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- 02/11/2025 00:00
Hoja de ruta para superar la fragmentación del sistema público de salud
Panamá arrastra una deuda estructural con la integración de su sistema público de salud. Durante décadas, la coexistencia de redes paralelas -la del Ministerio de Salud y la de la Caja de Seguro Social- ha generado duplicaciones, ineficiencias y desigualdades que afectan la calidad de vida de millones de panameños. Esta fragmentación institucional no solo desperdicia recursos: impide avanzar hacia un sistema equitativo, continuo y centrado en las personas.
En este contexto, la actualización del marco conceptual y operacional para las Redes Integradas de Servicios de Salud (RISS), publicada por la Organización Panamericana de la Salud junto al Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, ofrece una oportunidad que Panamá no puede ignorar. Este documento, elaborado en el marco de la Alianza por la Atención Primaria de Salud en las Américas, propone una hoja de ruta moderna y realista para reorganizar los servicios en torno a las personas y las comunidades, fortaleciendo la equidad, la sostenibilidad y la capacidad de respuesta del sistema público.
El mensaje es claro: alcanzar la salud universal requiere una transformación profunda que deje atrás los compartimentos institucionales y abrace la cooperación, la transparencia y la planificación integrada. En pocas palabras, se trata de pasar de un sistema dividido a uno articulado, donde los recursos se compartan, las decisiones se coordinen y los servicios se complementen.
Uno de los aportes más relevantes de esta actualización es el fortalecimiento de la gobernanza multinivel, que distingue responsabilidades y funciones en tres niveles de gestión: nacional (político y estratégico), regional (organizativo) y local (operativo). Esta arquitectura busca articular los niveles decisorios y operativos del sistema, evitando la dispersión y fortaleciendo la capacidad de respuesta ante las necesidades reales de la población.
Panamá debe avanzar en la transformación del sistema de salud, con pilotos de integración territorial donde el MINSA y la CSS coordinen recursos humanos, infraestructura y datos bajo una sola red local. No se trata de fusionar instituciones, sino de alinear sus objetivos en torno a una visión nacional única de salud pública. Esa coordinación inteligente -basada en la confianza, la planificación conjunta y la rendición de cuentas- es la base para cualquier avance estructural.
Otro de los ejes innovadores del nuevo marco de la OPS es el modelo de atención centrado en la persona, la familia y la comunidad, con enfoque del curso de vida. Este modelo implica reorganizar los servicios para que acompañen a cada individuo desde la prevención hasta la rehabilitación, garantizando continuidad y cercanía.
Para Panamá, esto exige repensar la distribución de recursos y competencias entre niveles de atención, y avanzar hacia la territorialización de los servicios, adaptando la oferta a las realidades demográficas, sociales y culturales de cada región.
El documento propone también fortalecer la gestión intersectorial e intergubernamental, integrando salud, educación, ambiente y protección social bajo políticas coherentes. Ese enfoque de” salud en todas las políticas” permitiría responder a los determinantes sociales de la salud con mayor eficacia y sentido de justicia.
La OPS también nos recuerda que integrar sistemas no es solo una tarea técnica: es un proceso político y cultural. Por eso, coloca la gestión del cambio en el centro de las RISS. Se trata de crear condiciones para la cooperación, minimizar resistencias y promover una cultura de resultados compartidos.
Este componente es crucial para nosotros, pues en Panamá, los celos institucionales y la fragmentación administrativa son la norma. La integración requiere liderazgo político, comunicación permanente y compromiso profesional. Los equipos de salud deben verse como parte de una misma red que atiende a la misma población, no como estructuras que compiten por presupuesto o protagonismo.
Finalmente, ninguna integración será viable sin un sistema digital interoperable. La actualización del marco dedica un apartado completo a la transformación digital del sector salud, destacando la telesalud, la inteligencia artificial, la gestión de datos y la ciberseguridad como pilares de la integración.
Panamá avanza lentamente en esta materia, pero aún carece de una plataforma unificada de información sanitaria que permita compartir historiales clínicos entre la CSS y el MINSA. Esta desconexión no solo retrasa la atención, sino que impide tomar decisiones basadas en evidencia. Un sistema de información integrado permitiría seguimiento continuo, eficiencia en el gasto y transparencia en los resultados. La digitalización, bien implementada, puede ser el catalizador que acelere la integración real del sistema.
Para Panamá, integrar los servicios públicos de salud no es una opción técnica, sino una decisión política de alto impacto social. Significa decidir que la atención no dependerá del tipo de empleo, del territorio o de la afiliación institucional, sino de un principio básico: el derecho de todos a recibir atención oportuna, continua y de calidad.
El país tiene frente a sí una oportunidad histórica. La pregunta es si tendrá la voluntad de aprovecharla. Porque integrar el sistema de salud no solo haría más eficiente el gasto: haría más justa la nación.