• 27/07/2025 00:00

La urgencia de una asamblea legislativa ejemplar en Panamá

Panamá necesita con urgencia una asamblea legislativa ejemplar. Un órgano parlamentario que funcione —en su totalidad— con honestidad, rinda cuentas claras, incluya a diversos sectores de la sociedad en su proceso de toma de decisiones, y se enfoque en la creación de leyes y políticas que mejoren la vida de las personas.

Y digo que Panamá necesita, pues lamentablemente —para la estabilidad política, el desarrollo económico y la justicia social, amén de nuestra tranquilidad—, salvo algunas excepciones, no tenemos esa Asamblea considerada como ejemplar. Al contrario, nuestro órgano legislativo, ha enfrentado —con no poca frecuencia— críticas por diversos problemas, incluyendo la falta de transparencia, corrupción, ineficiencia en su trabajo legislativo y, lo más importante, la carencia de la suficiente y necesaria combinación de principios éticos y valores que guíen la actuación nuestros diputados y diputadas en el ejercicio de sus funciones.

Dicho lo anterior, le dedico el resto de esta glosa a describir brevemente las cualidades, principios y valores que deben tener nuestros diputados para que nuestra asamblea funcione ejemplarmente y, con más detalles, las características de una asamblea legislativa ejemplar. Eso sí, subrayo de entrada que, somos nosotros los panameños quienes elegimos los diputados para representarnos en el hemiciclo legislativo. Por lo tanto, somos coautores de lo que hagan o dejen de hacer una vez que tomen posesión.

Para comenzar, un buen legislador debe poseer varias cualidades esenciales, incluyendo un profundo conocimiento de las leyes, habilidades de comunicación y negociación, capacidad de análisis y pensamiento estratégico, y un fuerte sentido de ética y responsabilidad. Además, debe ser capaz de trabajar en equipo, ser resiliente ante la presión y tener la capacidad de adaptarse a los cambios. Pero, no solo debe conocer el marco legal, sino también guiarse por principios éticos sólidos y valores que promuevan el bienestar social y el fortalecimiento de la democracia.

La combinación de ética, responsabilidad, conocimiento y compromiso con la sociedad son los pilares de un desempeño legislativo exitoso. De este provocador párrafo surge una pregunta inmediata y la obligación de no volver a equivocarnos: ¿tienen nuestros legisladores esas cualidades, principios y valores?

Y es obligatorio que las posean, pues la Asamblea Legislativa es la institución encargada de crear, modificar y aprobar las leyes que rigen la vida de todos los panameños. Para ser ejemplar, debe caracterizarse por su transparencia, participación democrática y compromiso con la ley. Fomenta la diversidad de ideas, la independencia de sus miembros y la búsqueda de consensos. Promoviendo el debate abierto, la toma de decisiones basadas en el interés público y el respeto por los derechos humanos, fortaleciendo la democracia y la gobernabilidad. Por esa razón, promueve la inclusión, la responsabilidad y la ética en su funcionamiento, garantizando la representación efectiva y la rendición de cuentas ante la ciudadanía. Su correcto funcionamiento refleja el compromiso del Estado con la justicia, la igualdad y el bienestar social. Genera confianza en la ciudadanía y fortalece la democracia, principios vitales en un país en desarrollo. Esta breve descripción nos obliga a preguntarnos: ¿la nuestra es una asamblea legislativa ejemplar?

Lamentablemente, como señalé al principio, en Panamá, existen desafíos que ponen en duda la calidad de nuestra Asamblea. La percepción de corrupción, las demoras en la aprobación de leyes importantes, la poca participación ciudadana en el proceso legislativo, los debates poco transparentes —en ocasiones con insultos personales y violentos— y una percepción de que las decisiones se toman en beneficio de intereses particulares alejan a la población de quienes deberían representarla. Abordar estos desafíos es clave para construir una institución ejemplar que inspire mayor confianza en la ciudadanía y contribuya al desarrollo del país.

Dicho todo lo anterior solo me resta subrayar que, el futuro de Panamá depende de la calidad de sus instituciones y de la visión que tengamos de una Asamblea Legislativa ejemplar. Solo con un parlamento comprometido con los valores democráticos, la justicia y la participación ciudadana, podremos garantizar un país más justo, seguro y próspero para las generaciones venideras. Es momento de exigir y construir ese ideal, porque un Panamá mejor solo será posible si una de sus instituciones clave funciona con ejemplaridad y compromiso.

Nos toca a los panameños, vigilar que ese sea el norte que oriente de manera permanente la gestión de nuestros diputados y que no se pierda el rumbo prometido durante la campaña. Forjemos acuerdos y compromisos concertados a partir de un permanente diálogo constructivo que aporte soluciones que funcionen para la población, el gobierno, las empresas; y nos ayude a erradicar la corrupción, reducir las desigualdades, promover el desarrollo sostenible y salvaguardar nuestra democracia.

*El autor es médico y exrepresentante ante la OMS
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