• 02/04/2022 00:00

La expansión económica internacional de China: ojo con Panamá

“Aunque no se disponen de cifras concretas para Panamá, sí que es destacable la promoción de proyectos a ejecutar en lo futuro [...], así como la conclusión de un tratado de libre comercio Panamá-China [...]”

Se ha convertido en tópico o lugar común el hecho de discutir la creciente ola inversionista de China en los países latinoamericanos; o, lo que es lo mismo, la inserción o involucramiento de estos países en la estrategia de la expansión económica del gigante asiático. ¿Pero cuál es la realidad de ese crecimiento inversor chino en Latinoamérica hoy, y cuál la articulación de los países del área en la expansión mundial china? (En especial en Panamá).

Es el objetivo de esta nota apuntar algunas ideas que intentan dar respuesta a estas preguntas.

El ascenso de China como superpotencia económica es un hecho consumado. La antigua fábrica del mundo se ha convertido en una potencia económica, merced a la creación de una estructura económica, no solo productora de bienes de consumo masivo, sino también de bienes de capital de alto valor agregado. Su dominio del proceso de producción y su destreza en las áreas dominantes de la cuarta revolución industrial (la robótica, las tecnologías de información y comunicación, etc.), nos muestran una China que se posiciona como superpotencia en el plano económico mundial, en clara disputa de la supremacía que aún conservan las potencias de occidente.

El estatus de China como superpotencia en el plano de la competencia económica internacional, ha impulsado consiguientemente su papel como creciente inversor en las distintas áreas geográficas del mercado mundial, entre ellas en el área latinoamericana, lo que ha resultado en un verdadero “desbordamiento” de ingresos de capital en la región.

¿Cuáles son las modalidades y el grado concreto de esa expansión en nuestra región?

Lo primero: la ruta de la inversión a través del financiamiento (a los Estados y a asociaciones público-privadas); lo segundo por medio del financiamiento (de proyectos o por medio de meros empréstitos) en forma de deuda pura; la tercera, por medio de la inclusión en proyectos de la propia ruta y franja de la seda; la cuarta, por medio de la ruta de la seda de la salud (intercambio de productos de la salud); y, quinto, por medio de la ruta de la seda digital (incrementar el comercio electrónico y digital).

El más importante de los cinco pilares es la expansión de China en América Latina y consiste en el financiamiento por medio de préstamos a los Gobiernos, que se traducen en deuda soberana (de los Estados). Los mayores receptores de este tipo de inversión son, en orden de importancia: Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Bolivia y México. Panamá, comparativamente, ocupa aún un lugar modesto, pero no menos importante, dado el tamaño reducido de su economía. Cerca de 25 mil millones se han invertido de este modo en la región, según estimaciones de centros de estudios económicos, como el Banco Mundial.

Aunque no se disponen de cifras concretas para Panamá, sí que es destacable la promoción de proyectos a ejecutar en lo futuro (el proyecto de ferrocarril a Chiriquí, muy al parecer malogrado), así como la conclusión de un tratado de libre comercio Panamá-China (hoy en suspenso, al parecer por efecto de las presiones externas, pese a que su negociación está ya muy avanzada).

Es verdaderamente impresionante la amplia red de asociaciones, fundaciones, organizaciones de amistad, seminarios, encuentros que se organizan disponiendo de extenso y muy generoso financiamiento chino (aunque no es muy publicitado, China otorga en forma de becas para seminarios, financiamiento para que viajen a China a personal de distintas entidades públicas, como el Órgano Judicial). Aunque se ha observado un cambio de tendencia del financiamiento chino reciente (se ha abandonado el financiamiento soberano o a Gobiernos por medio de empréstitos, y se privilegian las asociaciones público-privadas), la realidad es que el interés del país asiático continúa firme.

Con el establecimiento pleno de relaciones diplomáticas con China, ocurrido durante el pasado Gobierno, Panamá suscribió un numero plural de acuerdos económicos, sobre cuya ejecución real el Gobierno ha sido parco en detalles. Parece que su proceso de implementación ha sufrido un cierto efecto suspensivo, aunque nada oficial ha trascendido nunca.

