Protestas e incertidumbres

  • 05/05/2025 00:00

Tengo sentimientos encontrados sobre la forma de algunas protestas, particularmente en los sectores que afectan a las clases más necesitadas: el sistema educativo y en la atención de salud. Hay otras formas de protestar, manifestaciones de unidad y multitudinarias varias veces a la semana son imposibles de ignorar por parte de las autoridades. Los estudiantes, los que merecen un mejor futuro, no deben sufrir las consecuencias: y las autoridades deben tomar las cosas en serio. Esta columna tiene sus antecedentes escritos publicados en los últimos años y como consecuencia de las protestas del 2022 y 2023.

La historia está llena de ejemplos sobre pequeñas situaciones que parecen inofensivas y de pronto desatan una cadena impensable de acontecimientos que ponen en peligro la paz de todos. Para lo que estamos viviendo los panameños, esas “pequeñas situaciones” que los oportunistas usureros y corruptos tratan de torear, ya se están convirtiendo en grandes amenazas de desestabilización social.

Una breve historia para que reflexionemos: El 17 de diciembre de 2010, unos inspectores de mercado en Sidi Salah, un pequeño pueblo cerca de la ciudad central tunecina de Sidi Bouzid, le confiscaron a un vendedor ambulante tunecino, de nombre Mohamed Bouazizi, algunas de las mercancías que llevaba alegando que carecía del permiso necesario (al parecer querían una coima para dejarlo en paz). Testigos señalaron que Bouazizi fue humillado públicamente por una agente de policía que lo abofeteó. Enfurecido, el vendedor fue a la gobernación local para quejarse, pero se le negó una audiencia con el gobernador. Más tarde, ese día, Bouazizi se inmoló afuera de la oficina del gobernador. (Pausa para recordar los constantes insultos del presidente Mulino contra los que cuestionan).

Según las narraciones, este acontecimiento contra el vendedor ambulante por los funcionarios se convirtió rápidamente en un punto focal para la ira del pueblo. Cuando Bouazizi murió de sus heridas el 4 de enero de 2011, ya las protestas se habían extendido por Túnez y los grupos de oposición habían comenzado a exigir la eliminación del régimen corrupto y autoritario de presidente Zine al-Abidine Ben Ali, en el poder por casi 24 años. “Los intentos del régimen de usar la fuerza para reprimir las protestas provocaron críticas internacionales y el régimen no aplacó a la oposición con sus ofertas de concesiones. El 14 de enero, Ben Ali fue obligado a renunciar y abandonar Túnez mientras los manifestantes marchaban, muchos de los cuales portaban letreros y pancartas con la imagen de Bouazizi.” Este hecho fue considerado por algunos expertos como la chispa que inició la famosa Primavera Árabe.

Lo anterior sobre Bouazizi es un brevísimo relato de una situación mucho más intensa y profunda de lo que vivía a diario él y cientos, si no miles de otros ciudadanos. El intenso y cotidiano acoso de las autoridades se había convertido en una situación que, de eso, acoso, rayaba en la burla y ese sentido de burla de igual forma ha ido creciendo. Hay mensajes implícitos cuando le dices a una población que está al borde de ser del primer mundo, pero que tiene que levantarse a horas inimaginables para tomar el transporte para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Hay burla cuando le dices que para aclarar lo que puede ser un grave asunto de salud, tiene que esperar diez meses para una cita, o que el equipo está dañado.

Las desventajas que sufren las clases más populares y necesitadas del país son el resultado de una abierta descarada indiferencia y desinterés por la condición social de la mayoría de las personas que salen todos los días a ver cómo resuelven las cosas fundamentales de la supervivencia. Repito nuevamente: un sistema de salud en donde se gasta millones de balboas, pero la atención es muy cuestionable. El sistema de transporte ineficiente. La pobre educación y las instalaciones inaceptables que nos ponen en desventaja por lo menos 20 años. La falta de seguridad... Un sistema judicial corrupto que penaliza al pobre y les rinde pleitesías a los ricos y maleantes de cuello blanco. Los miles de millones de dólares que se han robado del erario.

Ese es el marco de indignación social y hastío que estamos viviendo.

La Soberanía nacional ya tiene una definición compartida escrita con la sangre y el arrojo de los mártires y los que lucharon para consolidarlo. Las explicaciones sobran para tratar de justificar lo que no se puede. Los cálculos para las jubilaciones del futuro son cuestionables en un mundo que será mucho más difícil y caro para la mayoría.

La incertidumbre no ayuda y ofender y descalificar a los que protestan no es buena idea. El gobierno debe considerar seriamente las demandas. Como sugerí anteriormente, el gobierno debe implementar un plan sistemático e inmediato de cambios estructurales que desmantele los hilos de la corrupción, que haya certeza del castigo y que ordene la cosa pública en un marco de respeto y consideración absoluta hacia el ciudadano. Que esto no se siga poniendo peligroso.

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