• 13/04/2025 01:00

La verdadera raíz de la crisis del CSS: una educación sin ética ni valores

Hoy, la Caja del Seguro Social vive una de sus crisis más graves. El fondo de pensiones está al borde del colapso, las soluciones propuestas afectan directamente al ciudadano, y las protestas aumentan con razón. Pero esta crisis no surgió de la nada. Durante años, los ciudadanos conocían del mal manejo, la corrupción y el silencio cómplice. La pregunta es: ¿por qué dejamos que esto ocurriera sin reaccionar como sociedad ni tomar medidas a tiempo?

La raíz del problema está en un sistema educativo que ha olvidado por mucho tiempo formar en ética, valores y conciencia ciudadana. Enseñamos a memorizar, pero no a pensar; a competir, pero no a colaborar; a obedecer, pero no a cuestionar. Así, formamos generaciones que no saben —o no se atreven— a exigir transparencia, responsabilidad ni rendición de cuentas. Nos enfocamos tanto en lo académico que descuidamos la formación humana y cívica, pilares de cualquier sociedad sana.

Ese vacío educativo ha creado una cultura que normaliza la corrupción y tolera la impunidad. La impuntualidad, el clientelismo y la apatía por el bien común no son casualidades: son producto de una educación que no enseñó a valorar lo colectivo ni a actuar con integridad. Hemos confundido astucia con inteligencia y éxito con riqueza sin ética. Esta distorsión ha debilitado el tejido moral de nuestra sociedad.

Solo en una sociedad sin educación en valores se acepta que el dinero —el “chenchén”— esté por encima de los principios. Se valora más quién tiene que cómo lo obtuvo. Esa mentalidad no es espontánea: es fruto de una educación que no formó carácter ni conciencia crítica. Se promovió un modelo de éxito sin ética ni responsabilidad social.

Como en el experimento de las pulgas bajo una tapa, hemos aprendido a vivir con límites mentales. Aunque la tapa ya no está, seguimos sin saltar más alto. El problema no es solo técnico o financiero. Es educativo, cultural y ético. Y no se resuelve con reformas superficiales, sino con una transformación que redefina lo que somos como país.

Si hay una institución que debe liderar con el ejemplo, es el Ministerio de Educación. No solo administra escuelas: forma el carácter social. Pero prácticas como transferencias discrecionales sin criterios técnicos afectan su credibilidad. No se puede hablar de valores si desde dentro no se aplican. El cambio debe comenzar en casa.

¿Qué estudios realiza el Meduca para definir las capacitaciones? ¿Cómo se eligen los capacitadores? ¿Cuáles son sus credenciales, cuánto se les paga y cómo se mide su impacto? Cada capacitación debe responder a necesidades reales y medirse en resultados concretos, ya que sin estos elementos es solo ilusión o un engaño.

También ha faltado una voz firme por parte de los gremios docentes. Aunque defienden derechos laborales, han sido poco activos en elevar la calidad educativa o transformar el sistema. La educación no se mejora solo con protestas: se mejora con liderazgo moral, compromiso y coherencia en el aula. Los gremios deben ser parte activa del cambio.

La neurociencia ofrece una salida poderosa: la neuroplasticidad. Así como el cerebro puede aprender nuevas rutas, la sociedad también puede romper patrones negativos. Pero no basta con tecnología ni discursos. El cambio debe ser profundo, cultural y humano. Requiere constancia y liderazgos auténticos que enseñen con el ejemplo.

Panamá no puede seguir reaccionando solo cuando todo colapsa. Necesitamos educación con propósito, ciudadanos con criterio y un gobierno con ética. La tapa ya no está. Es hora de saltar más alto. El cambio debe comenzar donde todo inicia: en la educación. Ese es el verdadero punto de partida nacional.

Reflexionemos como país: cada sector tiene una parte esencial en esta transformación.

Meduca

El Ministerio de Educación no puede seguir siendo espectador ni emisor de discursos desconectados de la realidad. Tiene la responsabilidad de ser ejemplo de transparencia y gestión. No puede pedir compromiso si permite transferencias sin mérito y capacitaciones sin evaluación. El Meduca debe despertar primero si quiere despertar al país. Su ejemplo impacta todo el sistema institucional.

Docentes y sus gremios

Los docentes son sembradores de conciencia. No se puede formar carácter desde la indiferencia. Y los gremios no pueden limitar su voz a lo laboral. Deben alzarla por la calidad, por los estudiantes y por el país. La educación no se cambia solo con pancartas: se cambia con preparación, vocación y ejemplo vivo.

Ciudadano en general

El ciudadano también ha sido parte del silencio. Hemos normalizado lo inaceptable, callado ante el que roba y repetido “no pasa nada”. Pero sí pasa: nuestros hijos aprenden lo que ven. Y si queremos un país distinto, debemos vivir distinto. Exigir con la voz, con la acción y con el ejemplo.

Jóvenes

A ustedes, jóvenes: no repitan lo que fracasó. No se acomoden a lo que no funciona. Panamá necesita una generación que cuestione, piense y actúe con ética. Estudiar es un acto de libertad; participar, una forma de amar al país. La transformación comienza con ustedes.

Educación sin valores genera y promueve la corrupción, la indiferencia, las protestas ciudadanas y otros problemas sociales. Esa es la raíz que no podemos seguir ignorando.

*El autor es consultor internacional en educación
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