• 26/03/2010 01:00

Víctimas del libre comercio

El libre comercio, principal falacia que acompaña al evangelio neoliberal, sigue siendo invocado para insistir en hacer creer que solo a...

El libre comercio, principal falacia que acompaña al evangelio neoliberal, sigue siendo invocado para insistir en hacer creer que solo a través de él las naciones pueden alcanzar progreso económico y social. Nada más apartado de la realidad. El libre comercio, tal como es concebido por los representantes de los países industrializados, por los círculos dominantes en la OMC y por las empresas transnacionales, no tiene nada de libre y muy poco de comercio. Ha sido sí la mejor excusa para imponerles a los países, principalmente a los del llamado Tercer Mundo, tratativas librecambistas dirigidas al control de sus recursos naturales, a la apertura salvaje de sus mercados, a la flexibilización o eliminación de sus normas sanitarias, a la eliminación de aranceles y a la quiebra de la producción nacional; es, en fin, un formidable instrumento de dominación política y económica.

Es precisamente como consecuencia directa de la liberalización comercial y de la mercantilización de todos los órdenes de la vida social que traen consigo los principales acuerdos de la OMC (GATS, ADPIC, AsA) y que los distintos gobiernos panameños han acogido con la docilidad acostumbrada, se produjo en agosto del 2006 un envenenamiento masivo con una sustancia industrial conocida como dietilenglicol, suministrada a varios miles de pacientes a través de un jarabe expectorante sin azúcar que era producido en los laboratorios de la CSS. Lo que debieron ser 9000 litros de glicerina pura con calidad U.S.P., terminó siendo, en total desprecio por la vida humana, dietilenglicol, un producto usado básicamente para la fabricación de pinturas y envases plásticos. Así, un medicamento reservado para salvar vidas, se transformó, por la avaricia, el libre comercio y las fallas inadmisibles en los controles y el sistema de salud pública, en un poderoso veneno.

Ahora casi dos centenares de víctimas, varios miles de afectados y sus familiares aguardan, sin mucho éxito, a que el Estado asuma plenamente la responsabilidad que le corresponde y se apreste, con la urgencia debida, a realizar las reparaciones y compensaciones que hagan falta. El Síndrome de Insuficiencia Renal Aguda (SIRA) no fue una enfermedad producida por agentes patogénicos naturales, fue el resultado de un agente tóxico que llega a los tejidos de seres humanos, por la incompetencia evidente del Estado en sus controles sanitarios y por la flexibilización en sus normas comerciales y de importación. Eso explica la participación de dos empresas chinas (CNSC Fortune Way Company y Taixing Glycerin Factory), una española (Rasfer Internacional) y una panameña (MEDICOM); la recepción de dietilenglicol por glicerina; la alteración de la caducidad del producto y de su procedencia verdadera. Pero el envenenamiento con dietilenglicol, ocurrido en Panamá, no fue un suceso novedoso ni único ocurrido con esta sustancia, como podría suponerse. Ya en otros países se había reportado algunos casos. Aquí mismo se encontró, meses después, esta sustancia entre los componentes de un dentífrico de origen chino conocido como Mr. Cool, hallazgo que se repitió en Nicaragua en el 2007 con esta marca y otras dos con igual origen (Excel y Dentamin).

Lo más sorprendente es que al menos la crema dental Mr. Cool, con un contenido de 3% de dietilenglicol, se encontraba en esos momentos en el mercado estadounidense, autorizada por la FDA. Por ello, así como nada de esto está separado de las consecuencias nefastas que se derivan del llamado libre comercio, tampoco podemos hacer abstracción alguna del gran negocio de los medicamentos adulterados o falsificados que se verifica en el mundo y las principales motivaciones que guían hoy a la poderosa industria farmacéutica.

*Ingeniero agrónomo.pedrorivera58@hotmail.com

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