• 31/07/2017 02:01

Recordando la Batalla del Puente de Calidonia*

Al final de tragedias como la del Puente de Calidonia, ¡qué solos se quedan los muertos!

Hoy, debo hablarles del significado que la Batalla del Puente de Calidonia, ocurrida hace 117 años, tiene para nosotros los panameños, quienes enfrentamos retos similares a los que tuvieron antaño nuestros compatriotas.

Es importante entender la motivación de estos jóvenes liberales que llegaron hasta aquí dispuestos a dar su vida por una causa. Desde Charco Azul, en la provincia de Chiriquí, habían desembarcado en marzo de 1900, al mando del Dr. Belisario Porras, procedentes de Nicaragua y, a lo largo del camino a Panamá, habían logrado significativos triunfos militares en David, Bejuco y Corozal, sumando aliados estratégicos como el Cholo Victoriano Lorenzo, y reclutando una buena cantidad de voluntarios, quienes conformaban el ejército revolucionario liberal, que desafiaba la autoridad de los conservadores, en el poder.

Venían con el alma henchida de orgullo y entusiasmo por la causa liberal, que era en ese entonces la que los impulsaba, en busca de las libertades que hoy gozamos y que en ese momento no tenían por estar gobernados por lo que hoy denominaríamos una dictadura. Esta no respetaba los más fundamentales derechos del individuo a expresarse, transitar, reunirse y participar libremente en los negocios y en la política. Y qué decir del derecho a autogobernarnos como estado federal, en lugar de estar subordinados al poder centralizado en la capital. Por ese ideal luchaban, y es por eso que hoy conmemoramos ese sacrifico heroico de estos valientes liberales que dieron sus vidas luchando por los ideales de ‘libertad, solidaridad y fraternidad‘. Ellos eran, en su gran mayoría, panameños de todas las clases sociales, pero además había centroamericanos y sudamericanos que se habían sumado a la causa.

Esa mañana venían con el entusiasmo de quien se siente que tiene la razón de su lado; sin embargo, no se dio el anhelado triunfo que habría coronado una campaña exitosa y arrolladora de varios meses, en los que el Dr. Porras y sus aliados habían demostrado valentía e inteligencia a la hora de las batallas de David y Bejuco, a pesar de que los godos los superaban en número y equipamiento.

Sin embargo, la historia que se iba a escribir ese funesto 24 de julio era otra pues, a pesar de haber convenido una estrategia de ataque a la ciudad de Panamá entre los generales y jefes liberales —entre quienes figuraban el Dr. Belisario Porras, jefe de la causa liberal en Panamá, y el general Emiliano Herrera, a cargo de las operaciones militares, este último desconoce lo acordado en La Chorrera y se adelanta y dispone un ataque frontal a la ciudad por el Puente de Calidonia desde Perry Hill (Perejil), donde había ubicado su cuartel general, causando, por la estrechez del corredor, la perdida de la mitad del ejército liberal el primer día de batalla, debido al ataque suicida, como lo calificó el mismo Belisario Porras, cuando describió lo acontecido así:

'Imagínese cómo tuvo lugar: dos batallones por la playa, cinco por el centro y dos más por San Miguel, en busca de la orilla del pantano. No había más que una estrechura de 700 a 800 metros, mermados por el pantano que forma el estero de Peña Prieta. Entraron, no por pelotones, sino en masa, ¡doscientos y tantos hombres, por un lado, doscientos y tantos por otro, y algo más de quinientos por el centro'.

Lo que sucedió después era predecible; sin capacidad de maniobra, las tropas liberales fueron como carneros cual carne de cañón directo a la muerte. Después de 10 horas de cruenta batalla, y a pesar del heroísmo y coraje de sus combatientes, quinientos soldados de una tropa de mil doscientos que iniciaron la batalla, ahora yacían inertes en el suelo patrio. Aquí en este mismo barrio donde hoy caminamos indiferentes entre Peña Prieta, cerca de La Exposición, Calidonia y San Miguel, quedando los demás combatientes heridos o en pocas condiciones de pelear, con hambre y cansancio, impresionados por los horrores vividos en el ataque suicida ante las formidables defensas de la ciudad.

