• 04/04/2013 02:00

Despacio, que esto es urgente

El lector detallista percibirá que el título del presente artículo es una paráfrasis de la famosa advertencia que dirigía Napoleón a su ...

El lector detallista percibirá que el título del presente artículo es una paráfrasis de la famosa advertencia que dirigía Napoleón a su ayuda de cámara: ‘vísteme despacio que estoy apurado’. He traído al papel esta frase para ejemplificar el tipo de conducta que debemos asumir para resolver los temas socioeconómicos que golpean la cotidianeidad del panameño, uno de ellos que quiero comentar es el de la basura: Frente a la crisis, que es estructural, y frente a esta coyuntura, que es epifenómeno de la primera, debemos elaborar las respuestas pertinentes.

La presente administración no es más que la cerecita que corona el helado; es decir, es la convergencia puntual y necesaria de errores acumulados que insistían en la necesidad de precarizar la presencia del Estado y la sociedad, en lo que se pretendía que fuera puro negocio.

No es de balde que la veintena de años posteriores a la invasión fueran inaugurados con la frase de un vicepresidente cuya memoria traemos en forma respetuosa pero discrepante, el cual advertía ‘este es un gobierno de empresa privada’.

Hoy pagamos la reiteración de las consecuencias de e se concepto en la forma de problemas y acciones que no se pueden resolver mediante mecanismos privados: Las normas, que son de origen gubernamental y la participación que es de origen social son ejemplo de ello.

Ante la crisis del vertedero (resuelta, por ahora) surgen angustiosos planteamientos sobre el ¿qué hacer? de cara al presente y al futuro. La impaciencia ciudadana la debemos combinar con la tranquilidad que nos da la certeza de que todo se puede resolver con normas y buenas prácticas. Saber esto nos puede permitir esa combinación de serenidad y firmeza que nos da la certeza.

Expliquemos lo anterior: todas las referencias insisten en que hay que reciclar para evitar el acumulo de cerros de basuras y escombros. Evidentemente la actividad de numerosos pepenadores recogiendo entre los escombros no alcanza para depurar lo acumulado. Hay que ir a las fuentes.

Si la Autoridad Estatal con competencia en estos asuntos (tarea difícil la de identificarla por la tendencia actual a la dispersión y atomización de responsabilidades) normara que las empresas fabricantes de bolsas destinadas a que los comercios entreguen sus mercaderías (víveres o lo que fuera) a los clientes tengan la obligación de elaborar esta bolsas con los colores clásicos utilizados para el reciclado, distinguiéndolas entre sí solo por el nombre sobreimpreso del comercio al cual van destinadas.

Tendríamos, solo por esta medida, la disponibilidad o base material para que la población tenga la capacidad de reciclar; si además la autoridad de Educación, identificando a los alumnos como agentes de cambio, instrumentara raudamente seminarios y talleres relativos al reciclado, dirigidos a la población de alumnos de primaria y secundaria, ilustrándolos acerca de la importancia y formas de separación de los desechos en los hogares según colores, tendríamos en menos de un año la capacidad de afrontar el problema.

Una vez separado el material y expuesto en los depósitos de la vía pública frente a cada hogar se produciría el inevitable y necesario aflujo de quienes en forma comercial requieran de los desperdicios para reutilizarlos. De tal forma se podría aliviar y sistematizar el proceso de recogida, pues cada tipo de desperdicio tiene su tiempo prudencial de espera, según su capacidad de descomponerse. Creo que podemos entender esto.

Lo que no podemos entender ni asumir como correcto es el actuar gubernamental. Ello revela su precario papel por su pobre nivel de conceptualización. Lo inmediatista es pura sobreactuación, que debemos obviar para no caer en el ridículo. La intervención del Gobierno y las agencias judiciales en busca de sospechosos son indicativas de ignorancia acerca de los mecanismos de combustión endógena de los compuestos orgánicos enterrados. Me hace recordar un chiste que corría acerca de un dictador latinoamericano que, urgido de tomar medidas por un terremoto ocurrido en una localidad provincial, cursa un telegrama al gobernador de la misma: ‘Urgente tomar medidas movimiento sísmico’. Al día siguiente recibe la respuesta: ‘Movimiento sofocado, Sísmico detenido’.

MÉDICO.

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