuevos escritores no deja de ser un grato y sorprendente fenómeno, sobre todo en lo que va del Siglo XXI. Los tres géneros literarios que se destacan son el cuento, la poesía y la novela, en ese orden. Con diversos grados de logro artístico –la buena Literatura es sin duda una de las Bellas Artes–, quienes formamos parte activa del mundo de la escritura sabemos que es el cuento el que más destaca en cantidad, variedad y constancia. En este sentido, cada año en Panamá se publican al menos 10 nuevas colecciones de cuentos de variada temática y estilo.

Independientemente de su edad, menciono a algunos de los cuentistas más sobresalientes de años recientes: Cheri Lewis, Nicolle Alzamora Candanedo, Olga de Obaldía, Danae Brugiati Boussounis, Lissete Lanuza Saenz, Gilza Córdoba, Zary Alleyne, Eyra Harbar, Blanca Montenegro, Ela Urriola, Vilma Briseida Calderón Córdoba, Doris Sánchez de Polanco, entre las mujeres; y entre los varones Marco Ponce Adroher, Héctor Aquiles González, Pedro Crenes Castro, Gerardo Bosquez Iglesias y Dionisio Guerra, por solo nombrar algunos. Antes ya habían aparecido Dimitrios Gianareas, Eduardo Jaspe Lescure y Gonzalo Menéndez González, entre otros.

La poesía también se ha enriquecido en los últimos veinte años con la obra de Salvador Medina Barahona, Javier Alvarado, Porfirio Salazar, Magdalena Camargo, Javier Romero, Alessandra Monterrey, Ela Urriola, Meliton Robles Esquina, Mar Alzamora-Rivera, Jaiko Jiménez Cain, David Ng y Julia Aguilera, entre otros que empiezan a destacar y a ganar premios. Y en la novelística a mi juicio el más talentoso y constante es Rogelio Guerra Avila; también lo hacen con notable talento Raisa Calderón del Real, Carlos Gasnell y Zary Alleyne.

Dionisio Guerra (1983), periodista, bloguero y cuentista, egresado del Diplomado en Creación Literaria que ofrece anualmente la Universidad Tecnológica de Panamá, ha publicado dos colecciones de relatos: “Cuentos pixelados” (2019), obra con la que gana la octava versión del Premio Diplomado y “Cuando éramos viejos” (2021), merecedora del Premio Nacional de Cuento “José María Sánchez” 2019, también de la UTP. En ambos libros se nota que su autor maneja un lenguaje irónico, a menudo sarcástico, con particular maestría.

Acaso la característica más señera de esta segunda colección de cuentos sea la permanencia de un lenguaje sencillo, cotidiano, casi elemental a menudo, que recorre todo el libro como una seña de identidad, una manera de estar en la vida los personajes que pueblan estas once historias. Uno tiene continuamente la sensación de que los quehaceres cotidianos son una forma de mantener con vida a la vida misma, haciéndola más llevadera, menos aburrida. Así, los hábitos y las costumbres se convierten en un permanente diálogo con la esperanza frente al azar, de cara a una muerte siempre vigilante e insobornable. Y hay cuentos en que la rutina no es más que un modo de evadir el aburrimiento, el tedio que mata. Y esta paradoja acaso sea el “leit motif” más verificable del libro todo. La colección de estas pequeñas vivencias intrascendentes es una muestra de esta actitud, tanto del protagonista como del autor.

“Relámpago” es una historia en torno a la ilusión y por tanto acerca de la esperanza que habrá de desmoronarse sin remedio; se hace polvo en un instante absorbiendo, paradójicamente, todo lo que nunca fue. Pero se trata, a mi juicio, de una pequeña obra maestra: destreza narrativa, suspenso, sentimientos encontrados. Por otra parte, “La quinta casa” es otro cuento perfecto, impecable en su construcción. Con una trama verosímil, el final es brutal, y por tanto nos impacta. Y es que el ritmo narrativo va dotando a la trama de una secuencia que a un mismo tiempo resulta creíble, pero que a la postre se torna increíble.

Los personajes de Dionisio Guerra son secos, monotemáticos, introvertidos, como los del gran escritor mexicano Juan Rulfo (1917-1986). No sé si se trate solamente de una coincidencia, ya que ignoro si nuestro autor ha leído los cuentos de “El llano en llamas”, de Rulfo (quien, por cierto, fuera mi asesor literario durante once meses, estando yo becado en el Centro Mexicano de Escritores durante 1971; bajo su tutela, y la de otro importante escritor mexicano, Salvador Elizondo, escribí mi libro de cuentos más apreciado, “Duplicaciones”, que habría de publicarse en ese país en la Editorial Joaquín Mortiz, en 1973). Independientemente de tal coincidencia, lo cierto es que Guerra es un creador de personajes y de situaciones cuya fragmentación y ambientes desolados los marcan desde que nacen hasta el momento de su muerte. La fértil imaginación del autor se funde y se confunde con la realidad narrada, haciéndolas una sola. Y esa sola característica, propia de la ficción literaria, hace de este joven cuentista panameño mucho más que una mera promesa literaria. Lo hace un cuentista con garra.

Escritor, profesor universitario, promotor cultural y editor.
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