Cuando el Dr. Porras llegó la madrugada del 25 julio a Boca la Caja, de la playa de Farfán, donde se había quedado en reserva producto de su desacuerdo y enojo con el general Herrera por su desatinada decisión, pudo comprobar el tamaño de la derrota y tragedia humana. A pesar de que trató de reagruparlos y reiniciar el ataque, ya todo era inútil ante la llegada de mil doscientos refuerzos frescos a Colón del ejército colombiano de Barranquilla, al mando del general Campo Serrano, hecho que terminó con la esperanza de continuar la batalla. Entonces el Dr. Porras despachó a Victoriano Lorenzo al interior con parte de las armas, para que las custodiara y poder continuar la lucha, como en efecto sucedió.

Al final de tragedias como la del Puente de Calidonia, ¡qué solos se quedan los muertos! Lo irónico fue que le tocó al Dr. Porras y a Carlos Mendoza, por encomienda del general Herrera, firmar el acuerdo de capitulación para el cese de hostilidades y la entrega del parque militar. Para ello, tuvieron que bajar desde Perry Hill hasta la entrada a la ciudad y recorrer el campo de batalla contemplando, en sufrimiento supremo, a muchos de sus compañeros que yacían aún inertes en el campo y en otros lugares donde héroes como Temístocles Díaz, Joaquín Méndez, Juan Mendoza y Fabián Tejada habían entregado la vida por la causa liberal.

Los dejo con el pensamiento que escribe el mismo Dr. Porras en sus memorias de la Campaña del Istmo al referirse a los héroes caídos:

‘¡Oh tristes! ¡Oh Nobles! ¡Oh incautos camaradas!, el vencedor que os nombró filibusteros, como un trofeo de victoria vuestro despojo guarda. Esparcidos aquí y acullá en ese suelo que habéis hecho de legendario con vuestra abnegación, vuestro arrojo y vuestro holocausto. No animaréis ya las legiones del futuro; pero vais a servir de ejemplo, denodados precursores de la gloria, en el istmo no habrá más siervo ni se contarán los hombres como ovejas: por manadas. Sois un lóbrego silencio, y en vuestras tumbas no se ostenta ningún fastuoso y significativo epitafio. Pero no podrá pasar por Calidonia ningún godo sin estremecerse y sentir nervios, crepitación de quijadas. Mañana cuando luzca la libertad de todos y para todos en la Patria, un gran monumento señalará el lugar, hoy melancólico de vuestra heroicidad sublime'.

Recordemos siempre que tuvimos héroes dispuestos a dar la vida por sus ideales, abriendo el camino para esta República que a partir de su independencia fue liberal, como vaticinó el Dr. Porras. Y que pudo construir en los últimos 114 años una nación que, aunque maltratada por algunos de sus malos hijos y gobernantes, destaca con un Canal panameño ampliado y una cultura rica y diversa, convertida hoy en centro de servicios, transporte y comercio internacional, donde respiramos las libertades fundamentales del hombre, a saber: libertad de expresión, culto, tránsito y reunión para el beneficio de propios y extranjeros, y de una democracia, hija de la libertad, que tenemos que fortalecer y defender, si es necesario hasta con nuestras vidas, para beneficio de las futuras generaciones.

Hoy que brilla la libertad para todos en la Patria, hagamos en este lugar sagrado un merecido homenaje a todos aquellos que, con la ofrenda heroica de sus vidas, hicieron posible ver realizado el sueño de la libertad y de Patria. En reconocimiento a aquellos héroes del Ideal Patrio, es un imperativo histórico que aquí se erija un monumento a los héroes de la Batalla del Puente de Calidonia.

¡Viva Panamá! ¡Vivan nuestros héroes liberales de la Guerra de los Mil Días y de la Batalla de Calidonia!

PRESIDENTE, FUNDACIÓN BELISARIO PORRAS.

*DISCURSO DEL MIÉRCOLES 26 DE JULIO DE 2017 EN LA CONMEMORACIÓN DE LA BATALLA DEL PUENTE DE CALIDONIA, EN LA PLAZA DE LOS MIL DÍAS, DONDE CAYERON MÁS DE 600 PATRIOTAS POR LA CAUSA LIBERAL Y QUE REPRESENTA UN HECHO HISTÓRICO DIGNO DE RECORDAR.

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