• 29/05/2023 00:00

La familia y la educación en valores

“En estos momentos de mayor crisis social es cuando el papel de los padres debe ser más notorio para fomentar la práctica de buenos valores”

La familia es la base fundamental de la educación y en donde se cimentan lo valores primordiales del ser humano. Allí radica la importancia de la familia y su papel protagónico en todo el conglomerado de la sociedad. Por eso, la práctica de buenos valores tiene su importancia en la familia.

En la edad escolar, los niños, aparte de las diferentes asignaturas que aprenden, se refuerzan también en la práctica de buenos valores, como la responsabilidad, respeto, empatía, gratitud, y otros. Sin embargo, entendemos que todos estamos involucrados en la formación de los futuros profesionales del país. Los primeros responsables en educar a los hijos en valores son los acudientes. Es importante demostrar a la juventud que lo que hacen los mayores son buenos ejemplos, que son dignos de imitar y seguir. Estas buenas prácticas se demuestran y se practican en el hogar y luego en la escuela.

No obstante, en las escuelas, la educación empieza a sentir más los cambios en la actitud de los jóvenes producto de la crisis en la sociedad, y eso repercute en lo que hoy se denomina “crisis de valores”. Ante estos desafíos, muchas familias desconocen cómo enfrentarlos o no encuentran las vías adecuadas para poder cambiar la actitud de sus hijos. En muchas ocasiones, los acudientes son citados a las escuelas para ponerlos al tanto de lo que ocurre con sus discentes. La falta de valores como el respeto, responsabilidad, continúa acaparando la actitud de los jóvenes. Es muy importante incentivarlos con ejemplos para tener una sociedad con altos valores éticos y morales. De este modo, podemos afirmar que la educación de forma íntegra es absolutamente tarea de todos.

Hay tres elementos fundamentales que tienen conexión entre sí para lograr los objetivos deseados: la educación como tarea de todos, el rendimiento escolar y la práctica de buenos valores. Es un proceso educativo que toma tiempo, pero que es importante que todos se involucren.

Por el otro lado, también nos encontramos con jóvenes quienes a su corta edad ya demuestran una actitud plena hacia sus mejores intereses que lo llevarán a ser profesionales o más bien emprendedores para formar sus propios negocios. Ya sueñan en formar sus propias empresas y tener colaboradores. Esta es la actitud que deben asumir siempre nuestros jóvenes que desean aportar sus esfuerzos al progreso de la nación. Estoy seguro de que, si estas actitudes positivas son bien enfocadas por los primeros maestros de la educación que son los padres, los jóvenes tendrán historias fascinantes que contar en el futuro. Después, la escuela hará su aporte a través de los educadores en la instrucción y formación. Desde los primeros días en que los niños asoman sus miradas a las aulas escolares, ya es indicio de que traen consigo sus sueños para ser grandes profesionales, que aportarán desde diferentes conocimientos al desarrollo del país. Nuestros discentes muestran su comportamiento o actitud positiva hacia el estudio en la medida en que los padres cumplan verdaderamente su rol en el hogar desde los tiernos años de vida. Definitivamente la formación en valores y la actitud que asumirán nuestros estudiantes hacia el estudio dependerá en gran medida del papel de los padres en el hogar.

En muchas ocasiones, por falta de un miembro en la familia, padre o madre, la educación de los jóvenes se ve perjudicada, y eso lo demuestran después en la edad escolar. Mientras tengamos más estudiantes en las escuelas, se reducirán, por un lado, jóvenes que se dedican a actividades ilícitas que no traen ningún progreso. Mientras más estudiantes asistan a las escuelas, en el futuro tendremos más médicos, ingenieros, doctores, abogados, educadores, etc.

En la medida en que cada instancia cumpla su rol a cabalidad, estaremos formando el ser humano para la vida, y no solo seres humanos instruidos, pero carentes de una buena educación. Escucho frecuentemente a la gente afirmar que sus hijos perdieron dos largos años de estudio por la pandemia, que no aprendieron nada, y que deseaban regresar a las aulas escolares. En tiempos de pandemia, los educadores redoblaron sus esfuerzos para instruir a los futuros profesionales a través de la virtualidad, pero si los padres motivaron a sus hijos hacia la lectura y la práctica de buenos valores, entonces no se perdió nada. Todo lo contrario, sus esfuerzos fueron para el beneficio de sus propios hijos. Estoy seguro de que los padres responsables han realizado su labor pensando en el bienestar de sus hijos. En estos momentos de mayor crisis social es cuando el papel de los padres debe ser más notorio para fomentar la práctica de buenos valores.

Esta manera de educar bien debe ser permanente para ir amoldando el carácter del individuo y la eficacia de practicar en todo momento los buenos valores. Considero que es realmente urgente tomar los correctivos pertinentes para que los jóvenes se enrumben hacia mejores derroteros con sus sueños, que los llevarán a ser mejores personas, que es lo que requiere la sociedad.

Docente, investigador y ensayista, Escuela Francisco de Miranda.
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