• 19/08/2021 00:00

Historia del pino en Panamá

“[…], mi hermano, […], hizo una pequeña parcela, la cual mezcló con la tierra de Florida, dando como resultado los primeros plantones de pino caribeño”

En 1963, viajé a mi “alma mater”, la Universidad de Florida (Gainesville); el viaje tenía dos propósitos: 1.- asistir a la celebración de las festividades relacionadas con la fundación de la universidad; y, 2.- cumplir con la solicitud de mi hermano, el ingeniero agrónomo Gerardo Arias, de traerle una bolsa de tierra infestada en un campo de pino. Ya que, a esa fecha, las semillas de pino no germinaban en Panamá, y él se acordaba de que el eminente científico panameño doctor Menalco Solís le había dicho que en Panamá la tierra no tenía el microorganismo llamado micorriza. El doctor Solís ya había descubierto en Panamá otra variedad de pino que no se asemejaba en nada al pino caribeño.

Cumplí con su solicitud, ya que el regreso lo hicimos en un auto que había comprado por allá, y un profesor de la Facultad de Agronomía tuvo la amabilidad de obsequiarme una bolsa con 20 libras de tierra, y una libra de semilla infectada con la micorriza.

A mi regreso, mi hermano, que trabajaba en la Estación Forestal de Concepción, hizo una pequeña parcela, la cual mezcló con la tierra de Florida, dando como resultado los primeros plantones de pino caribeño.

Han pasado más de 50 años y hay residuos de la existencia de dos pinos, uno ya muerto, porque le cayó un rayo y el otro, a alguien se le ocurrió sacar tablones de dicho árbol.

El Ministerio de Agricultura se sintió muy complacido por los hallazgos encontrados y se dieron instrucciones de desarrollar otra parcela infectada con la micorriza de la parcela original.

En la antigua residencia, Finca Tizingal, que tenía en Volcán, sembré más de cuatro pinos y en otra, que tenía en Cerro Azul, hice un pequeño bosque de pino. No sé si los nuevos dueños aún los conservan, pero en Volcán planté más de mil plantones de semilla del pino caribeño y tecunumanii, los cuales alcanzaron un desarrollo de más de ochenta centímetros; el nuevo dueño de ese entonces, que es costarricense, por falta de recursos económicos, taló pinos, eucaliptos y cualquier otra variedad de arbustos para venderlas para hacer cajas de madera; la ANAM fue advertida sobre este delito ecológico, pero no tomaron ninguna acción.

El general Omar Torrijos, amante de los pinos, al enterarse del éxito en un semillero de pino, mandó a hacer otro semillero en el país, y se le ocurrió la idea de reforestar el área donde se ubica La Yeguada, la cual consta hoy día de más de un millón de pinos.

La tierra en esa área no es muy fértil y estos árboles no han alcanzado el desarrollo de engrosamiento que sí se ha dado en zonas como Volcán.

El Ministerio de Agricultura, muy contentos con estos intentos de la siembra de pino en Panamá, solicitó semillas a Honduras, y el ingeniero Eudoro Jaén, gerente del Chase Manhattan Bank en Trinidad y Tobago, le consiguió semillas en esa área, las cuales se desarrollaron muy bien.

Muy pocas personas en Panamá son conocedoras de esta historia, sería bueno que la Facultad de Agronomía de Panamá explicara la causa de que el pino no se daba antes en Panamá y ahora sí.

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