Así se vivió el emotivo funeral del papa Francisco. El evento reunió a mas de 200.000 personas en la Plaza San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones...
- 17/04/2022 00:00
Domingo de Resurrección: propósito de enmienda
Este domingo los católicos celebramos el Domingo de Resurrección o de Pascua, que es la más importante fecha para todos los fieles, ya que con la Resurrección de Jesús es cuando adquiere sentido toda nuestra religión. Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte.
En ese sentido, todos los católicos y cristianos de Panamá, que, por cierto suman un poco más del 95 % de la población, debemos irradiar esa luz a todas las personas, haciéndolas partícipes de la alegría de la Resurrección por medio de nuestras palabras, testimonio y obras.
Y en esa misma dirección está la firme resolución de enmendarnos y proponernos mejorar, de no ceder a los placeres que se nos presenten como buenos cuando en realidad no lo son, y si, por desgracia, volviéramos a caer, tendremos que recomenzar cuantas veces sea, hasta rectificar y ordenar adecuadamente nuestra vida, según el compromiso de emular el comportamiento de aquel que murió por nosotros hace casi dos mil años. No basta con asistir a la iglesia, darnos golpes de pecho, fingiendo arrepentimiento, para conseguir una absolución temporal y poder seguir haciendo lo mismo.
Dicho lo anterior, le dedico el resto de esta glosa a compartir algunas ideas para ayudarnos a cumplir con la promesa que haremos hoy de no volver a apartarnos de lo recto y justo, ajustando nuestras vidas y comportamientos a los preceptos y enseñanzas de Cristo.
Para comenzar. Todos, Gobierno, empresarios y sociedad, debemos comprometernos con retomar el Camino a la Dignidad que describió hace varios años el anterior secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en su informe de síntesis sobre la Agenda de Desarrollo Sostenible después de 2015.
El informe estableció un conjunto integrado de seis elementos esenciales para ayudar a fortalecer la Agenda, los cuales tienen plena vigencia hoy: acabar con la pobreza y luchar contra las desigualdades; garantizar una vida sana, el conocimiento y la inclusión de las mujeres y los niños; desarrollar una economía sólida, inclusiva y transformadora; proteger nuestros ecosistemas para todas las sociedades y para nuestros hijos; promover sociedades seguras y pacíficas e instituciones sólidas; y catalizar la solidaridad mundial para el desarrollo sostenible.
A nivel personal, necesitamos comprometernos con recuperar nuestros valores y basarlos en una sólida ética cívica. Aquellos valores que nos conviertan en una sociedad en la que prevalezca la tolerancia, el respeto y la solidaridad hacia el prójimo, el entorno natural y los objetos públicos. Donde la buena educación, la urbanidad y la cortesía orienten nuestras acciones cotidianas. Donde aceptemos, sin llegar a la diatriba, las ideas, prácticas y creencias de los demás, independientemente de que choquen o sean diferentes de las nuestras; utilizando el diálogo incluyente y franco como único recurso para solucionar los conflictos, especialmente los conflictos sociales humanos, haciendo prevalecer la justicia y la igualdad.
Ese mismo compromiso individual por la ética cívica, debe ser el de nuestras autoridades en los tres Poderes del Estado; a nivel nacional, provincial y local, y; debe tener como norte el desarrollo y fortalecimiento -porque reconozco que en muchos casos ya existe- de los tres elementos obligados de la ética pública: probidad en el uso de los recursos públicos, equidad en sus modalidades de operación y eficiencia en su manejo, de manera que se logre el mayor impacto posible en el bienestar social, para todos los panameños en todos los lugares, finalidad última del Estado.
Por su parte, el sector privado, considerado como un aliado clave para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se adoptaron mundialmente, debe renovar y fortalecer su compromiso como un motor de crecimiento económico incluyente y equitativo, mediante la creación de empleos de calidad e inversión que asegure la generación de riqueza que bien distribuida produzca mejores condiciones de vida para todos. No menos importante será la promesa de cumplir con sus aportes al fisco para que el Estado pueda financiar con transparencia y efectividad las políticas y planes de desarrollo.
Pero los ciudadanos tenemos otro compromiso que cumplir, además de la recuperación de nuestros valores arriba señalada. Estamos obligados a vencer la apatía e indiferencia, salir de nuestra zona de confort y cumplir con nuestro deber cívico y moral de participar, con arrojo, entusiasmo y optimismo, en el necesario ejercicio del control social de la gestión de las autoridades y empresarios.
Como señaló el papa Francisco hace algún tiempo en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”, sobre el anuncio del evangelio en el mundo actual: “Recordemos que '… la participación en la vida política es una obligación moral'. Pero convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo lento y arduo que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía...”.
Tenemos la palabra: la falta de nuestra acción colectiva hoy es parte importante de la crisis de valores que nos agobia y será la causa del retroceso de mañana.