- 16/09/2016 02:03
Redes sociales: ¿interacción y adicción o privacidad y espectáculo?
A diario, niños, jóvenes y adultos suelen ser hipnotizados por la tecnología. La distracción de Internet y las redes supera lo que quizá no habían logrado el cine, la televisión y los medios convencionales.
La primera mirada, después de despertar, suele dirigirse hacia cualquier dispositivo; teléfono inteligente, tableta o la computadora. Como si de una adicción se tratase.
Las imágenes, combinadas con títulos o frases, estratégicamente estructuradas, atraen la atención de cualquier usuario en Internet. No importa si son escenas de sangre, muerte o sexo. El asunto es llamar la atención sobre lo publicado y despertar la curiosidad y el morbo.
Las redes, más que promover vínculos de amistad, propician el distanciamiento y la frivolidad. Para algunos comunicólogos no son redes sociales , solo espacios de interacción entre los actores de cada comunidad digital. El periodista español Pascual Serrano se pregunta si son elementos de socialización o, por el contrario, de aislamiento.
Hay familias que viven en el espacio físico, pero actúan en lo virtual. Hijos y padres se comunican más a distancia y mediante la tecnología , que cara a cara.
Aunque Internet ha permitido dar voz a quienes no la tenían, también ha motivado la anarquía y los excesos. En las redes sociales , cualquiera escribe lo que se le ocurra. Algunos mienten y empañan la reputación de las personas, sin que en muchos casos se apliquen las debidas sanciones.
Los usuarios exhiben sus asuntos, tal espectáculo y deciden renunciar a su privacidad. Cualquier desconocido entra a su vida. Es como dejar la puerta abierta de todo: la casa, la mente, las preferencias de consumo, ideas religiosas y políticas y los lugares que visita o frecuenta.
Hay quienes incluso permiten que una plataforma pueda localizar su ubicación e invadir su privacidad. Empresas de tecnología y telecomunicaciones habilitan y venden herramientas que permiten espiar a las personas; saber hacia dónde se movilizan y mirar lo que escriben y leen.
Hace poco empezó a estrenarse en Panamá la película Un juego sin reglas: Nerve. Se trata de una plataforma digital con una aplicación que invita a los usuarios a participar de un macabro y peligroso juego. Una vez el visitante acepta, debe estar dispuesto a cumplir los retos que le son enviados mediante textos a través de la cuenta del jugador. De ello depende su crecimiento en la red.
Cada reto superado le hace merecedor de una jugosa suma de dinero, según lo ofrecido. La plataforma tiene toda la información del jugador —identidad—, incluyendo sus cuentas bancarias. El juego establece reglas peligrosas, como acatar un código de silencio. Violarlo puede llevarle a la muerte.
La película muestra algunas realidades de las redes. Los chicos suelen participar por moda o para no ser excluidos. La vanidad, envidia y rivalidad forman parte de la conducta de los usuarios. Al final de la película una minoría de jóvenes reacciona y evita el asesinato de la chica que ingresó al juego presionada por su amiga.
En el mundo real, influenciado por el virtual, los padres desconocen lo que ocurre en Internet con sus hijos; ¿Qué hacen? ¿Qué influencia reciben? ¿Qué conducta aprenden? y ¿A qué peligros se exponen?
¿Qué responsabilidad le exigimos a estas poderosas y millonarias empresas camufladas de supuestas redes de socialización y amistad? ¿Por qué no existen leyes que las regulen, particularmente cuando la vida de las personas está en riesgo?
El caso publicado por Ricardo Roa, en el Clarín de Argentina (leer aquí: http://www.clarin.com/opinion/muerte-redes-sociales_0_1586841306.html), revela el asesinato de una niña de 12 años por un usuario de 26 que utilizaba una identidad falsa, como hacen muchos en estas redes. Durante la investigación, Facebook, el fascinante dios de muchos, no aportó información sobre el depredador cibernético ni cooperó con la Fiscalía.
Aunque la tecnología no tiene marcha atrás, evitar la adicción es el mejor camino. Proteger la privacidad es imperativo. Ya bastante vulnerada está desde que nos vemos obligados a navegar. Niños y jóvenes deben ser educados en torno a los peligros y las huellas que dejan en Internet.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.