• 06/02/2017 01:00

Análisis de la educación en Panamá

No es mi intención hacer de este escrito mi propia catarsis sobre este tema que tantas ideas propositivas necesita

La educación panameña está viviendo probablemente su momento más difícil en los últimos años, vivimos hoy en día una grave crisis educacional que está lejos de ser una eventualidad imprevista. La agenda de los educadores en los últimos tiempos se ha limitado a maniobrar sobre la pretensión de un mejor reconocimiento económico por el desempeño de su labor. El Ministerio de Educación, en ningún Gobierno en los últimos 20 años, se ha comprometido a desarrollar y ejecutar una agenda de Estado en el tema educacional que perdure y trascienda el tiempo de ‘vida política' de ‘n' administración. Por su parte los estudiantes, totalmente obnubilados y abrumados por el tema, se segmentan entre quienes exigen cambios en el modelo de educación, pero son muy pocos y pobremente organizados, y la mayoría, a la que simplemente no le interesa el tema.

No es mi intención hacer de este escrito mi propia catarsis sobre este tema que tantas ideas propositivas necesita. Más bien quiero compartir algunos datos y reflexiones para poner en contexto ciertas cosas sobre esta coyuntura que puedan facilitar el entendimiento de una problemática que nos afecta a todos. La juventud panameña se enfrenta a una época difícil por la cual debemos bregar todos, en conjunto, para ver realizada nuestra aspiración de un desarrollo sostenible garantizado para esta y futuras generaciones.

Primero veamos algunos componentes positivos que podemos exteriorizar de la gestión de educación en los últimos años en vista a la meta del ‘Desarrollo Sostenible'. Panamá, como sabemos, ha sido sujeto de un crecimiento económico acelerado en los últimos años, acercándose a países de alto ingreso en Latinoamérica como Chile o Uruguay. Estas altas tasas de crecimiento han sido facilitadas por condiciones de inversión favorable en conjunto a una exponencial disponibilidad de capital humano preparado. Esta aseveración se materializa al ver que del 2001 al 2015 la tasa de formación académica formal aumentó de un diecisiete a un veintiséis por ciento (17 % a 26 %, según datos procesados por el BID). Ubicando a Panamá por encima del promedio de tasas de graduación en la región (4 de cada 10 jóvenes panameños asiste a la universidad).

A pesar de esto, el crecimiento económico al cual constantemente vemos referenciado en prácticamente cada discurso de reivindicación política en este país, no se ha traducido en una reducción significativa de la desigualdad. En promedio, el crecimiento económico en Panamá ha generado una mayor demanda de capital humano con bajo nivel educativo, a pesar de los importantes cambios que se han dado en el núcleo productivo, las ocupaciones no han diversificado en dirección de aquellas que requieren mayores niveles de habilidad técnica. Por lo que las plazas de empleo de mayor margen lucrativo están siendo difíciles de llenar por falta de personal capacitado.

Los indicadores de las pruebas PISA en Panamá, vislumbraron en el año 2009 que solo 3 de cada 10 estudiantes de 15 años podían leer un texto y comprender su significado, y solo 2 de cada 10 podían realizar un cálculo. Para que tengan una idea de calidad de la educación istmeña. Poniendo en contexto, el nivel cualitativo de nuestro modelo educacional en comparación a otros países de la región latinoamericana es terrible. Los estudiantes de mejor desempeño en Panamá tienen cifras de desempeño semejantes a los estudiantes de más bajo desempeño en Chile. Además de ser el país con mayor brecha de desigualdad entre educación pública y privada en la región, los estudiantes de colegios rurales están casi un año rezagados en comparación a las escuelas urbanas. Y ni entramos a hablar de los estudiantes pertenecientes a pueblos originarios, ya que ese tema merece un análisis y redacción de otras proporciones.

Al analizar este escenario la pregunta más evidente es ¿por qué tenemos una calidad de educación tan baja y perversa? ¿Será por la falta de recursos?, o ¿por la calidad de la infraestructura educativa?, o ¿por la baja calificación de los docentes en el sistema escolar? La realidad es que nos hace falta un poco de todo lo que he señalado. El sistema de educación pública en Panamá es el que menos gasta en comparación a otros países de la región en términos del PIB. Además de tener uno de los niveles más bajo de gasto anual por alumno (1069 dólares, en comparación a Chile, por ejemplo, que invierte 3055 dólares por estudiante).

Por otro lado, la calidad de los educadores es otro tema importante a discutir dentro de la agenda educacional. Si bien los educadores panameños son de los de mayor experiencia en la región —en términos de años laborando en el sistema educacional— son de los menos preparados profesionalmente también. Y ante una sociedad globalizada y competitiva, donde el estar al tanto de las nuevas metodologías y prácticas pedagógicas, coadyuvadas por las distintas herramientas que nos ofrece la tecnología, es algo clave, y hasta tácito, es irresponsable no tener un plan que avizore este reto como una realidad. Esta carencia de iniciativa política nos debe motivar a dar un empujón claro a tomar cartas sobre el asunto y empezar a apostar por la profesionalización de la carrera docente, transformándola desde sus cimientos para atraer, desarrollar, motivar y retener a los mejores educadores.

ESTUDIANTE DE DERECHO E INNOVADOR SOCIAL.

‘Si bien los educadores panameños son de los de mayor experiencia en la región —...— son de los menos preparados profesionalmente también'

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