El interés chino en la región en general, y en el Istmo panameño en particular, no ha mermado, si bien sus modos y formas han tendido a variar con el tiempo (de financiamiento a Gobiernos a relaciones más directas con los actores económicos privados), y, en el corto plazo, no se prevé que puedan sufrir una merma sustancial. Por ejemplo, la entrega por parte de un consorcio chino-panameño de Ciudad Esperanza en Arraiján, donde hasta este año, según una información oficial del Ministerio de Vivienda, solo se han entregado muy pocos apartamentos a familias de escasos recursos económicos. El proyecto original abarca la construcción 2 mil 250 apartamentos en 68 torres y contempla canchas deportivas, parques vecinales, extensión universitaria, centro comercial, estación policial y oficinas estatales.

Hasta ahora, los constantes retrasos han estado causando malestar entre los futuros residentes. Esta obra fue adjudicada en el año 2018 al consorcio China Construction América (CCA) (https://www.miviot.gob.pa/ciudad-de-esperanza/).

Otro detalle que nos llama la atención es el reporte de una organización Xinhua sobre la inauguración de Expocomer 2022, no se menciona la participación de empresas chinas que sabemos ya están haciendo negocios aquí, como, por ejemplo, Huawei. Nos queda la duda de por qué el bajo perfil. (http://spanish.china.org.cn/china/txt/2022-03/24/content_78127121.htm).

Con el relativo control de la pandemia a nivel mundial y la subsecuente reactivación económica en curso de concretarse, las perspectivas de un incremento del involucramiento económico chino en la región parecen claras: ¿serán estas perspectivas favorables e importantes para Panamá? Está por verse.

La ciudadanía debe estar atenta sobre la forma como van a ejecutarse los numerosos acuerdos firmados con China, al momento del restablecimiento de relaciones diplomáticas por el Gobierno del expresidente Juan Carlos Varela y, sobre todo, cómo se va a implementar el tratado de libre comercio China-Panamá. ¿Será como los peines y espejitos de la era colonial? Igual está por verse. Panamá puede extraer beneficios de esta relación, pero tiene que examinar primero el verdadero alcance que tenga el impacto económico de una superpotencia como China en una economía comparativamente pequeña como la nuestra.

Para muestra y lección aprendida por cabeza ajena, miremos cómo Uganda parece ser la última víctima de la “trampa de la deuda” con China. Una HYPERLINK "https://www.infobae.com/america/eeuu/2019/11/02/la-neocolonizacion-como-es-el-plan-de-china-para-conquistar-america-latina-y-las-peligrosas-consecuencias/"estrategia del régimen de Xi Jinping para quedarse con los recursos de los países en vías de desarrollo, mediante la concesión de préstamos para la construcción de infraestructuras que se vuelven imposibles de pagar, según publica la cadena Infobae.

Las alarmas sonaron a fines de noviembre, cuando trascendió que Uganda, un empobrecido país de África Oriental, podría entregar el Aeropuerto Internacional de Entebbe, en caso de que no pague un préstamo de 200 millones de dólares otorgado por Beijing en 2015 para expandir y mejorar las instalaciones.

La revelación del diario Daily Monitor causó revuelo en Uganda, donde imágenes de la bandera china ondeando sobre el aeropuerto y otras que mostraban una pancarta que decía“Bienvenido al Aeropuerto Internacional de Entebbe de China” que se compartieron ampliamente en las redes sociales.

Los estrategas de nuestra política comercial y económica tendrán que analizar y meditar, lo cual debe ser la opción, antes que morder el anzuelo de un mero financiamiento de parte del gigante chino a nuestro país en forma de deuda soberana; es decir, de más endeudamiento externo, ítem en que el país no tiene ya mucho margen de maniobra. El tratado de libre comercio en fase conclusiva debe merecer todavía más atención y cautela, por el previsible impacto que sus efectos puedan tener sobre nuestra estructura económica.

Como se puede ver, no se trata de recoger efímeros centavos ni de tender la pedigüeña mano esperando la dádiva de la potencia emergente, sino de planificar con inteligencia y cordura cuáles ventajas reales puedan derivarse, sin menoscabar nuestra soberanía como nación independiente, de dicha emergencia china, que ya es imparable, y que, para mal o para bien, influirá en el curso de la economía mundial en el inmediato tiempo por venir.

(*) Militar de carrera, Escuela Militar de Chorrillos; abogado, Universidad de Panamá.
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