• 26/06/2023 00:00

El enemigo más grande que tiene Panamá son los panameños

“La agridulce ironía es que muchos aplauden este circo mediático y no se dan cuenta de que les afectará también”

¿Cómo salvamos a Panamá? Inversión, inversión y más inversión. De empresarios, del Gobierno, extranjera, o de donde sea, pero inversión.

¿Cómo vamos a lograr inversión en Panamá si lo único que hacemos los panameños es destruir la imagen del país?

¿Hacerles hostigamiento y juicios mediáticos a los empresarios más importantes del país sin pruebas y sin ser habido sido encontrados culpables de nada?

A los que son dueños de empresas y generadores de empleo, por envidias personales o intereses de allegados al Gobierno de turno, les montan estas novelas mediáticas que, por supuesto, quedan en nada, porque no tienen sustento.

Esos empresarios, en vez de estar enfocando su tiempo en proyectos, en trabajar, en que sus empresas crezcan y hagan más inversiones que generan más empleos, están por años es defendiéndose de estos ataques y cuando estos ataques infundados terminan años después, ¿qué pasa?

Están desencantados con su propio país y que esto les pueda pasar aquí, y dicen: “No meto un real más en Panamá”. Así de sencillo es, y los medios de comunicación no lo entienden y se prestan para todo esto.

La agridulce ironía es que muchos aplauden este circo mediático y no se dan cuenta de que les afectará también. También, años después, hasta los propios medios que se prestan para esto, quedan afectados y despidiendo empleados, porque cada vez que contribuyes a destruir una empresa o empresario, estás creando desempleo y inestabilidad.

Todo es una cadena y de repente el medio de comunicación que contribuyó al circo mediático ya no tiene tantas pautas publicitarias que le mantengan sus ingresos. De repente los propios periodistas que divulgaban estos ataques a empresarios son despedidos, porque el medio de comunicación donde laboraban ya no tiene suficientes ingresos para sostener su planilla.

Esto sin entrar a generalizar dentro de los medios de comunicación, ya que algunos de sus periodistas sí han acertado denunciando casos de abusos de hoteles ya construidos que pretendían beneficiarse de lo que fue la derogada ley que buscaba atraer inversión nueva en el sector turismo. O en otras publicaciones que dieron con la vacunación clandestina durante la pandemia. Eso sí parte del papel de los medios de comunicación, sin entrar a tomar campañas que afectan al país en favor de intereses ajenos o externos.

Aquí tuvimos un presidente que se dedicó sus cinco años de Gobierno a destruir empresas, cerrar bancos y manejar 24/7 una Procuraduría Paralela que violó los derechos más básicos de cientos de panameños. Usó la detención preventiva para encarcelar a cualquier exfuncionario o empresario que pudiese servirle para cumplir sus objetivos enfermos de una vendetta personal; destruyó familias.

Mandó a parar obras en plena construcción, con la excusa de que podían tener sobrecostos. Esto lógicamente empezó a disparar el desempleo y todo lo que viene con ello: la inseguridad y freno completo del crecimiento económico.

La maldad fue tan extrema que lo hizo, obviamente, teniendo conocimiento de las estadísticas de mortalidad en el país y cómo miles de panameños pierden la vida todos los años por condiciones médicas tratables como una apendicitis, una influenza, un accidente menor o algo tan común como una mordida de culebra en el interior, por no tener un centro hospitalario cerca, o por la falta de capacidad hospitalaria no se les atiende a tiempo, y pierden la vida.

Unos ocho hospitales, que incluyen la ciudad hospitalaria, debieron estar listos y operando hace ocho años; y aún no lo están.

Ese presidente nunca encontró los sobrecostos que igual se verificaban en auditorías de escritorio, sin ninguna necesidad de parar nada, y ahora, por paralizarlos, nos están costando el triple y lo que no tiene precio jamás que son miles de vidas perdidas cada año por ocho años, que se hubieran evitado y que siguen corriendo.

A mi juicio, un exvicepresidente y después presidente tenía toda la información de las vidas que se perdían por no tener estos hospitales, y aun así tomó él, unilateralmente y sin consulta, la decisión de pararlos, lo convierte a él no solo en un asesino, sino en uno de los más grandes asesinos de la historia, en mi opinión personal.

Siento lástima por sus familiares e hijos que no tienen ninguna responsabilidad de sus actos. ¿Cómo puede él vivir en Panamá de forma libre?, ¿cómo un dueño de restaurante lo deja entrar a su establecimiento?, ¿cómo se atreve a ir a un sepelio en una iglesia? No me lo puedo explicar a mí mismo, ni entenderlo.

¿Cómo una persona en Panamá le pueda alquilar un apartamento en las islas de Ocean Reef y aceptarle la renta con su dinero sucio y lleno de sangre? ¿Cómo alguien lo puede tener de vecino y no sentir vergüenza?, eso tampoco lo entiendo.

Yo personalmente, he dejado de ir a estos restaurantes que permiten la entrada de este señor. Pero también conozco amistades y familiares que están haciendo la lista de estos restaurantes para hacer lo mismo como una especie de sanción moral, por más que se trate de una cocina de excelencia.

Es una forma de que todos entendamos que hay un mensaje que mandar a este presidente que tanto daño le hizo al país.

Inversionista y asesor financiero.
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