• 23/04/2016 02:00

Miguel de Cervantes: la ficción de su muerte

Al cumplirse los 400 años del deceso de Miguel de Cervantes, es propicio recordar las palabras de despedida de Sancho Panza a Don Quijote

Al cumplirse los 400 años del deceso de Miguel de Cervantes, es propicio recordar las palabras de despedida de Sancho Panza a Don Quijote, ya convertido en Alonso Quijano el Bueno, que en su lecho de agonía le decía: ‘No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía '.

Sin trastocar la realidad de su muerte física, nos equivocaríamos enormemente si pensamos que Cervantes murió esa madrugada del 23 de abril de 1616 sin más ni más que su melancolía, pues sigue viviendo paródicamente como Don Quijote de la Mancha por toda la eternidad.

Por eso, en este IV Centenario, al referirse a las circunstancias de una vida literaria que nos liga a una obra tan conocida como El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha , se hace imprescindible una ampliación del tema de la ficción de la muerte de su autor, por ser él también, en realidad, su protagonista principal.

Este ensayo no equivale a loa o ditirambo, pues son muchas las obras dedicadas previamente en honor a Cervantes; es más bien una declaración de amor intelectual a este genio de la literatura universal, que se funde, en nuestro caso, con la idea de la cultura hispánica tan fundamental para la panameña y para nuestra propia panameñidad.

Una muerte anticipada es simbólica, hasta cierto punto, de un sentido de inferioridad, pues matando a un ser de la literatura española, tan inmortal como Cervantes, nos debilita frente a otras culturas.

Todo linaje ascendiente depende de sus descendientes para que perdure, pues es la quintaesencia de lo que es, más cuando se trata del conocimiento de los valores de un pueblo mestizo como el nuestro.

Por eso la imagen del Caballero de la Triste Figura, infiltrándose en la realidad que nos rodea en pleno Siglo XXI, sigue ‘deshaciendo todo género de agravio ' y ofreciendo ‘el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados ', apegado como está, a esos códigos de honor de los caballeros andantes, hoy tan fuera de moda.

La ficción de este protagonista ‘desquiciado ' a la vez se convierte en realidad, más que en fantasía, cuando recurrimos a Don Quijote (Cervantes) para combatir el pesimismo que muchas veces surge de nuestras propias acciones indebidas.

Como figuras heroicas, Cervantes y Don Quijote son parte de la tragedia humana, en especial si queremos devolverlos a la cordura, pues con eso solo los encaminamos hacia una muerte prematura, como cualquiera de nosotros, olvidando que ellos son inmortales.

En la Segunda Parte, la ficción suplanta la vida real en la novela, de la mano de unos duques que quieren burlarse de Don Quijote parodiando su locura, propagándola en torno suyo.

Finalmente, tras su derrota por el Caballero de la Blanca Luna, nuestro héroe se libera de sí mismo, vuelve a ser Alonso Quijano y Cervantes se inmortaliza.

CIUDADANO

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