• 16/09/2021 00:00

El trabajo: como objeto de estudio de las Ciencias Sociales

A medida que la sociedad industrial fue cambiando, o desapareciendo para algunos científicos, fueron apareciendo una multiplicidad de definiciones y distintos enfoques de trabajo como objeto de estudio

Si partiésemos desde el sentido común creeríamos -todos- que no es necesario definir el concepto de trabajo. Justamente por la cotidianidad y familiaridad de la actividad laboral. Incluso, que las definiciones son neutras y no cargan juicios de valores y posiciones políticas. Sin embargo, en el quehacer científico, que no es neutro y en todo caso debiese ser objetivo, el investigador no debe ocultar sus definiciones con las que trabaja. De paso, en ella reflejará sus intenciones.

La sociología, en sus pininos, cuando hablaba de trabajo hacía referencia únicamente al trabajo asalariado. Esto fue así por la relación de esta ciencia, mientras emergía, con la revolución industrial. Pero a medida que la sociedad industrial fue cambiando, o desapareciendo para algunos científicos, fueron apareciendo una multiplicidad de definiciones y distintos enfoques de trabajo como objeto de estudio.

Enfoque general

Por lo general las definiciones laxas de trabajo se centran en los recursos humanos invertidos (fuerza y conocimientos) en la práctica laboral y/o en la producción-distribución de las riquezas. En la Antigua Grecia y durante la edad media (europea) se encontraba la idea de sufrimiento dentro de la categoría trabajo. Una actividad destinada para aquellos que no alcanzaban la condición de ciudadanos (mujeres y esclavos). Misma idea que se reafirmó con la emergencia del cristianismo cuando lo plantearon como “el castigo divino por el pecado original”.

Más tarde con el advenimiento del calvinismo y la emergencia del capitalismo, como nuevo patrón mundial de poder, la categoría de trabajo se vinculó con el esfuerzo. “El éxito en el trabajo aparecía como una demostración divina de la salvación del alma” (Weber, 1985). En esta última etapa, autores como A. Fox, señalan que el trabajo se instrumentalizó “como un medio rápido de elevar el nivel material de vida y de desarrollar todo género de actividades de ocio fuera del trabajo, en suma, como un medio de ampliar el consumo”.

Enfoque sociológico

La sociología cruza los límites del concepto para abarcar las generalidades y lo que acontece fuera de las jornadas de trabajo. Esto es según la socióloga José María Aguilar, “las repercusiones de las actividades laborales en la salud, en los hábitos del consumo, en el capital cultural, en las posiciones sociales, en los mecanismos familiares de reproducción social, y repercusiones del contexto en las actividades del trabajo”.

También, es necesario vincular al trabajo con la época. En todas no se manifiesta de igual manera y en cada sociedad puede llegar a tener significados diferentes, pues, para Grint (1991), “el lenguaje y el discurso del trabajo son representaciones simbólicas a través de los cuales los significados y los intereses sociales son construidos, mediatizados y organizados”.

El trabajo asalariado que hoy conocemos es una novedad de la sociedad industrial capitalista. Misma que para Aguilar incorpora al menos cuatro novedades. La primera, que es una formulación marxista para comprender los mecanismos que operan en los procesos de extracción de riquezas (plusvalía) por parte de los empresarios, es que los trabajadores se vieron obligados a dejar de vender los productos de su trabajo a cambio de vender su fuerza de trabajo.

La segunda, es que se produjo “una disociación entre el proceso de trabajo y su objetivo, la satisfacción de las necesidades propias o ajenas”. En torno a esta segunda novedad, señala que el trabajo en la sociedad capitalista es subsistencia del propio sistema social y no de la especie humana, por tanto, pone en peligro a la especie humana. Esto lo podemos palpar en los indicadores que arrojan las investigaciones sobre el cambio climático.

La tercera, es que los trabajadores perdieron el control sobre el proceso del trabajo. Elemento que se complejiza con la división tayloriana del trabajo y posteriormente con la globalización. Ocurrió una separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual y entre la ejecución y la dirección organizativa. También, una especialización diferenciada del trabajo en un polo productivo (el centro hegemónico) y otro subordinado (periférico) en todas las esferas, principalmente en las transferencias de tecnologías.

La cuarta, es que el trabajó pasó de “ser un proceso orientado por el carácter cualitativo de las tareas a un proceso encaminado exclusivamente al ahorro de tiempo, en detrimento de su calidad intrínseca. Los criterios de evaluación del trabajo son básicamente cuantitativos, la medida de la productividad viene dada por la relación cantidad de producto y tiempo de trabajo, porque a mayor cantidad o a menor tiempo mayor plusvalía”.

La categoría de trabajo vs la categoría consumo

Los clásicos y los nuevos científicos, que utilizan a los clásicos, tienen al trabajo como categoría central en sus análisis sobre las relaciones sociales y los procesos de estructuración. Este grupo rivaliza con la comunidad científica que para el mismo estudio utiliza a la categoría de consumo como central. Los últimos consideran que se pasó de una sociedad capitalista de producción a una sociedad capitalista de consumo, en donde “ahora, son los bienes poseídos y patrones de consumo de una familia los que desempeñan un papel importante en la formación social y cultural de identidades para hombres, mujeres y niños” (Bocock, 1995). Mientras que para los primeros es fundamentalmente la posición laboral el elemento condicionante.

El quehacer en Panamá

El trabajo, como objeto de estudio, impone un reto a los científicos panameños. Estos pueden optar por dar centralidad a la categoría de consumo o de trabajo. Ambas llevarán a resultados diferentes, pero necesarios para la construcción de nuevos conocimientos. También podrían complejizar ambas categorías para ganar mayor capacidad de explicación. Para ello es necesaria la imaginación sociológica, y como señala Aguilar, entrelazar teorías abiertas, una Sociología de Trabajo reflexiva y una permanente vigilancia epistemológica en las investigaciones. Más que nunca en este complejo escenario donde la informalidad ha aumentado de manera sostenida del 36.9% (2011) al 52.8% (2020) y el desempleo del 6.0% (2018) al 18.5% (2020). Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC).

El autor es sociólogo 
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