• 29/04/2023 00:00

Papel patriótico para prensas independentistas

Durante el proceso de independencia, la escasez de papel fue un problema para sostener la difusión de las nuevas ideas y neutralizar las contrarias

“El viernes de cada semana se dará al público un papel periódico, en la forma y bajo el título del presente. Se abrirá la suscripción desde el día de hoy” (Fragmento de la “Gazeta de Caracas”, 24 de octubre 1808).

La conquista de las conciencias, sobre todo en las élites de la América española, atravesaba por la comunicación escrita, por los contertulios entre amigos o correligionarios y, finalmente, por los debates en plazas públicas que eran acompañados por proclamas o bandos procedentes de las autoridades o tropas en liza.

Durante el proceso de independencia, la escasez de papel fue un problema para sostener la difusión de las nuevas ideas y neutralizar las contrarias, un problema para todos excepto para el Perú. Loaiza Cano (2020) afirma que “en todos los periódicos del lapso 1810-1815, en la Nueva Granada, se hallan fácilmente anuncios que deploraban la escasez de papel o el costo de la mano de obra en el taller de imprenta” y añade “(…) el montaje de una fábrica de papel en Bogotá, en el vértigo político de 1811, tuvo para los redactores de periódicos un ‘alto valor patriótico’”. ¿Qué acontecía en el virreinato peruano mientras tanto? El Perú y el Reino de Guatemala sostenían, desde el siglo XVI relaciones políticas desde el momento en que los conquistadores involucraron a indígenas centroamericanos como tropas auxiliares de sus huestes en la lucha contra los Incas. En el siglo XVII se abrieron nuevos horizontes para el comercio intravirreinal entre ambos territorios. Guatemala requería granos y, con el despegue de sus intercambios, enseres de lujo así como mano de obra que embelleciese la capital. La Ciudad de los Reyes (Lima) absorbía madera -que la costa peruana no producía en las cantidades necesarias- pero sobre todo, añil y papel. Tinta guatemalteca que se utilizó en los documentos del Cabildo y su burocracia, en los textos eclesiásticos y en el comercio de libros.

Durante dos décadas de pausa (1623-1643) en el comercio de papel con la Metrópli, “la industria limeña de la encuadernación y de la copia creció grandemente convirtiéndose en abastecedora intra e intervirreinal de libros reeditados, así como de libros de factura ‘nacional’” (Raffo, 2022). Había entonces condiciones -en número de prensas fijas y móviles, tipógrafos, y abundante papel- que explican que, durante el período 1808-1824 del proceso independentista apareciesen más de una docena de periódicos -patrióticos y monarquistas, liberales y conservadores- de vida intermitente en la ciudad de Lima. En el campo del debate político, desde el escenario peruano, el papel no fue un problema -los embarques de Guatemala seguían llegando- cuando el Virrey Abascal orquestó una contraofensiva ideológica desde las imprentas peruanas contra los patriotas bonaerenses y santiaguinos. Sin embargo, ello no detuvo el ímpetu de las huestes del Libertador San Martín que, al tocar las costas incas, combatió también con proclamas y discursos encendidos, pasquines y poemas cuya difusión se vio facilitada por las prensas locales.

Terminadas las luchas, después de la batalla de Ayacucho (1824), los impresores y sus máquinas tuvieron desarrollos desiguales en el continente. En México y Argentina rápidamente tomaron un enfoque técnico y empresarial, mientras que en Chile y en Nueva Granada, al menos hasta la primera mitad del siglo XIX, su desarrollo fue incipiente. El Perú, de otro lado, evaporó sus ventajas comparativas, la conflagración independentista había derruido sus mercados y rutas de intercambio -no solo con Centroamérica-, agotado sus arcas y radicalizado las relaciones sociales entre liberales y conservadores. Fue una epata de incertidumbres que, por el volumen de lo publicado, los investigadores Mora (2005), Palti (2008) y Loaiza Cano (2020) coincidieron en describir como “densidad discursiva polifónica”, es decir, un tejido discursivo que había escapado del control de los actores, un tren que surcaba con vehemencia el camino de la separación de España usando una matriz ideológica compartida aunque con decibeles particulares según cada nación protagonista.

Loaiza Cano (2020) emite una opinión concluyente “(…) el impresor fue un nuevo agente social que se consolidó en la misma medida en que la cultura de los impresos ocupó un lugar central en los procesos de comunicación política” de las nuevas repúblicas latinoamericanas. Nace así la prensa pluralista que se erigió como la plataforma para generar diversidad de opiniones y de referentes políticos.

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