• 09/03/2010 01:00

Un salto al vacío

El escenario político del país no encuentra punto de apoyo. Los medios de información han comenzado a retomar su control en la generació...

El escenario político del país no encuentra punto de apoyo. Los medios de información han comenzado a retomar su control en la generación de opinión, sin que ello signifique que tengan una agenda más allá que la de reafirmar su espacio dirigente dentro de la población. El panameño ha perdido buena parte de sus mecanismos de comunicación social. Los efectos de los cambios a nivel mundial están influyendo de forma sorprendente en un país todavía joven con frágiles instituciones. Los grandes aparatos generadores de una nueva cultura consumista tienen atrapada a su población en un estado de insatisfacción, que no permite que el panameño se involucre colectivamente en la búsqueda de soluciones.

Por otro lado, su cuerpo dirigente —llámese, políticos, gremiales o benéficos o religiosos, que debieran jugar un papel orientador, conductor del pensamiento, e incluso de organizador de la sociedad— pierde de a poquito su capacidad de acceso a esa población. Por el contrario, son los medios los que llenan ese vacío. Son los medios los que imponen en muchas ocasiones esa agenda que alimentan a través de novedosos sistemas publicitarios.

El discurso de la actual clase política se ha convertido en un simple material de uso de los grandes medios de comunicación. La literatura política se disputa los espacios con la crónica roja o la publicidad consumista a los cuales debes agregar la retahíla de problemas que se reproducen en la vida cotidiana de los seres humanos.

Mientras tanto, la verdadera agenda, aquella que afecta a toda la población y de la cual depende el futuro de toda la Nación, no es ni siquiera considerada. Discutir la calidad de una mochila es más importante que abrir un debate sobre la crisis de la educación. Una imprudente declaración del Gobierno, sobre un tema internacional en el Medio Oriente, tiene más valor que conocer de la política exterior en su conjunto y de cómo nos abrimos paso en un mundo cada día más complejo. Una Reforma Fiscal solo es tratada con una visión egoísta y oportunista, abandonando la posibilidad de presionar sobre la revisión de la política económica y la injusticia en la distribución social. Así podríamos enumerar cientos de temas que son básicos para salir de un modelo agotado y de una forma de conducirnos que ya no responde al desafío de los tiempos.

El problema es que en el fondo hay una conducta de complicidad. El modelo tiene su propia dinámica para resistirse al cambio. El evadir la verdadera agenda y sustituirla por un discurso parcial e interesado, es parte del manejo de la situación. En ella participan todos los actores del problema, menos las bases de la población. En esa lucha de las cúpulas no se encuentra realmente reflejado el principal protagonista: El pueblo, aunque todos digan que hablan en su nombre y representación.

Pero los temas están allí sobre el escritorio de todos. Son los mismos. Se han acumulado a lo largo de los quinquenios. Muchos de los cuales no resisten otro período. Acostumbrados a la política de recámaras, no confían uno del otro para llegar a un verdadero compromiso abierto, de cara a la sociedad y asumir un nuevo pacto social para enfrentarlos. Creen erradamente que todo esto es un tema de alternativa de poder, como si nada hiciera crisis.

Como si la misión fuera liquidar al adversario y esperar el turno y volver a repetir —en solitario— las mismas improvisaciones sin visión, sin creatividad, sin imaginación, hasta que un día —un día de estos— todo estalle y tengamos que reconstruir, sobre las cenizas de lo que quede, un nuevo Panamá.

*Miembro del PRD.rvasquezch@cwpanama.net

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