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- 05/02/2014 01:00
Los mejores sistemas educativos del mundo
Con la mirada puesta en la calidad y equidad, la educación panameña vive hoy un momento crucial, producto de la falta a lo largo de los años, de una profunda revisión de sus bases estructurales. En un momento como este, vale la pena revisar la experiencia de aquellos países y sistemas educativos que han logrado permanentemente buenos resultados o que han conseguido dar un salto importante en los últimos años.
La consultora internacional, McKinsey & Company, desarrolló una investigación que se propuso comprender por qué un grupo importante de sistemas educativos, a pesar de sus diferencias sociales y culturales (Canadá, Inglaterra, Finlandia, Corea Del Sur, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Singapur), habían alcanzado altos estándares de calidad en los aprendizajes de sus alumnos.
Las tres claves descubiertas por el equipo de Michael Barber (solo me referiré a dos) son sugerentes y de mucha utilidad para analizar la situación y desafíos del sistema educativo panameño. Antes de revisar y aplicar esas claves al análisis de nuestro país, es necesario hacer un par de advertencias. En primer lugar, los países analizados en este estudio tienen un nivel de inequidad social y educativa muy inferior a la de Panamá. La evidencia mundial indica que existe una correlación entre calidad y equidad que hace, para los países estructuralmente desiguales como el nuestro, mucho más difícil mejorar sus estándares de calidad.
Una advertencia pertinente es que los sistemas educativos analizados por el informe, si bien son bastante diversos en cuanto a la inversión social que realizan en el sector educación, están también muy lejos de lo que nuestro país está haciendo. A pesar de que la evidencia en este caso indica que no hay una asociación directa entre más gasto y mejores resultados, lo que invierten las experiencias exitosas analizadas va muy por encima del seis por ciento del PIB que se invierte en educación en nuestro país. Pasando a los ‘factores clave’ identificados por el informe McKinsey, el primero de ellos consiste en la importancia de atraer a los mejores estudiantes para que sean maestros y profesores.
El telón de fondo de esta afirmación es que solo es posible entregar una educación de calidad a la sociedad con las personas mejor preparadas. En nuestro país claramente esto no ocurre, y más bien se da la situación contraria. Los mejores alumnos, salvo contadas excepciones, no optan por las carreras de educación. Dos elementos influyen fuertemente en esta situación y se desprenden también del informe McKinsey. Primero, para atraer a los mejores alumnos es necesario contar con buenos salarios iniciales. Los países con buenos resultados tienen brechas salariales menos marcadas y además han hecho esfuerzos por acercar las remuneraciones de los profesores a las del resto de las profesiones. Todo esto hace poco atractiva a la profesión docente en Panamá para muchos jóvenes que tienen interés, pero que al mismo tiempo ven en la enseñanza un espacio laboral con escasas oportunidades de desarrollo y movilidad social.
En los países con buenos resultados analizados, ser maestro o profesor es una aspiración equivalente, y a veces superior, a ser médico, ingeniero o abogado. Para lograr esto, han mejorado las condiciones, pero también han impulsado políticas para reconocer la función docente y levantar su estatus. Medidas de este tipo son urgentes e indispensables para países como el nuestro, que se caracterizan por asignar un valor menor a la profesión docente.
El segundo factor clave identificado por el estudio es la formación que reciben los docentes para lograr un buen desempeño con sus alumnos. Por último, Panamá tampoco tiene buenas condiciones para la existencia de comunidades de aprendizaje profesional, ampliamente desarrolladas. Advierto que la altura del techo de la calidad de un sistema educativo depende de la calidad del maestro y profesor, es decir la calidad de los sistemas educativos nunca podrá estar por encima de la calidad del maestro y profesor.
EDUCADOR.