• 05/01/2009 01:00

Observación necesaria

Mis deseos para este nuevo año, además de salud, trabajo y que la prosperidad sea para todos. Así podremos dignificar un poco más este p...

Mis deseos para este nuevo año, además de salud, trabajo y que la prosperidad sea para todos. Así podremos dignificar un poco más este país y que todos sintamos que la bonanza es compartida. Después de las celebraciones de fin de año mucha de la maquinaria que mueve el país no se ha detenido, pero según los entendidos vienen días difíciles. Independientemente de las preocupaciones que genera la situación financiera internacional, localmente queda mucho por resolver, que no depende en nada de las condiciones económicas fluctuantes.

¿Dónde estamos y qué queda pendiente? Estamos rezagados en materia educativa. Las presentes generaciones de panameños que logran completar los programas de bachillerato se enfrentan inmediatamente a la cruda realidad de que no cuentan con las calificaciones más básicas para acceder a los programas y las carreras en la Universidad de Panamá y en la Universidad Tecnológica.

Esto ya viene sucediendo reiterativamente durante los últimos años, con el agravante de que la Universidad de Panamá ha disminuido las exigencias básicas de ingreso, para permitir el acceso a la mayor cantidad de estudiantes posibles. Las insuficiencias, particularmente en un proceso de formación, muy pocas veces se pueden corregir. En vez, seguimos contribuyendo a la prolongación de un nivel de desarrollo que ya comienza a afectar nuestro perfeccionamiento como nación. Si no me creen, escuchen la radio, vean los programas nacionales de televisión o una sesión de nuestra cámara legislativa.

¿Dónde estamos? Estamos desaprovechando las herramientas modernas de comunicación, utilizándolas en los programas de reality para sacarle dinero a los incautos. El limitado y dañino papel que juegan amenaza la estabilidad social. La situación de inseguridad ciudadana está intrínsicamente ligada al nivel educativo de la población.

No sólo es la deficiente y desigual distribución de las riquezas, también sumamos el papel que los medios de comunicación han jugado en la promoción de conductas que glorifican la chabacanería, la individualidad y promueven el comportamiento desleal y agresivo en una población que comprende que el sistema judicial también es deficiente y aprovecha sus desventajas para abusar de los demás y del sistema.

¿Que dónde estamos? Estamos por comenzar la última etapa de un proceso electoral que, por lo que se ha visto hasta el momento, pocos de sus actores creen o entienden este momento como crucial para el futuro del país. Lo dicen, sí, pero sus actos, sus discursos y retórica dejan mucho que desear.

No he percibido en las campañas el sentido de urgencia necesario que el país merece para vencer las amenazas que tenemos presentes, mucho menos las venideras. Enfrentamos problemas en el sistema de salud, en el sistema de trasporte y en la poca promoción de las artes y la cultura. Lo inmediato para el pueblo es la distracción de las actividades de verano: “agua y guaro”.

El resultado de todo esto es un sistema decadente y pernicioso que envuelve a nuestra sociedad; por eso nos sentimos inseguros en nuestras calles.

Hay quienes me criticarán por pesimista, pero la observación es justa y necesaria para los que están distraídos con la politiquería y los próximos carnavales.

No perdamos de vista las tareas que quedaron pendientes.

-El autor es comunicador social.ernestoholder@gmail.com

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