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- 11/06/2009 02:00
Libertad y razón
Lo que nos hace humanos es nuestro sentido de razón, o nuestra capacidad racional de pensamiento, que nos permite conocer y elegir de manera voluntaria, lo cual conocemos como “libertad”. La razón es nuestra guía en un mundo de leyes naturales; esas que estaban allí antes de que los hombres las plasmaran por escrito. Las personas no nacimos para ser esclavos de nadie. Sin embargo, la semilla del razonamiento es una planta que germina en nuestras almas y que debe ser fertilizada en buena familia, buenas escuelas, buena comunidad y buen gobierno, de manera que florezca y dé frutos de virtud.
Desgraciadamente, cuando todo un pueblo ha sido cultivado en un medio reprimido y desvirtuado, se atrofia y descompone. En semejantes circunstancias de poco nos sirven esas dotes de razonamiento y de voz, propias de seres libres. Cuando la santidad del conjunto familia está pervertida, y nuestros jóvenes salen al mundo con una visión caricaturesca del mismo, para encontrarse con un transporte inhumano y una educación que no es tal cosa; lo extraordinario es que no hayamos retrocedido a la barbarie.
Peor aun si nuestras instituciones son malignas; siendo que sus propósitos no sean virtuosos, sino que están al servicio de todas esas bajas pasiones que han germinado en el Patacón de nuestra triste realidad.
Algunos pensarán que exagero y desdeño el bien que también habita en nuestra gente; pero no, porque todo es asunto de grados. Es algo así como todos esos alimentos que nos vienen con residuos de plaguicidas, herbicidas, hormonas y demás; el cuerpo aguanta hasta cierto punto y no más. El grado de corrupción que nos enferma es muy alto y no hacemos suficiente para disminuirlo. Esto es lo que manifestaron con claridad los panameños en las últimas elecciones. Fue el mismo mensaje que enviaron los electores a los arnulfistas en las elecciones anteriores.
Mientras tanto el mal entre nosotros sigue tomando cuerpo, pues ese mismo pueblo que ya viene con sus males de arrastre, cada día aprende más y más las perversas lecciones que dictan nuestros malos líderes; tanto políticos como empresariales. Así, no deberían sorprendernos esos absurdos cierres de calles que, de hecho, son acciones delictivas. Lo terrible es que el delito se vuelve tan común y rutinario que dejamos de verlo como tal. No se puede manejar un país a punta de cierres de calle; y menos cuando se premian esas acciones delictivas, con lo cual se refuerza esa forma de proceder.
Pero, aunque parezca paradójico, no es menos cierto que la desobediencia civil surge como método de oponerse a la tiranía; y no hay duda de que mucho de lo que sufrimos es tiranía. Existe tiranía cuando las mismas autoridades que están llamadas a velar por el cumplimiento de las leyes, son las primeras en burlarlas.
Si los panameños queremos ser libres, debemos retirar el apoyo tácito que damos a las acciones perversas que emanan de los mismos gobiernos.
-El autor es empresario. jbennett@cwpanama.net