• 25/01/2023 00:00

La esclavitud del siglo XXI

“Estamos creando una sociedad indolente, ignorante y corrupta, que va a elegir indolentes, ignorantes y corruptos. Esa es la esencia de la esclavitud del siglo XXI”

Según organismos internacionales, en el mundo se viene generado un nuevo tipo de esclavitud que crece rápida y descontroladamente en diversas regiones del planeta. Es el auge de la migración irregular que surge de la desesperación de quienes no encuentran en sus países oportunidades de vivir decentemente o ven amenazada su existencia por sus creencias políticas, religiosas o su orientación sexual y que es caldo de cultivo de delitos tan deleznables como el narcotráfico, la trata de seres humanos, el tráfico de órganos y el comercio sexual. Es cierto, es una categoría, pero hay otro tipo de esclavitud moderna, en mucho más abarcadora y que, si profundizamos, es probablemente la causa de migración y sus secuelas además de otros muchos males.

Me refiero a la esclavitud de la autoestima, que afecta a todas las sociedades y en todos los regímenes. La característica política de lo que va del siglo XXI es el clientelismo y el paternalismo, desde los Estados Unidos hasta China, pasando por todas las tendencias, el clientelismo, el paternalismo y el populismo se ha adueñado de las sociedades, primero se adueñó de los partidos políticos, luego de los Gobiernos y hoy de los pueblos.

Los tres últimos Gobiernos que hemos tenido en Panamá han sido el epítome de este modelo, que acaba con la iniciativa personal y con la autoestima, convirtiendo al ciudadano en una mercancía, por la cual el político paga con fondos públicos o de dudosa procedencia.

Cuando un líder señala que su partido está perdiendo el sentido democrático, la respuesta es “hoy tenemos más diputados, alcaldes y representantes que en su tiempo”, pero nadie pregunta por la calidad de esos funcionarios, por sus antecedentes, por la forma como obtuvieron sus patrimonios, por las ejecutorias en sus cargos. Simplemente se suma, nunca se califica.

Los Gobiernos no se interesan en modernizar la educación, en fomentar los hábitos de vida que evitan las enfermedades, por preservar el medio ambiente, por eliminar la ineficiencia de la administración, por erradicar la corrupción. Por el contrario, mantienen la obsolescencia académica, porque un pueblo ignorante es un pueblo manipulable, nos llenan de hospitales, mientras no existen políticas de promoción de la alimentación saludable y del ejercicio; mantienen la burocracia ineficiente para generar más cargos públicos que manejan como cuotas electorales, y, obviamente, alientan la corrupción, porque es la fuente de financiamiento de sus partidos y de sus intereses personales.

El ciudadano está perdiendo la iniciativa, no le interesa lo que hacen los gobernantes, siempre que haya un “puesto” para un miembro de la familia, que haya una beca, un saco de cemento o un jamón. Los líderes gremiales se desbocan a sentarse en cuanta mesa de diálogo se inventa. Nadie se preocupa por lo que pasará mañana con el Seguro Social, a nadie se le ocurre renunciar, convirtiéndose en cómplice de la irresponsabilidad, y así podemos seguir mencionando decenas de situaciones.

¿Qué líder político denuncia esto, quién le dice al pueblo la cruda verdad en su cara, quién propone algo distinto? Ninguno, todos siguen el mismo libreto populista, porque es la única forma de conseguir votos.

Estamos creando una sociedad indolente, ignorante y corrupta, que va a elegir indolentes, ignorantes y corruptos. Esa es la esencia de la esclavitud del siglo XXI.

Abogado
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