• 13/10/2012 02:00

Presente y futuro

El mundo parece debatirse entre el capitalismo salvaje y el socialismo en cualquiera de sus modalidades. Sus métodos, el medio cultural ...

El mundo parece debatirse entre el capitalismo salvaje y el socialismo en cualquiera de sus modalidades. Sus métodos, el medio cultural en que se ejercen, la historia y la interferencia entre dos, les da a ambos grupos sus características locales y sus posibles perspectivas de éxito y de futuro en nuestro continente.

Las incapacidades, la corrupción, la indolencia, la violencia, el despilfarro, los sobreprecios y la inexperiencia son algunas de las severas limitaciones y distorsiones comunes que generan la ineficacia en general. Pareciera que esto se aplica a todas las ideologías, tendencias, procedimientos y variedades administrativas de gobierno.

Se trata de una sociopsicopatología que se ha estudiado mucho, destacando entre sus causas: vicios ancestrales coloniales, dependencias económicas, inadecuada identificación regional, atrasos educativos generacionales, superexplotaciones externas; en fin, todas en relación a una desventaja cronológica de una raza autóctona vencida y reemplazada por una neoestructura sociopolítica, que por lo nueva le está tomando tiempo alcanzar los niveles humanos generales mundiales.

Tal vez los más dramáticos aspectos están en el área cultural, de infraestructuras, tecnológica y económica. En el mundo occidental de hoy se impone patéticamente el capitalismo, las inversiones, el control de los avances científicos, la fratricida competencia, las fuerzas armadas, el mercantilismo, el consumismo. América Latina en esta catástrofe se defiende y lucha por su superación.

Para todos es preciso sabiduría, honestidad, ética, justicia, civismo, cultura, trabajo, reflexión y solidaridad. Hay que reconocer los grandes progresos en algunos los aspectos que nos han elevado a los estratos comparativos con nuestros predecesores, pero que definitivamente aún no logramos equipararlos.

Los tradicionales gobiernos de derecha, que se han dado en casi todos los países hasta mediados del siglo pasado dieron paso a una burguesía arribista de civiles y militares que desestimaron las severas necesidades de los comunidades más humildes, indígenas, campesinos y trabajadores; provocando una población víctima de la ignorancia, la desnutrición, la pobreza y una pésima distribución en la sociedad de las riquezas producidas por todos.

En nuestro medio, los productores fueron postergados y por otra parte se promovió una gran expansión de los inversiones nacionales y extranjeros en las áreas comerciales y bancarias, utilizando las ventajas de nuestra posición geográfica. Llegamos a un sector mercantil hipertrofiado y al agrícola abandonado. Este fenómeno ocurre en varios países, poniendo en riesgo el real crecimiento económico, el humano y la seguridad alimenticia.

Las decepciones y frustraciones de los partidos políticos tradicionales mercantilizados desideologizados, ha conducido a las masas a procurar otras alternativas más comprometidas con el desarrollo social y una mayor equidad en la calidad de vida. El desempleo, los servicios sociales insuficientes, los altos costos de la vida, el consumismo, la publicidad engañosa son una violencia permanente contra el pueblo.

Si las fuerzas económicas no han podido o no han decidido resolver los problemas sociales, tienen que cambiar radicalmente o darle el poder a otros que puedan crear una sociedad más justa, armónica y feliz. Los partidos hacia el socialismo están concretando avances que tienen el apoyo de los más humildes, a quienes los ricos nunca atendieron.

Dentro de ese esquema con el nombre o los líderes que sean, junto a crear conciencia social, organizar al pueblo, hacerlos autorresponsables democráticamente de su destino; hay que implementar acciones donde los pequeños y medianos empresarios tengan acceso al crédito, a la tecnología, a tierras, a infraestructuras, caminos, riego y mercados para producir alimentos. Que las políticas fiscales den ventajas solo a los productores que creen empleo, abaraten sus costos y se comprometan de hecho con el progreso social de todos.

Que a las inversionistas internacionales se les oriente a invertir sus ganancias y excedentes en el país, especialmente en la agroindustria. Es una posición proteccionista, nacionalista, porque la riqueza está en esta tierra y en su geografía. Que la prioridad sean sistemas cooperativos en las comarcas y en el campesinado, cumpliendo así una función social. Los grandes inversionistas deben acceder a su responsabilidad social, a la seguridad, a la paz; participando en el progreso local que significará un más estable y seguro mercado. Esto último parece utópico, pero los trabajadores y consumidores somos más y en la elección mundial: ‘Vox populi vox dei’.

Los bajos costos de vida disminuirán la necesidad de aumentar los sueldos y ampliarán el mercado de turistas. Hasta el momento el único procedimientos efectivo para eso, ha sido la regulación de precios, aunque a la OCDE no le guste. Un modelo a observar con atención es el de mercado social chino, donde al parecer el capital estatal y la empresa privada se acoplan para el desarrollo productivo, pero para abaratar costos y brindar el apoyo al Estado para satisfacer todas las necesidad humanas sociales naturales. Crear conciencia entre los empresarios y en la base del pueblo de la necesidad de sostenernos todos con el trabajo, la honestidad y el progreso. Sin el juegavivo de algunos, ni la publicidad engañosa, el autoritarismo, la soberbia, ni la codicia. Producir como capitalistas y gastar como socialistas.

Las prácticas coimeras derivadas de las habituales comisiones mercantiles y la terminología economicista de clientes, y todo medirlo como materialistas en costos y beneficios monetarios, horas de trabajo, dividendos, ganancias, etc.; deben cambiarla a felicidad interior, armonía y justicia social, paz, que es una ruta para un Panama Mejor, para vivir bien todos.

—Use un lenguaje digno de Ud.

—En memoria de Cristina Pimentel.

MÉDICO Y EXMINISTRO DE SALUD.

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