El objetivo principal de este equipo interinstitucional, según el Ejecutivo, será gestionar la crisis social y laboral que enfrenta la provincia
- 01/06/2020 00:00
¿Estamos matando moscas a cañonazos?
Algunas premisas sobre las dinámicas de contagio y propagación de la epidemia pueden estar llevando a los Gobiernos en Occidente a disparar cañonazos para matar mosquitos. Algunos casos exitosos de estrategias diferentes pueden darnos lecciones para orientar acciones futuras frente a la pandemia.
La importancia de los eventos de supercontagio (SSE, por sus siglas en inglés) en la propagación del virus, puede ser mayor a la asumida hasta ahora en los modelos epidemiológicos usados por Gobiernos, incluido el nuestro. Buena evidencia respalda que los SSE juegan papel fundamental, tanto que el éxito o fracaso de la estrategia dependa de si logra o no evitar los SSE, aun con independencia de otros factores.
Hay buena evidencia de que, con el coronavirus, la mayoría de las personas que llega a contagiarse, no contagia a nadie a su vez, en tanto un pequeño porcentaje de personas contagia a un alto número de personas. Por ejemplo, Abbott et al [Wellcome Open Research 2020, 5:67] estiman que el 10 % de las personas contagiadas causa el 80 % de los contagios secundarios. Si existiera alguna manera razonable de identificar las situaciones de alto riesgo de SSE y concentrar en ellas los esfuerzos en vez de tratar todas las situaciones como igualmente riesgosas, ello permitiría aumentar la efectividad de las medidas, a la vez que se reducen su costo y daño económico y social: Como señalan Lloyd-Smith et al en artículo de 2005 en la revista Nature sobre el impacto de los SSE en las dinámicas epidémicas: “concentrar la mitad del esfuerzo de control en el 20 % más infeccioso de casos es hasta tres veces más efectivo que un control aleatorio” [Nature 438, 355–359 (2005)]. ¿Existen mecanismos para identificar esos supercontagiadores? Sí.
En artículo reciente, Leclerc et al [Wellcome Open Research 2020, 5:83] revisan la literatura sobre eventos de supercontagio para COVID-19 y hallan que los sitios y eventos reportados de grandes SSE en el mundo, fueron principalmente: dormitorios comunitarios de trabajadores, buques, asilos de ancianos, hospitales, centros religiosos, bares y discotecas, escuelas, congresos, y residencias familiares. En su gran mayoría, espacios cerrados y mucha interacción social. En espacios al aire libre, los pocos sitios o situaciones reportadas de SSE fueron principalmente eventos deportivos con público (e.g. partidos de fútbol). Nótese que, en un partido de fútbol concurrido, los aficionados están concentrados en espacio, pero además están continuamente cantando y gritando, acciones que expelen y proyectan aerosoles y gotículas a grandes distancias. Una situación que los autores hallaron asociada con un considerable riesgo de particularmente alto número de contagios fue el de congregaciones religiosas. Como indican los autores: “las características comunes de estas reuniones son el alto número de asistentes, espacios confinados y contacto físico”. Nótese que, en ceremonias religiosas, igual que en partidos de fútbol, son habituales los cánticos de parte de los asistentes. Recordemos que hablar en voz alta o cantar, se ha encontrado que favorece la proyección de grandes cantidades de gotículas y aerosoles respiratorios.
En Singapur hubo varios SSE en dormitorios comunales de trabajadores. Estos sitios son similares a las residencias, “en sentido de que son sitios en que las personas viven juntas y están en contacto frecuente”, como señalan Leclerc et al. En China hubo muchos SSE en residencias, pues al decretarse el confinamiento obligatorio en la provincia de Hubei, personas que vivían bajo un mismo techo se vieron obligadas a estar juntas todo el día durante muchas semanas. Irónicamente, en circunstancias normales, el hecho de que varias personas compartan residencia no quiere decir que estén interactuando todo el tiempo. Las actividades, tiempos y ritmos de cada persona, especialmente si están en distintas etapas etarias de la vida, pueden ser muy distintos y no coincidir ellos mucho tiempo en la cocina o la sala o comedor. Pero si los obligan a estar todos encerrados todo el día, se fuerza entre ellos una situación en que necesariamente todos comparten los mismos espacios reducidos por largos períodos de tiempo. En otras palabras, irónicamente, los confinamientos domiciliarios pueden provocar muchos SSE, especialmente en residencias donde conviven personas en condiciones de hacinamiento. Esta posibilidad podría apuntar a que un confinamiento severo, como el que tuvimos en Panamá por dos meses, provoque en residencias precisamente aquello que busca evitar. Más a veces es menos, y viceversa.
¿Podría una estrategia enfocada en evitar SSE tener mejores resultados y a menor costo que una estrategia como la seguida hasta ahora en Panamá? ¿Hay países que hayan seguido estrategias como esta? Hay varios. Uno es Japón, que no confinó a su población ni ordenó cierres de empresas ni siquiera de bares y discotecas. El Gobierno sí exhortó a la población a tomar medidas de distanciamiento y uso de mascarillas, e invitó a dueños de restaurantes, bares, discotecas, a cerrar del todo o a cerrar temprano, pero sin sanciones. El cumplimiento no fue del 100 %, pero ha sido lo suficientemente alto para que Japón haya tenido solo 859 muertos con una población de 126 millones de personas. Japón ni siquiera aplicó testeos masivos (2000 test por millón de habitantes vs. casi 15 000 tests por millón de habitantes en Panamá) ni hizo rastreo de contactos, como sí hizo Corea. Eso sí, Japón actuó temprano, desde febrero, y no esperaron a tener cientos de casos para actuar.
Casi todos los países han incluido medidas que buscan evitar SSE, pero sin enfocar allí desproporcionadamente los esfuerzos. Japón, sin embargo, aplicó una estrategia 'low-tech' de alto rendimiento, consistente en atacar las situaciones con alto riesgo de SSE. Japón está cerca de China, el “epicentro” de la pandemia. Es un país con alto número de turistas, incluyendo desde y hacia China. Tiene una población bastante anciana. Tiene varias ciudades con altísima densidad, de entre las más altas del mundo. En otras palabras, Japón tenía todos los ingredientes que habrían podido generarle alta mortalidad por COVID-19; sin embargo, no ha sido el caso. No podemos seguir barriendo el caso de Japón bajo la alfombra. Estudiemos estas experiencias para identificar y aprender lecciones.