Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
La Navidad es una fecha que perdura en el corazón de todos los seres humanos. Es un recuerdo que no se olvida ni se cambia por otro. Es parte de la idiosincrasia de los que profesamos la religión católica.
La festividad, que debiera estar centrada en actos de alegría y recordación, ha pasado a convertirse en una fecha que es sinónimo de gastos, transformaciones en el hogar, gastos superfluos, compromisos económicos, que muchas veces superan las posibilidades reales de las familias y el derroche y lujo exagerado de muchos por lograr atraer miradas y opiniones sobre las posibilidades reales de cada uno.
Pero, pese a lo anterior, somos miles y miles de personas las que todavía le queremos dar a la celebración el sentido humanitario y hermoso de lo que en esencia representa la Navidad. Para ello, se hacen ingentes esfuerzos, tratando de alejar la fecha como tal de la temporada comercial que se aprecia en todo el mundo.
No podemos dejar perder los villancicos, los pesebres, los nacimientos, las alegorías, la religiosidad, las tradiciones y costumbres que, sobre todo en el interior del país, son parte de la celebración. En nuestra campiña no se recurre a la compra de juguetes para celebrar la Navidad, se recurre a enseñanzas, a las comidas, a los cánticos, a rezar, a dar gracias por lo mucho o poco que la vida nos permite, pero sobre todo a dar gracias por la familia. Esa es la verdadera Navidad.
Yo creo que para tener una bella Navidad no hay que tener recursos abundantes ni la posibilidad de comprar más cosas que otros. Lo que falta es, simplemente, deseos de que el llamado “ espíritu de la Navidad ” nos envuelva, que nos sintamos motivados a seguir el ejemplo de aquel frágil ser humano, que pudiendo haber nacido en el sitio más lujoso y costoso de la época, prefirió nacer en un humilde pesebre. En vez de vítores y agasajos, dos animales lo acompañaron y tres reyes magos le rindieron honores con el oro, la mirra y el incienso.
Navidad es enseñar a nuestros hijos y nietos a valorar y a respetar a las personas, sin importar su condición social. A compartir, a ser justos y a no creerse por encima de los demás debido a su condición económica de momento. Navidad es eso. Debe ser el eje que nos impulse a transmitirle buenos modales y valores a quienes estamos formando. El mercantilismo de la fecha nos lleva hacia una pérdida de valores. Los medios de prensa, la sociedad, nos mandan mensajes de violencia.
Pero en la medida en que actuemos de manera positiva en la formación de nuestra descendencia, estamos deteniendo el deterioro galopante en el que estamos inmersos. Si hacemos el esfuerzo, no todo está perdido. Decidámonos a dejar el consumismo exagerado en el que estamos inmersos, para invertir más en valores morales.
Es cuestión de voluntad, eso no representa gasto, es invertir por el bien no solo de Panamá, sino de la Humanidad entera. Que la Navidad que está próxima sea el eslabón que necesitamos para verdaderamente comenzar a frenar la corriente negativa en la que estamos navegando.
*Periodista.erluga@cwpanama.net