• 31/10/2022 00:00

La Patria por construir

“La Patria que debemos celebrar ya no existe y lo que tenemos con el futuro incierto, entre locos y malandrines, merece un compromiso ineludible de seguir luchando por un mejor Panamá”

Después de la pandemia por el COVID-19, existe este sentimiento de reinicio de muchas cosas. Un nuevo comienzo. O, para la comunidad, en medio de las vicisitudes y los tiempos de retos difíciles, la oportunidad de volver sobre algunas actividades colectivas que de alguna manera nos unen y placen.

Esta semana inicia lo que todo panameño reconoce como nuestro “Mes de la Patria”. En este mes coinciden una serie de fechas relacionadas a momentos trascendentales de la nacionalidad panameña y que definieron caminos específicos en la construcción de la identidad histórica nacional y de la independencia como nación.

Pero es justo decir que este país ha cambiado y no para bien. Es para reflexionar sobre lo alcanzado y dejado perder en términos de identidad nacional y sinergia colectiva. La pandemia no tiene nada que ver con el lugar en donde estamos como sociedad. Sentirnos especialmente ligados a esta tierra, más en un mes como el que está a punto de iniciar, no deja de mostrarnos que nos encontramos en uno de los más evidentes momentos de dudas y peligros de supervivencia como nación.

Nuestros gobernantes en particular apuestan al entusiasmo de los estudiantes por desfilar. Sí, lo sabemos; desfilar aquí en las fiestas nacionales para “celebrar” a la Patria, es una actividad que encanta sobremanera de generación en generación. No solo por el reconocimiento a los que ocuparon puestos de honor por su desempeño académico, sino también, y quizás más importante para ellos, los que gozan con su participación en las bandas de música y las ya conocidas bandas independientes.

A eso apuestan para dejar en el olvido los más recientes actos de corrupción en el manejo de la cosa pública. En su mayoría, la clase acomodada saldrá del país por los días en que la algarabía de los desfiles se toma las calles y avenidas. En cambio los políticos y altos personeros del Gobierno y de los Gobiernos locales, estarán desde tempranas horas saludando la bandera, a las delegaciones que desfilan en los eventos nacionales o en las comunidades, sonriendo de par en par y tomándose “selfies” “en honor a la Patria”. ¿Cuál Patria? ¿La de los que acabo de mencionar, que se han hecho millonarios con los dineros del Estado? ¿O la Patria de los que sacrificaron todo para que tuviéramos el territorio unificado?

Para entender y querer esta Patria, hay que ir más allá de las emociones que se darán en los próximos días, porque podemos salir nuevamente a tocar los tambores y las liras. Pero los tiempos presentes dejan evidencia de que esta Patria fue de una dignidad que ya no percibo compartida. Se ha esfumado en el tiempo y en medio de los interese personales y la corrupción. De los que le sacan millones de dólares en el matraqueo y el juegavivo. Los que controlan la economía; y, en el proceso, se sienten orgullosos por las limosnas que se vanaglorian en darle a la población.

El sentido patriótico de las celebraciones de noviembre se ha esfumado con el tiempo. La Patria de los que salieron a defender la dignidad nacional el 12 de diciembre de 1947 (en rechazo a los convenios Filos-Hines), los miles de compatriotas organizados en la gloriosa Federación de Estudiantes de Panamá, así como el Frente Patriótico de la Juventud, el Magisterio Panameño Unido, la Asociación Nacional de Educadores y la Unión Nacional de Mujeres, entre otras organizaciones.

Se ha esfumado el arrojo de hace 64 años, precisamente el 3 de Noviembre de 1958, cuando un número plural de patriotas (políticos, profesores, profesionales y estudiantes), tuvieron la osadía de ingresar y recorrer las calles de la Zona del Canal, vedada a los panameños, enarbolando la bandera nacional.

Se ha esfumado la Patria y la valentía compartida de los mártires del 9 de Enero de 1964, que con el grito de: “Bandera, Bandera, Bandera”, como diría Rubén Blades, se sumaron cientos y cientos de panameños que, sin celulares, Twitter ni Facebook, se lanzaron a la calle y pusieron el pellejo en defensa del honor y la dignidad nacional.

Celebremos pues, en medio de la opulencia ficticia de los rascacielos y las mentiras. La Patria que debemos celebrar ya no existe y lo que tenemos con el futuro incierto, entre locos y malandrines, merece un compromiso ineludible de seguir luchando por un mejor Panamá.

Comunicador social.
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