Un buen estudiante, tranquilo y algo introvertido, que fue monaguillo y empleado en un supermercado antes de alcanzar la fama. Esos son algunos retazos...

Desde siempre se ha vendido la idea que las enfermedades no transmisibles (ENT) no son transmisibles. Lo cierto es que son supertransmisibles: se transmiten por la publicidad, por el status social, por el mercado y los entornos dañinos, por las máquinas dispensadoras en las escuelas y hospitales, en los pasillos y esquinas de los supermercados, en fin, en todas partes donde vamos. Se transmiten incluso más rápido que las enfermedades contagiosas y virales. Tanto así, que hoy día se conocen como enfermedades crónicas, que incluyen hipertensión, diabetes, tumores, infartos, cánceres, obesidad, etc. y representan más del 70 % de las 9.000 muertes anuales en Panamá.
De allí que el Ministerio de Salud ha establecido metas para reducir la mortalidad prematura por estas enfermedades, resultantes de la ingesta de alimentos con un contenido excesivo de sodio, azúcares y grasas saturadas y trans. Según la Encuesta Nacional de Salud de Panamá (2019) un 38 % de la población de 5 a 17 años presenta sobrepeso y obesidad, al igual que un 72 % de la población adulta. En términos de las ENT en adultos el 42 % presentaron hipertensión, un 15 % diabetes, 40 % colesterol elevado y se observaron 1.317 casos de enfermedades cardiovasculares por cada 100 mil habitantes.
Estos problemas de salud pública son un desafío para formular y articular políticas públicas orientadas a mejorar los entornos alimentarios, como también incentivar iniciativas efectivas de promoción de la salud y prevención y tratamiento de estas enfermedades. Un factor fundamental para mejorar la salud pública de la población es reducir la ingesta excesiva de azúcares, sodio y grasas que están presentes en los alimentos procesados y ultraprocesados, y que no son fácilmente identificados como no saludables por las personas en el momento de adquirirlos.
A nivel mundial, existe consenso científico y político sobre la necesidad de implementar medidas efectivas que reduzcan el impacto de la alimentación no saludable. Las políticas recomendadas por la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) son aumentar el impuesto de los alimentos ultraprocesados; prohibir la publicidad de productos dirigidos a niños que contengan niveles altos de azúcares, sal saturadas; implementar un sistema de etiquetado nutricional visible de advertencia; y prohibir la producción de grasas trans.
De allí que el Movimiento de Alimentación Saludable de Panamá, fundado en julio de 2020, haya propiciado durante estos últimos cinco años el debate con autoridades, productores, importadores y consumidores para buscar mecanismos de apoyo a la población para acceder a una oferta de alimentos que sea saludable, nutritiva y sostenible. Más recientemente, el Movimiento de Alimentación Saludable se ha reunido con autoridades del Minsa, Mida, Meduca, Mides y diputados de la Asamblea Nacional para compartir evidencias y resultados de estudios que demuestran el daño causado por alimentos con altos niveles de azúcares, sal y grasas saturadas y trans, de manera que se puedan tomar decisiones para fortalecer la política de salud pública y crear leyes que inciden en la producción y comercialización de productos alimentarios con información clara y veraz en cuanto al contenido de sustancias que incrementan el riesgo y prevalencia de ENT.
Frenar el alto consumo de azúcares, sodio, grasas saturadas y grasas trans, así como eliminar los entornos dañinos y dietas perjudiciales en colegios y kioscos escolares, ha sido una de las prioridades del Movimiento de Alimentación Saludable. Consideramos que el no actuar de las autoridades o diputados ya no es una opción; la carga de evidencia es tal que no hacerlo de forma oportuna y adecuada constituye una falta grave por las consecuencias negativas y costos inimaginables por el daño que causan estas enfermedades en miles y miles de hogares panameños.
Como miembros del Movimiento de Alimentación Saludable respaldamos y ponemos a disposición de las autoridades y de la sociedad civil nuestro acompañamiento técnico y experticia, para que desde el gobierno y el legislativo se impulsen normativas enfocadas a la salud, la nutrición y la alimentación saludable de los niños, adolescentes y población en general de Panamá. Somos conscientes de que se requiere un trabajo en equipo, que debe incluir gobierno, diputados, academia, industria, comercio, padres de familia y la comunidad en general buscando el bien común.
Quien pretenda retrasar o buscar excusas para evitar debatir lo que hay entre manos, no debiera siquiera considerarse ser humano. Basta con saber que cada año mueren miles de personas a causa de estas enfermedades que se transmiten por una alimentación dañina y por la indiferencia de gobernantes y fabricantes de comida chatarra. Es hora de actuar y el momento es ya.