• 23/03/2010 01:00

El problema de la seguridad

Recuerdo que al comienzo de la revolución, el doctor Hernán Porras le decía al general Torrijos: “General, en su escritorio coloque tres...

Recuerdo que al comienzo de la revolución, el doctor Hernán Porras le decía al general Torrijos: “General, en su escritorio coloque tres bandejas para atender los problemas, en una ponga los problemas que no tienen solución, en otra los que los resuelve el tiempo y en la última los que se resuelven solos”. Nunca han sido más sabias esas palabras que cuando vemos los problemas de seguridad en el país. Estamos convenciéndonos de que o esto se resuelve solo, o lo hace el tiempo o no tiene solución.

No importa el discurso, desde “ mano dura ” de Mireya hasta la dramática cuña del candidato Juan Carlos Navarro, o bien la promesa del candidato Martinelli, solo llegamos a ver cada día más inseguridad, más violencia, menos seguridad. Martín Torrijos lo iba a resolver con cinco leyes, Mireya Moscoso con tres, Martinelli aumentando penas y considerando a los menores como adultos: resultado, cero. Hemos probado con abogados civiles, con militares retirados, resultado cero. El presidente, como los anteriores, amenaza a los delincuentes que los va a terminar, resultado, cero.

¿Qué estamos haciendo mal? Primero, es evidente, no hay certeza de castigo. El delincuente logra o bien mantenerse libre sin ser descubierto y arrestado, o bien arrestado y en poco tiempo liberado. Si es menor, la pena es muy baja y si es adulto la pena real que cumple es baja por el delito. En segundo lugar, tenemos una población delincuencial altamente armada. La pena por estar armado sin permiso o con armas no registrada es baja, si cambiásemos el código para efecto que quien esté armado ilegalmente o bien participe de un delito armado pague la pena máxima, quizás desarmamos la población.

De igual forma, ¿por qué no mantener permanentemente la campaña de compra de armas ilegales por el Estado, bien con comida o certificados de almacenes que participen, a los que el gobierno les recompraría las armas por x porcentaje de lo pagado, de forma que las empresas así contribuyan a desarmar la sociedad.

Tenemos que cambiar el sistema de vigilancia ciudadana, garantizando el anonimato en las denuncias. De igual manera los estamentos de seguridad tienen que montar su sistema de “ sapería ”, algo que exitosamente tuvo el antiguo G2, donde conductores de taxi, cantineros y meseros formaban una larga cadena humana de informantes. Pero esto hay que acompañarlo de la iluminación adecuada lo que debe cubrir el Municipio.

Los que aducen que la pena no es lo que reduce la intención de delinquir no recuerdan cómo durante el proceso se dieron muy pocos secuestros, los pocos sufrieron la muerte, los secuestradores y los delincuentes lo sabían. En Oriente, donde el consumo o tráfico de droga es sancionado con la pena de muerte, la adicción es menor que en nuestros países. La pena de muerte por secuestro en USA ha sido el factor que mantiene ese tipo de delito muy bajo en el país del Norte.

Al final, quizás no es solo quién es jefe de la Policía, es mas bien toda una serie de medidas que se requieren en forma integral, amerita que hagamos el esfuerzo entre todos, o simplemente volvamos a esperar que el problema se resuelva solo, o lo haga el tiempo, o no tenga solución.

*Ingeniero y analista político.marognoni@cwpanama.net

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