• 11/01/2012 01:00

Con un arbolito quemo el Tívoli

O scilaba los trece años de edad, cuando se dieron los hechos sangrientos del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964, que dejó como recuerdo es...

O scilaba los trece años de edad, cuando se dieron los hechos sangrientos del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964, que dejó como recuerdo esa lucha de miles de panameños por alcanzar la soberanía de nuestro país, en la Zona del Canal, (territorio panameño ocupado por Estados Unidos de Norteamérica).

Aproximadamente, a las siete de la noche del 9 de enero de 1964, un sujeto apodado ‘Mayo’ llegó a la Bajada del Ñopo, en calle 12 Este, gritando que los gringos estaban matando a estudiantes en la 4 de Julio, hoy avenida de los Mártires.

Ajenos a lo que había transcurrido en horas de la mañana, cuando un grupo de estudiantes del Instituto Nacional trató de izar nuestra bandera panameña, en el Balboa School de la Zona del Canal, esa noche dejamos de hacer lo que estábamos haciendo —hablar en una esquina como los jóvenes de cualquier barrio— y nos sumamos a los miles de jóvenes, adultos y ancianos de ambos sexos, que en esos momentos enfrentaban al coloso del Norte a punta de pedradas, a cambio de balas que disparaban los gringos desde las colinas del Cerro Ancón y de los alrededores del hotel Tívoli.

Algunos padres de familia con correa en manos buscaban a sus hijos, pero el mío, —Marcelino Rodríguez Oses—, quien sordomudo, no estaba por ningún lado, por lo que me sumé a abastecer de piedras de todos los calibres a los manifestantes que se encontraban por los alrededores del Palacio Legislativo.

Posteriormente, un joven atrincherado en el edificio la aerolínea norteamericana Pan Am (hoy BDA), frente al Palacio Legislativo, me exigió con voz de mando...: ‘búscame un arbolito para quemar el Tívoli’, (refiriéndose al hotel Tívoli dentro de la Zona del Canal).

Incursioné nuevamente en el viejo barrio de El Marañón, donde logré encontrar dos arbolitos bastante secos que arrastré hasta el Palacio Legislativo, donde el valiente joven los prendió, pero las rápidas llamas del seco árbol no dieron oportunidad ni siquiera que el desconocido joven pasara la 4 de Julio, mucho menos que intentará cruzar la cerca que separaba la ciudad de Panamá con la Zona del Canal.

Agotados nos retiramos del lugar de los hechos, el 10 de enero de 1964, y aún había gente en todas las esquinas de los barrios de San Felipe y Santa Ana hablando de los sucesos. Quisimos exponer nuestra participación como parte del orgullo de haber hecho algo por nuestro país, pero el agotamiento nos obligó a buscar cama, por lo que logramos conseguir espacio en el cuarto que mi padre Marcelino, madrastra Rebeca y mi tres hermanos compartíamos en el viejo caserón de la Bajada del Ñopo.

Sin importarle a nadie, el día 11 de enero de 1964 me sumé nuevamente a los cientos de personas que en diferentes trincheras intentaban mostrar que los panameños no somos cobardes, pero en esta ocasión me correspondió junto con otros jóvenes tratar de quemar la empresa norteamericana ‘Good Year‘ , un depósito de llantas a un costado de la parte posterior del Cementerio Amador.

Un grupo de jóvenes se instalaron en el Parque Santa Ana, lugar donde se leyeron proclamas contra la agresión que sufrieron los panameños, distribución de panfletos y luego la noticia fatal, se informó que los muertos superaban los veinte y los heridos saturaban los cuartos de urgencia de los hospitales de Panamá y Colón, entre estos el Hospital Santo Tomás.

Aún ese arbolito, sus llamas están vigentes en mi pensamiento, para que las presentes y futuras generaciones lleven como consigna que a la patria no se le pone condiciones.

¡Viva la gesta patriótica del 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964!

PERIODISTA Y RR.PP

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