• 07/09/2008 02:00

Lo importante es la gente

Muchos de los problemas de los que nos quejamos los panameños, y con razón, se resumen en una falta de atención hacia la gente, de preoc...

Muchos de los problemas de los que nos quejamos los panameños, y con razón, se resumen en una falta de atención hacia la gente, de preocupación por los demás —que es lo que crea las crisis, lo que encarece la vida y disminuye la calidad de los servicios—. Este problema que muchos piensan que es una simple cuestión de carácter o un asunto de moralidad personal, de virtudes individuales, repercute hondamente en todo el tejido social.

Veamos el caso del precio del combustible: ha habido movimientos en el costo del barril y en los precios de paridad que reflejan especulación, pero esto no ha importado gran cosa hasta ahora porque, al fin y al cabo, el que paga todo el costo que ello genera, cueste lo que cueste, es el pueblo. O mejor dicho, en este caso lo pagan todos, pero lo siente el pueblo. Hay denuncias del maltrato que reciben los indígenas en las fincas cafetaleras, donde la infraestructura que poseen para hospedarlos no ofrece condiciones higiénicas adecuadas o donde se fumigan los cafetales sin asegurarles la protección que necesitan. Este descuido es uno de los más sensibles, porque se trata de un sector especial del pueblo: los que menos tienen, los indígenas.

El alto costo de la canasta básica es discurso perpetuo, porque nunca o muy poco ha interesado a los poderosos que la canasta suba o baje. Ello no pone en peligro su propia paila. Al final en cada uno de estos casos, ya sea el del combustible, las condiciones de trabajo de los indios o la canasta básica... ¿qué es lo que se pone en peligro sino precisamente a la gente necesitada y sufrida?

La Coordinadora de Lucha por el Respeto a la Vida y a la Dignidad del Pueblo hace su huelga, y podría considerarse a primera vista que los efectos negativos que genera se justifican como sacrificio general, debido a las cosas por las que luchan. Pero justo en su agenda incluyen un no a la reforma del transporte, un no al transmóvil. Y con esa actitud, ¿a quién representan, a quién benefician y a quién perjudican? Por cierto no benefician al pueblo, que necesita, por dignidad, salir del actual sistema de buses, lo que no les interesa a quienes tienen su propia agenda. Y ni hablemos de los taxistas y su egoísmo. Mientras no nos importe el pueblo, los problemas no se solucionarán.

Lo Nuevo