• 18/09/2013 02:00

Anécdotas de dos paladines de los marginados

Cuando en 1968 el Dr. Martin Luther King Jr. concretizaba los planes para la fracasada marcha en contra de la pobreza, dos panameños est...

Cuando en 1968 el Dr. Martin Luther King Jr. concretizaba los planes para la fracasada marcha en contra de la pobreza, dos panameños estuvimos presentes —el difunto tesorero del movimiento, Cirilo McSween, y este servidor como asesor.

Michael Harrington había escrito ‘The Other America’, desenmascarando la mitología norteamericana de la parquedad de la pobreza en su país. Robert Kennedy haría un recorrido documentando las ponencias de Harrington. Sin duda alguna la marcha se fundamentaría en bases sólidas y sería continuación de la lucha para eliminar los ‘gemelos inseparables’ de la ‘marginalización’— la injusticia racial y la injusticia económica.

Durante el debate tomé una posición contraria al del Dr. King, quien deseaba llevar un ejército de pobres a Washington en una campaña de presionar a su gobierno para la eliminación de la pobreza y sus derivativos.

Discrepando, sugerí que, en vez de llevar nuestro ejército a Washington, deberíamos llevar un pelotón —el mayor, y el resto a las ciudades con los mayores índice de pobreza y así ejercer presión directo y eficaz. Pregunté: ‘¿Qué hacemos si vamos a Washington y regresamos sin nada?’.

Andrew Young, lugarteniente del Dr. King, percatando lo persuasivo de mis argumentos, inmediatamente introdujo al Dr. King, quien me daría una cátedra sobre la importancia de la experiencia y el saber quién es el oponente.

Una de sus anécdotas lo ubicó en Brooklyn, mi ciudad residencial. Habló de una señora que dependía de cheques federales para subsistir. Residía en los ‘proyectos’ y el correo no llegaba a su apartamento. Cuenta el Dr. King que por tres días consecutivos nevó. No obstante, ella con diligencia salía en búsqueda del cheque. El cuarto día no la vieron. Ese día el cheque llegó. Explico el Dr. King que no la vieron, porque murió en espera de su cheque.

Con sus ojos en los míos me dio una palmoteada diciéndome: ‘Carlos, cuando tenemos que ir, tenemos que ir’. Fueron a Washington. Llovió. Quedaron estancados en el lodazal. Dos o tres semanas después el Dr. King fue asesinado.

Acabo de leer el artículo de opinión de Guillermo Ríos Valdés, ‘Omar Torrijos pide tres favores’, donde describe la primera reunión entre el movimiento estudiantil, opositores del régimen militar, y el general Torrijos. A mi juicio Valdés captó y recontó un momento histórico patrio donde fuerzas opositores —estudiantes y militares— pudieron conversar civilmente.

Cuenta Valdés que Omar les dijo: ‘Muchachos, les quiero pedir un favor, no uno, tres favores. No mienten a mi madre, no me digan dictador y no me llamen traidor. Yo quiero este país tanto como ustedes’. Añade Valdés que Olimpo Sáez, uno de los líderes estudiantiles, respondió ‘... tenga la seguridad general de que en lo que a nosotros respecta así será’.

¡El resto es historia, los tratados se firmaron!

La magnitud de esta imagen de Omar adquiere mayor relieve y relevancia cuando añadimos lo que relata Roberto Díaz Herrera al compartir estas palabras del general: ‘Discutamos todo, y de todo, en la mesa donde nos contradecimos con iguales derechos; pero eso sí, cuando por consenso elegimos una ruta, entonces quien no rema en la misma dirección es un desertor; y si tenemos que criticar o disentir, que sea en la oreja del compañero que lleva la brújula para que el enemigo no se aproveche’.

A igual que muchos, he tildado a nuestra situación como el navegar a la deriva. He sugerido que es imprescindible que divisemos tierra firme. Aquellos que dicen conocer la ruta que debemos tomar, tienen la responsabilidad, como King y Omar, de intentar llevarnos a tierra firme. Les urjo a que convoquen un CONGRESO DE SOLIDARIDAD NACIONAL sin precondiciones ni llamadas de ‘súmense a mí’. Acordemos que Omar también tronó: ‘Ni con la derecha, ni con la izquierda sino con Panamá’.

Opino que con una brújula visionaria, colectiva, clara, con precisas expectativas y en solidaridad nacional tendríamos para Panamá ‘lo que queremos para nuestros hijos’.

ESCRITOR Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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