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- 24/12/2015 01:01
¡Feliz Navidad! No pierdan las esperanzas
La Navidad es una fiesta que celebra el advenimiento de la esperanza. Tiene una raíz religiosa, muy vinculada al cristianismo y la versión bíblica que marca el nacimiento de Jesús en un pesebre en el corazón de Palestina. Según algunas estadísticas, hay más de mil millones de cristianos en el mundo (divididos en sectas e Iglesias). Muchos no creyentes también celebran la Navidad y aprovechan el momento para reunirse en familia para reflexionar sobre el pasado y el futuro.
Para algunos cristianos la fiesta navideña es la fecha más importante en su calendario religioso. Para otros ocupa un lugar secundario, al lado del Domingo de resurrección. La primera celebra la vida en la tierra y la redención de la humanidad. La segunda nos proporciona la promesa de la vida eterna.
En el libro sagrado de los cristianos —la Biblia— los Reyes Magos juegan un papel central en la celebración de la Navidad. Le traen regalos de las tierras más lejanas al niño Jesús. Este acto simboliza la solidaridad y el amor entre los pueblos. Esta tradición, sin embargo, es ignorada por los gobiernos que cuentan con poderosos ejércitos que continúan con sus guerras y bombardeos.
La Navidad ha sido parcialmente secuestrada por intereses materiales que aprovechan la fiesta para incrementar sus ganancias pecuniarias. El secuestro crece con el paso de los años. La Navidad se comenzó a celebrar hace relativamente poco —siglo y medio— en los países nórdicos de Europa occidental que se consideraban cristianos protestantes. En los países mediterráneos de Europa, que defendía su fe cristiana católica, las familias festejaban el día de los Reyes Magos (dos semanas después de la Navidad).
En el siglo XXI, la Navidad ha desplazado el día de los Reyes Magos. Más aún, la fiesta que nació en las frías tierras escandinavas y alemanas, se ha extendido a todos los continentes del planeta. La Navidad lo celebra cristianos y no cristianos, repartiendo regalos entre los niños al igual que entre los adultos. Incluso, el pesebre que simboliza el nacimiento del niño Jesús ha sido reemplazado por otros símbolos de la mitología nórdica como el árbol, el trineo y San Nicolás. Queda la estrella, en lo más alto del arbolito navideño, que guía a los Reyes Magos (que ya no aparecen en escena).
La Navidad también es una fiesta popular. La celebración no se limita a las clases pudientes o a las llamadas capas medias consumidoras. La fecha es anhelada por las mayorías que no tienen recursos para celebrar con grandes derroches de regalos o banquetes. Es quizás en estos hogares donde el espíritu de Navidad tiene más significado. La familia se reúne rodeando al niño (o niños) con el amor que representa toda la riqueza que posee. Si hay un juguete para alegrar al niño o un plato especial sobre la mesa la celebración es completa.
En América Latina la Navidad – que nos entrega la publicidad dominante— es una fecha que todavía está en transición. En la mayoría de los hogares no hay ‘poder de consumo' y la fiesta reproduce su sentido original: la esperanza. Esta se traduce en oportunidades para los más pequeños: educación, salud y un futuro empleo decente.
El flagelo de la violencia institucionalizada es sustituido durante la celebración de Navidad, aunque sea por unos pocos días, por la esperanza de la promesa navideña. La violencia cotidiana en la casa sin agua potable, en la calle sin aceras, en el transporte inexistente, en las escuelas colapsadas, en los centros de salud sin medicamentos, es tapada por un velo momentáneo que nos da nuevas fuerzas y esperanzas.
Las fechas bíblicas también nos recuerdan que las tierras que recorrió Jesús durante su vida hoy son escenario de las más cruentas guerras entre las potencias que compiten por el control de los enormes tesoros que contiene su subsuelo. Hace más de dos mil años, cuando Jesús alumbró el humilde pesebre en Belén, su entorno era subyugado por las poderosas legiones romanas. En la actualidad, los niños palestinos son agredidos y encarcelados por los nuevos ocupantes. Las tierras sagradas son pisoteadas por quienes se dicen los cristianos más puros y sus agentes.
Hay casi mil millones de cristianos en el mundo que viven en la pobreza. Junto con los palestinos no pierden la esperanza de un mundo mejor donde todos puedan vivir en paz. ¡Feliz Navidad!
PROFESOR DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ E INVESTIGADOR ASOCIADO DEL CELA