• 15/12/2023 16:29

Los problemas sociales del estilo de desarrollo

La relación entre el estilo de desarrollo y la sesgada distribución del ingreso evidencia más cuando se hace referencia a la llamada distribución funcional

Existe una clara correspondencia entre el estilo de desarrollo concentrante y excluyente, centrado en el transitismo y el extractivismo y los problemas sociales del país. Se trata de una relación dialéctica en la que las contradicciones económicas y sociales se refuerzan se condicionan entre sí.

Se puede partir señalando que un rasgo característico del estilo de desarrollo dominante en nuestro país, es sin lugar a dudas, la presencia de una distribución del ingreso sumamente sesgada. Es así que, Panamá, siendo un país considerado por el Banco Mundial, como de alto desarrollo, también es catalogado por dicha institución como el sexto país con la peor distribución del ingreso en el mundo. De acuerdo con los datos de la Cepal, el 40.0% más pobre de la población recibió el 14.0% de los ingresos totales, mientras que el 10.0% más rico obtuvo el 38.1% de los mismos. Según esa misma fuente, el ingreso medio de quienes hicieron parte del 10.0% más rico de la población fue 14 veces mayor que el ingreso medio por persona del 40.0% más pobre de la población.

La relación entre el estilo de desarrollo y la sesgada distribución del ingreso evidencia más cuando se hace referencia a la llamada distribución funcional. Es así, por ejemplo, que, de acuerdo a datos del Inec, la participación del excedente bruto de explotación (ganancias brutas) se elevaron del 43.6% del PIB en el 2007 a 57.3% en el 2019, esto a costa de la remuneración de los trabajadores y de los llamados ingresos mixtos (que expresan la situación de los trabajadores cuenta propia. Se trata de un fenómeno claramente generado por una relación social asimétrica, lo que se refleja en el hecho de que mientras la productividad del trabajo se elevó en 62.5% entre 1990 y el 2019, el salario medio real solo creció en 32.4%

La ya señalada baja capacidad de las políticas públicas de aliviar esta situación, dada las bajas tasas de tributación que recaen sobre los más altos niveles de ingresos, la evasión fiscal del sector corporativo y la corrupción, se reflejan en la insuficiencia del gasto público social. En una publicación del Banco Interamericano de Desarrollo referente al desarrollo de Panamá, titulada Desafíos para consolidar su desarrollo (2019), se afirma que en nuestro país “el gasto social se ha mantenido constante en torno al 8.5 – 9 (del PIB, J.J.), una cifra inferior al promedio de América Latina y casi la mitad de Chile y Uruguay (p. 13). Los datos de la Cepal para el 2019 confirman la situación, ya que el gasto público social del gobierno central en Panamá sumó al 8.7% del PIB, cifra inferior al promedio de América Latina (11.30%) y al de Chile (17.35%) y Uruguay (11.30).

Con base en lo anterior, no es difícil entender como el estilo de desarrollo genera importantes carencias en relación a las capacidades de una muy significativa parte de la población de satisfacer tanto las necesidades que se obtienen vía mercado, como las que se resuelven por la oferta de servicios públicos suficientes en volumen, calidad y en tiempo oportuno. Se trata de la negación de tres de las llamadas libertades instrumentales definidas por A. K. Sen: facilidades económicas, oportunidades sociales y seguridad proyectiva.

Lo anterior se refleja, entre otros indicadores, por el índice de pobreza multidimensional. De acuerdo con cifras oficiales disponibles en el 2017 el 19.1% de la población panameña se encontraba en condiciones de pobreza multidimensional. La situación resulta más dura si nos referimos a la situación de los niños, niñas y adolescente, ya que para ese año el 32.8% de los mismos, esto es prácticamente la tercera parte, se encontraban en situación de pobreza multidimensional.

En este sentido es importante destacar que las carencias económicas y sociales afectan lo que David Harvey llama la reproducción diaria de la vida. Se trata de: dificultades con el empleo y la remuneración especialmente entre los jóvenes, así como los problemas relacionados con la salud pública, la educación, el agua potable, el medio ambiente, el transporte, la seguridad ciudadana y la crisis de la seguridad social entre otros.

Lo anterior significa que el estilo de desarrollo vigente choca directamente contra los intereses de las grandes mayorías del país. Esto genera una resistencia, que se expresa de diversas maneras, las que toman la forma de protestas variadas. Por algún tiempo estas han sido parciales, fragmentadas y específicas, en la actual crisis se expresa en su totalidad. Esto significa que la crisis política tiene hondas raíces económicas, sociales y ecológicas generados por el estilo de desarrollo dominante.

El autor es economista.

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