• 03/11/2008 01:00

Obama en perspectiva

HOY ME CONFIESO SUBJETIVO. Hago lo posible en todas mis entregas para transmitir un enfoque objetivo del tema planteado. Investigo, tr...

HOY ME CONFIESO SUBJETIVO. Hago lo posible en todas mis entregas para transmitir un enfoque objetivo del tema planteado. Investigo, trato de hacer un balance de los elementos que inciden en el tema y ofrezco mi más educado análisis a mis lectores. Pero advierto que hoy me consume un sentido de conquista generacional, de logro universal del conjunto humano.

Si las mediciones son correctas, todo parece indicar que mañana los ciudadanos de los Estados Unidos habrán decidido por un cambio radical en el camino social que su país venía redefiniendo durante los últimos cincuenta años. Es sumamente compleja la situación económica y política, en la cual un nuevo gobierno estadounidense debe operar a partir del 2009.

Hemos visto hasta la saciedad todos los análisis que se han hecho sobre los retos y posibilidades de un gobierno bajo una administración Obama.  También hemos visto una línea de análisis sobre si están o no preparados los Estados Unidos para elegir un presidente negro.

Barack Obama nació en Hawái de una mujer blanca de Kansas y un africano negro de Kenya, ambos estudiantes. Su padre abandonó a la familia. Fue criado por sus abuelos maternos en Hawaii, la mayor parte de su adolescencia, hasta que se fue a la universidad.  Alcanzó notoriedad nacional e internacional cuando fue el orador de fondo de la convención demócrata de 2004. En ese discurso,  refiriéndose a su país, dijo: “No existe una ‘América’ liberal y una ‘América’ conservadora, existen los Estados Unidos de América”. “No hay una ‘América’ negra y una ‘América’ blanca, latina o asiática, existen los Estados Unidos de América”.

La candidatura de Obama ha enfrentado todas las pruebas existentes de aprobación y validación que ningún candidato ha vivido en la larga historia de esa nación. El rechazo ha sido crudo en muchos momentos durante esta campaña y algunos han sido muy claros en señalar que jamás votarían por un hombre negro.

Pero igualmente ha quedado algo al descubierto. Existe una estrecha interrelación entre las generaciones de estadounidenses que crecieron entre las décadas de 1960 y 1980. Las décadas de la liberación sexual, del poder negro, de los pacifistas “hippies” y de rechazo a la guerra de Vietnam. 

Hoy más maduros y serios, pero igualmente críticos y rebeldes, han hecho mancuerna con sus descendientes, los de la generación de los noventa que hoy cumplen la mayoría de edad y sienten que este es su tiempo. La generación Benetton, en donde se hace menos visible las líneas de división racial. Ambas generaciones se han sumado a un grupo significativo de independientes que, influenciados por los cambios sociales y promovidos principalmente a través de los medios de comunicación, son inclusivos y tolerantes en la convivencia intercultural. Perdieron los prejuicios sobre las expresiones culturales, el idioma, el nombre o el color de la piel de la persona que entra al elevador.

Una presidencia Obama tendrá, a mi parecer, muy poca incidencia en el camino de desarrollo de América Latina y particularmente de Panamá.

Pero mi subjetividad la llevo hoy sobre los hombros, porque como hijo de la cultura afrodescendiente, y conociendo los dolores y las humillaciones del camino recorrido desde que nos arrastraron a este continente hace quinientos años, siento particular orgullo por el enorme peldaño histórico que Barack Obama está a punto de alcanzar.

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