• 17/06/2012 02:00

‘A lo tuyo con razón o sin ella’

Mi madre me enseñó desde chico aquello de que ‘a lo tuyo con razón o sin ella’; es decir, aunque podamos tener diferencias a lo interno ...

Mi madre me enseñó desde chico aquello de que ‘a lo tuyo con razón o sin ella’; es decir, aunque podamos tener diferencias a lo interno de la familia, al final no hay otro camino que salir a defenderla cuando es atacada por extraños. Lo traigo a colación, aunque esto me pueda generar críticas de algunos insensatos, a lo ocurrido en Ginebra, Suiza, durante la presentación del mandatario de todos los panameños, Ricardo Martinelli.

No hace mucho, refiriéndose a mi persona el presidente Martinelli dijo que, aunque yo era un periodista crítico a su gobierno, era merecedor de cualquier ayuda que tuviera que ver con mi salud. He tratado a lo largo del ejercicio de esta profesión de ser imparcial en mis comentarios, e igualmente no permito que se etiqueten mis criterios por ser miembro de algún partido político.

Por todo lo anterior, pienso que fue insensato, e incluso injusto, que la delegación de trabajadores de nuestro país presentes en la 101ª conferencia anual de la Organización Internacional del Trabajo, promoviera que una gran cantidad de sus colegas que representaban a sus respectivos países, abandonara la sala al momento en que el presidente de Panamá se prestaba a realizar su discurso.

Obsérvese que digo ‘el presidente de Panamá’, por lo que el acto en cuestión fue ofensivo, sin entrar a discutir detalles colaterales, a la majestad de la patria que era representada por el señor Martinelli. No hago referencia a las probables buenas razones que pudiera tener la dirigencia laboral allí reunida para cuestionar posibles injusticias contra la clase trabajadora.

Puede que para algunos sea motivo de satisfacción ver cómo extraños puedan vapulear a quien ocupa el más alto puesto político gracias al voto de una gran cantidad de panameños. Nosotros no estamos dentro de ese grupo y nos apena que pueda ser así. No puede verse como un acto solo contra un ciudadano panameño cualquiera. Si así lo conceptuamos, es una vergüenza no para él, sino para quienes Ricardo Martinelli representaba en ese pódium internacional.

Muchas veces basamos nuestras opiniones en asuntos que tienen más que ver con la percepción que con la realidad. También guardan relación con hechos ciertos. En fin, el trabajo de todo presidente, no importa el país al que pertenezca, está conformado con actuaciones buenas y malas. Se carga con los errores propios y los de sus subalternos, como debe ser, e igual se lleva los honores cuando se cumple con las buenas obras.

Más allá de las críticas que merezca el actual gobierno, no puedo entender el orgullo con que Mariano Mena, sempiterno miembro de la dirigencia sindical de Panamá, cuando declaró que ‘este fue un acto inédito’. Me imagino que es así, porque no puedo pensar que a ninguna otra dirigencia obrera del mundo se le hubiera ocurrido solicitar a sus iguales cometer un acto de ofensa contra el presidente de su país.

Seguiré siendo crítico de este gobierno y de cualquier otro que se distancie de sus promesas de campaña y la realidad de su gestión. A Martinelli le reconozco varios de sus programas sociales que ojalá no sean utilizados como parte de la campaña en el 2014, así como muchas obras que son buenas, aunque algunas están distorsionadas por el sobreprecio y posibles actos de corrupción. Lo que tampoco puedo ignorar es que independiente de estas consideraciones, olvidemos que es el presidente de nuestro país y, por tanto, merece de propios y extraños que lo respeten. Así de fácil, así de simple.

*PERIODISTA

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