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- 06/10/2018 02:00
Reflexiones patrióticas
La nación acumula en su memoria el sedimento aluvional de un devenir existencial. Somos la nación más vieja de Tierra Firme (Siglo XVI), desde Alaska a la Patagonia, y una república institucionalmente joven (1903).
Panamá en quinientos años desarrolla un activo proceso de interfecundación cultural. La nación panameña existe como una comunidad de intereses desde el siglo XVI, es la hija natural de un parto difícil, doloroso y traumático .
Panamá tiene una historia de vértigo, de fragua permanente. El suelo nacional es violado en distintas ocasiones, pero conservamos la virginidad emocional de una auténtica razón de ser que se fundamenta en nuestra dignidad.
Las afinidades culturales y espirituales nos dan un real sentido de pertenencia. El Arte, el Folclore y la Literatura son la fuerza permanente de la identidad raizal del panameño. La personalidad sumativa de múltiples herencias nos caracteriza, somos muchos panameños en uno, vivimos en armónica conjunción de actitudes y conductas casi siempre paradójicas.
Somos una individualidad colectiva , en nosotros existen varios pueblos al mismo tiempo; en el Istmo conviven distintas patrias en una identidad heterogénea, somos la síntesis de diferentes etnias.
La singularidad de Panamá es la pluralidad y mestizaje. Panamá es tierra de ambigüedades, de metáforas exóticas, somos hijos del conflicto y la contradicción .
Panamá concilia la diversidad en una acción de mutuo respeto y tolerancia. Somos una nación multicolor, multilingüe, pluricultural. Los panameños tenemos el alma de una rosa y músculos de acero. El aporte de lo divergente es lo sustancial de la nación de José Domingo Espinar y Buenaventura Correoso .
La nación panameña es un laberinto de raíces compartidas. Somos una esponja que recibe las aguas bautismales de todas las latitudes, aquí se licuan y destilamos una entidad compleja con personalidad propia; nuestra argamasa es cósmica por eso somos tan diferentes a cualquier otra nación; lo que crece en nuestro suelo tiene huellas muy sensitivas. Somos muchos rostros en uno, muchas voces en una, muchas almas en una. ¡Somos Panamá!
Nuestro periplo se inicia hace quinientos años antes de la existencia de Wall Street y la Nueva Granada. Distintas águilas imperiales nos someten, pero nuestra determinación por la libertad e independencia marcan el devenir histórico de la patria de Quibián, Urracá y Bayano.
Los panameños cuestionamos la presencia de todos los imperios; en la Historia Nacional nada hay de qué avergonzarnos, nada que excluir. La historia es el aprendizaje del infortunio, nunca hemos permitido que nos venza el dolor ni el odio. Panamá cicatriza las heridas con nuevas esperanzas y creatividad .
L903 es la coincidencia de los intereses de Francia por recuperar la inversión de la fracasada empresa, Colombia quiere hacer la venta del Istmo, Estados Unidos ambiciona el Canal y los panameños consolidar la nación políticamente. 1903 es la encrucijada entre los intereses de otros y un pueblo que lucha por su integridad .
El Acto Separatista de 1903 lo legitima la masa popular liberal dirigida por Domingo Díaz, Guillermo Andreve, Carlos A. Mendoza y Eusebio Morales en alianza con Esteban Huertas.
Panamá aspira a un nacionalismo ético, reflexivo y cuestionador del ente existencial. El compromiso colectivo es hacer nuestro futuro a través de un Acuerdo Nacional Histórico con Gobiernos fundacionales que desarrollen políticas institucionales de cara al pueblo; con decisiones gubernamentales solidarias con el bien común y que respeten el derecho a disentir.
El reto del Siglo XXI para los panameños es gobernar sin egoísmos y mezquindades partidistas y actuar con decoro e integridad .
Nota : Recomiendo Los rostros del tiempo y Memoria de mis memorias para ampliar la información correspondiente.
HISTORIADOR, ESCRITOR Y DOCENTE.