• 04/02/2024 00:00

La violencia del narcotráfico en Latinoamérica

Solo hasta que el dólar empezó a ser sacado del mercado, guardado en caletas y dinamizando la pérdida de valor del dólar en el mercado mundial, empezó el cambio político contra el narcotráfico

Es alarmante y preocupante concebir que Ecuador, hace diez años, era un país de tránsito de droga, hoy es un país de acopio, de plataformas internacionales de distribución y procesador de drogas. Ese cambio se hace notar con la gran cantidad de droga decomisada, los descubrimientos de laboratorios y fundamentalmente el aumento de la violencia delincuencial, entre bandas rivales del narcotráfico internacional, que se da en las cárceles, en los barrios marginados y en la vida política, donde ejerce control en varios estamentos gubernamentales. Seis organizaciones delictivas se disputan el control de territorios para el tráfico de drogas y han creado un ambiente delincuencial y violento que ha provocado que el presidente, Daniel Noboa, decrete un Estado de excepción ante la grave crisis de seguridad.

Crisis de seguridad que en su momento vivió Colombia, San Salvador, México y que se desarrolla en menor intensidad, en Bolivia, Panamá, Argentina, Brasil, Perú, Guatemala, etc. Crisis que centra su poder delincuencial en las cárceles, donde están sus “capos” y desde donde se maneja y se manipula todo el accionar del narcotráfico. Crisis que centra su poder delincuencial en barrios marginados, donde crea bandas armadas y sicariato, que asesinan la competencia y los políticos que se atreven a luchar contra su poder. Erosionan el tejido social de nuestros países, basados en las políticas neoliberales, fortalecen la demanda de la cocaína en Estados Unidos y Europa, dinamizando la competencia de los carteles, legalizando el lavado del dólar con los sistema bancario y financiero de socios y capos, y apoyando con capital a diputados, alcaldes, gobernantes y presidentes electos de nuestra América.

Solo hasta que el dólar empezó a ser sacado del mercado, guardado en caletas y dinamizando la pérdida de valor del dólar en el mercado mundial, empezó el cambio político contra el narcotráfico. Así, junto a la nueva droga del fentanilo, se les da un giro a las políticas norteamericanas/europeas en el mercado del narcotráfico latinoamericano, se empiezan a incautar toneladas de cocaína, se atacan los capos de la zona, se envía “ayuda” militar a los países involucrados en el mercado de la cocaína y se apoyan gobiernos que acaben con los carteles, promoviendo más cárceles y políticas violentas contra las bandas en los barrios marginados.

La política antinarcótica de los Estados Unidos cambió, ahora lucha por tener el control de los recursos naturales de Latinoamérica, como el litio, petróleo, cobre, oro y agua. Es allí donde centra su poder hegemónico en Latinoamérica, ante la ofensiva China, Rusa, India y el grupo BRICS.

Definitivamente, el advenimiento del nuevo orden económico mundial hace la facturación ante el narcotráfico, Latinoamérica es avalado por sus recursos naturales y ya no por el mercado de la cocaína y la marihuana. Es un nuevo camino de avasallamiento que fortalecerá la desigualdad social y la mala distribución de las riquezas que avala y seguirá garantizando el capital internacional.

Por tal motivo, ahora se apoyan y se incentivan gobiernos que avasallen los carteles y avalen su disposición por regalar sus recursos naturales ante el poder del capital internacional, ahora que ya perdió poder político y económico en Euroasia, Medio Oriente y África, cambia su política de intromisión militar directa por presionar gobiernos “amigos”, para que le permitan explotar nuestros recursos naturales y acumular más capital en aras de poder salir, menos vapuleado, ante el advenimiento del nuevo orden económico mundial, liderizado por China y la Federación Rusa.

Panamá no escapa de este accionar internacional, cada día se incautan toneladas de cocaína, las cárceles están sobrepobladas (24 000 detenidos), todos los días hay allanamientos y los “capos” son detenidos aquí y en el exterior. La DEA e Interpol entregan y abren el “dosier” de ministros, diputados, alcaldes y representantes al gobierno nacional, donde se prueba su conexión directa con los carteles y bandas nacionales del narcotráfico. Todos los días hay operaciones policiales para acabar con las bandas en los barrios marginados.

Sin embargo, empiezan a militarizar fronteras, abrir bases militares del comando sur, dinamizar la intromisión política y económica en el país, siempre buscando su posesionamiento de los recursos naturales y del poder político en el país. No admiten competencia en su poder hegemónico en Latinoamérica.

El autor es economista
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