• 15/07/2023 00:00

Tras el legado de José Daniel Crespo

“[...] excelente profesor, estudioso e inteligente, que dominaba su materia. Un hombre que tenía carácter, tacto y erudición”

José Daniel Crespo (1890-1958) no solo fue educador, administrador escolar, escritor de libros de texto y artículos de educación y cultura, periodista, editor de revistas, diputado, diplomático y político, sino que en el campo de la pedagogía fue el introductor y promotor de las ideas, principios y métodos de la “nueva educación”, principios que contrastó con las prácticas de la “escuela tradicional”, entonces en boga en Panamá. Esto en razón de que fue formado, en el Kelvin College y la Universidad de Columbia, bajo los preceptos de las corrientes y teorías del movimiento de la “escuela nueva”, que entonces tenía amplia influencia en la educación europea y norteamericana.

La contribución de Crespo a la educación panameña se dio de 1916 a 1931 y de 1941 a 1946. En la primera etapa, se desempeñó como inspector de las escuelas de niñas de la capital, profesor de Pedagogía en el Instituto Nacional, subsecretario de Instrucción Pública, subinspector general de Enseñanza Primaria, director de la Escuela Anexa y de la sección Normal del Instituto Nacional e inspector general de Enseñanza Primaria. En el segundo periodo, ejerció altos cargos en el ramo educativo, como asesor pedagógico (1941-1945) y como ministro de Educación (1945-1946).

En su vida política, Crespo fue militante activo y miembro fundador del Partido Liberal Renovador desde su fundación; diputado a la Asamblea Nacional (1932-36) y por la Coalición Patriótica Nacional (1952-56); asesor pedagógico; ministro de Educación; embajador en México (1947-48) y ministro de Gobierno y Justicia (1948-49). Aunque la política le dio muchas satisfacciones también momentos amargos, pues ésta le generó enemistades, traiciones, amenazas y hasta persecuciones políticas, las cuales lo obligaron a autoexiliarse en México de 1937 y 1941, a fin de evitar caer en la cárcel.

Pero sin duda, su actuación más destacada fue en el campo de la enseñanza, la teoría pedagógica y la administración educativa. Para muchos fue un innovador, un reformador de la educación panameña. Sus colegas, condiscípulos y exalumnos lo recuerdan como un excelente profesor, estudioso e inteligente, que dominaba su materia. Un hombre que tenía carácter, tacto y erudición. Educador de fácil expresión, alegre y conversador, respetuoso y flexible con sus estudiantes. Fue el primer pedagogo panameño graduado en Estados Unidos, donde se nutrió de las ideas más avanzadas de la pedagogía norteamericana y en particular de los principios de la “escuela nueva” o “activa”, movimiento que puso de relieve, entre otras ideas, el papel del niño como centro del proceso educativo, el respeto a su personalidad y a su expresión creadora, enseñaba que en las escuelas debía reinar la libertad y la alegría, ponía énfasis en el papel del nuevo maestro, a quien correspondía guiar y orientar el aprendizaje, impulsaba el derecho de la mujer a educarse, involucrar a los padres de familia en las actividades escolares y el fomento del trabajo manual en las escuelas, entre otras. Acogió, promovió y divulgó la filosofía y el pensamiento pedagógico de grandes educadores como: John Dewey, William James, William Kilpatrick, Decroly, Parkhurst, Montessori, Claparáde y Ferriére, entre otros.

Crespo fue un digno sucesor de Frederick Libby en la inspección general de enseñanza primaria. Desde este alto cargo, recorrió el país, visitando las escuelas urbanas y rurales de Panamá, Colón y el interior de la República. Dichas visitas de inspección se realizaban a lo largo del año escolar, en tiempos difíciles por las serias condiciones climáticas y utilizando medios de comunicación y transporte precarios. Tales inspecciones le permitieron no solo observar las precarias condiciones de las escuelas, la utilización de materiales didácticos, sino cómo el maestro dictaba sus clases, los métodos que utilizaba, la relación de éste con la comunidad y la condición física y social de los niños. Con el fin de orientar y apoyar el proceso educativo y las falencias observadas, escribió textos, artículos educativos y redactó “cartas circulares”, que enviaba a maestros, directores y a todos los involucrados en el proceso de enseñanza. Ya en calidad de ministro de Educación, impulsó la Ley 47 de 1946, Orgánica de Educación, que consagró, entre otras disposiciones, la estabilidad del docente, los nombramientos por concursos, mayores recursos para educación, una escala salarial decente y en fin, impulsó la profesionalización del magisterio nacional.

Director del Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad de Panamá.
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