• 06/05/2013 02:00

Periodismo y libertad de expresión

Este pasado viernes 3 de mayo se celebró el Día de la Libertad de Expresión, proclamada oficialmente por la Organización de las Naciones...

Este pasado viernes 3 de mayo se celebró el Día de la Libertad de Expresión, proclamada oficialmente por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace veinte años. Aunque ya pasada la fecha, es una celebración que merece especial y continua atención de todos los que creemos que la humanidad merece mejores condiciones de desarrollo y supervivencia.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, señaló que: ‘La libertad de expresión, consagrada en el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, es esencial para la emancipación de las personas y la construcción de sociedades libres y democráticas. Derecho fundamental de por sí, la libertad de expresión crea además las condiciones necesarias para la protección y promoción de todos los demás derechos humanos. Pero no se ejerce automáticamente; requiere un entorno seguro propicio para el diálogo en el que todos puedan hablar libre y abiertamente, sin temor a represalias.’.

El trabajador de los medios, en especial los periodistas, tienen particular responsabilidad en un tiempo en que el trabajo periodístico ha evolucionado notablemente. Un tiempo en el que el fin de trasmitir los mensajes e informaciones a través de sofisticados sistemas de comunicación e información regional y global, requiere de una preparación seria, constante y de calidad profesional. Un tiempo en el que el oficio es amenazado por las estructuras de poder. Igualmente, un tiempo en que es una de las más peligrosas profesiones para la integridad física. Reporteros Sin Fronteras informó que durante el año 2012, 90 periodistas murieron como consecuencia directa de su trabajo periodístico.

Anteriormente había señalado que el oficio de la comunicación, a través del Periodismo, tiene como objetivo, para muchos de los que trabajamos en esta disciplina de las Ciencias Sociales, la tarea de informar. Pero, este ejercicio se da en el marco de parámetros definidos por los intereses de los propietarios de los medios y por las relaciones que éstos sostengan con los centros de poder. Además, claro está, los periodistas y las empresas de la comunicación entran en conflicto cuando se dan confrontaciones entre el criterio de servir objetivamente al derecho de la información y salvaguardar los intereses económicos de la empresa frente a los intereses del poder político.

Pero lo que creo necesario puntualizar es que la práctica del Periodismo a nivel local, en términos generales, crea desolación. Los medios —especialmente los televisivos— insisten en presentarle al público informaciones por intermedio de personal poco preparado y sin la capacidad profesional necesaria para lograr el objetivo de informar; mucho menos de educar. Cuando observamos el tratamiento de una misma información por distintos medios de comunicación, todos parecen inclinarse por la presentación de programas sensacionalistas en vez de informativos.

La idea de que la noticia es un espectáculo, en vez de un hecho informativo, ha ido calando significativamente y ese tratamiento debe ser suficiente indicativo de que es necesaria la revisión de los objetivos del medio en la preparación y presentación de la información. La idea de que el periodista no tenga suficientes criterios, malicia o independencia investigativa, deja graves preocupaciones y dudas sobre el futuro de la profesión; muy a pesar de que los trabajos investigativos han aumentado significativamente. Y la idea de que algunos se presten para el espectáculo, la indolencia y el descrédito, es más preocupante aún.

Si el medio no se preocupa por la preparación e integridad profesional de sus reporteros y periodistas seguiremos siendo testigos cotidianos de estas vergüenzas. Si el trabajo de informar no se atiende con seriedad, no superaremos este nivel de tratamiento de la información. Esa es una responsabilidad del medio y de sus directores; pero, ante todo, es una responsabilidad personal que debe tratarse con el celo más vehemente.

Aún a inicios de un siglo que promete grandes avances para la especie en términos de perfeccionamiento del sentido de humanidad, al analizar la práctica del periodismo local, específicamente la televisiva, alejada de las apologías criollas, nos falta mucho por alcanzar. La práctica del Periodismo tiene que fundamentarse en el propósito primario de informar, brindar un panorama coherente y objetivo de lo que se informa, asentado en una investigación profunda, seria y con el ánimo siempre de educar. Y esto va de la mano con la exigencia por realizar una labor periodística de excelencia y alejada de cualquier influencia; inclusive la de los dueños de los medios, sus anunciantes o el gobierno.

El Estado tiene necesariamente que abrir espacios para que los periodistas practiquen juiciosamente su profesión. Que tengan una justa oportunidad de moldear positivamente la vida de las personas, darle forma al contexto social, exponer las injusticias, crear discusiones interesantes que coadyuven a la solución de problemas. Y, ante todo, para que los medios se conviertan en la ventana por la cual todos pueden asomarse y contribuir o ser testigos del perfeccionamiento de nuestra sociedad, sin temor a espantarse.

La libertad de expresión no solo está siendo amenazada por las estructuras políticas y los que ostentan el poder. Hay que ver con cautela esta desviación programada de la profesión periodística. Purgarla o, en el mejor de los casos, volver sobre los conceptos generales y básicos en el tratamiento de la información para que los que ejerzan este oficio, comprendan que su injerencia en la discusión pública, constituye uno de los pilares en la construcción y desarrollo de la condición social de la nación.

COMUNICADOR SOCIAL.

Lo Nuevo