• 21/09/2017 02:02

Moverse desde las afueras... ser doblemente pobre

El metro me cuesta $0.35, y otros $2.00 el taxi que me lleva desde la estación 12 de Octubre hasta mi trabajo en la vía Ricardo J. Alfaro. 

H ace un par de días me mudé temporalmente a casa de mi mamá en Villa Zaíta, animado porque mi auto se fue al taller y desde donde vivo me es difícil moverme sin él.

Pensé que sería más práctico el cambio, pero el resultado ha sido desalentador. Ya no por el tranque, la frecuencia de los metrobuses ni si sirven o no... sino por lo caro que es moverse en transporte público desde un barrio que no tiene autobús —o con frecuencias muy escasas y anacrónicas— y hacia un sitio mal conectado con la Línea 1 del metro —la columna vertebral de mi movilidad por la ciudad.

Hagamos cuentas: salir de la urbanización en donde vive mi madre hasta la estación del metro de San Isidro me cuesta $2.50 (las chivas, el diablo rojo o el Metrobús no pasan por ahí).

El metro me cuesta $0.35, y otros $2.00 el taxi que me lleva desde la estación 12 de Octubre hasta mi trabajo en la vía Ricardo J. Alfaro. Solo yendo gasto $4.85. Volver implica algo similar: tomo un bus hasta San Miguelito ($0.25), el metro hasta San Isidro ($0.35) y un taxi a casa ($2.50). Me gasto en un día alrededor de $8 moviéndome. Cerca de $240 al mes. Amén que no haga algún mandado después de trabajo o llueva.

¿Y qué pasa si gano $800 mensuales? ¿Cómo le hago frente a ese gasto sin morir en el intento? ¿Sin estallar de rabia porque no hay taxis y está lloviendo? ¿Cómo hacer para aguantarme las ganas de endeudarme para comprar un carrito nuevo —no me quiero engrampar en un problema de un carro de segunda— y agravar el tranque en la ciudad?

¿Cómo, si al fin de cuentas me seduce la publicidad del auto que me quedará en $180 mensuales, aunque no haya calculado combustible, seguros, desgaste, Panapass? ¿Qué solución tiene para mí la ciudad?

¿Y qué pasa con el que gana $500 o $450, vive a dos o tres calles de mi casa, tiene dos hijos en escuela y tiene que hacer los mismos gastos que yo para salir y entrar? ¿Porque cada vez que pone un pie fuera de casa se vuelve dramáticamente más pobre?

Puedo poner mis ansias en remojo y plantearle un par de cosas el Gobierno: es tiempo de replantearnos la cobertura del Metrobús en la ciudad. En definitiva, debe crecer.

Es una cuestión de derechos y equidad: mal o bien, si un residente en Don Bosco, Torrijos-Carter o La Siesta (con entre cuatro y seis rutas de metrobús cada una) puede optar por esperar un metrobús cerca de su casa, ¿por qué no puede hacer lo mismo uno de Jardín Las Mañanitas, Cerro Cocobolo, Las Acacias, Cabra, Lucha Franco, Villa Grecia, Jardines de Sevilla, El Crisol o Villa María?

Ellos son presas de las llamadas ‘rutas internas', dominadas aún por las viejas prestatarias de diablos rojos, y que se asfixian porque no tienen acceso a subsidios, tienen buses viejísimos, no pueden acceder a las zonas pagas y sus usuarios no pueden disfrutar de ‘pasar la tarjeta y que el próximo autobús no te cobre'.

Es necesario que el Metrobús, en el que el Estado invierte $338 millones anuales en subsidios, nos contemple a todos. No hacerlo es como si a unos barrios les pusieran calles y a otros no. El transporte público tiene una función democratizadora y de integración social importantísima.

También es fundamental que el Gobierno desempolve el proyecto de rutas que conectan con la Línea 1 del Metro, y que se quedó a medio camino. (Un absurdo: hay un bus que te lleva desde la estación de 12 de Octubre a Hato Pintado, pero no uno que te lleve de Hato Pintado hacia la estación 12 de Octubre).

El sistema de bus oficial debe ‘robarle' lo que los expertos llaman ‘la última milla' a los taxis, a las viejas prestatarias y a los piratas. Debe haber una ruta hacia Paraíso y un microbús hacia Altos de la Torre. Saber que, por más pobre o rico que seas, siempre verás uno cerca. Debe devolverle al ciudadano los $7 u $8 que se gasta de más todos los días viajando y que los pueda usar para ir al cine con sus hijos, comerse un helado o ahorrar para vacacionar.

Porque cuando una ciudad deja a la buena de Dios la movilidad de su gente malgasta dinero, tiempo y fracasa. Y ese fracaso lo cargamos todos, y todos los días.

PERIODISTA

‘[...] es fundamental que el Gobierno desempolve el proyecto de rutas que conectan con la Línea 1 del Metro, y que se quedó a medio camino'

‘Es necesario que el Metrobús, en el que el Estado invierte $338 millones anuales en subsidios, nos contemple a todos'

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