• 07/07/2025 00:00

La visión para una mejor realidad

Después de haber presentado por dos semanas una muestra de lo que las grandes potencias mundiales gastan en armamento para la guerra, intercambié opiniones adicionales con varios amables lectores, tan preocupados como yo sobre lo que se puede hacer por la humanidad con tanto dinero. Una querida lectora me invitó a investigar los dineros que manejan las religiones y el destino de esos dineros, tomando encuesta que su supuesta misión es velar por el bienestar de los necesitados y los pobres. Esa tarea queda pendiente.

Pero del título de la última entrega: “Armas, pobreza y la otra realidad posible”, reenfocar hacia mejores objetivos el uso de esos dineros obtenidos de los recursos que le pertenecen a la humanidad, naturales e intelectuales, otra realidad sí es posible para un mejor desarrollo y crecimiento humano. De seguido rescato algunos párrafos publicados a lo largo de los años que nos pueden ayudar a salir de la estructura mental guerrerista que impera en el mundo.

En la mente de muchas personas, algunos pensadores con buena formación, se fortalece la idea de que la humanidad continuará su curso... y creen que por buen camino. Sostienen que existen cientos de puntos de referencia en el calendario que sugieren que avanzamos hacia el perfeccionamiento de la sociedad humana. Que hay suficientes eventos históricos (pestes, guerras, desastres naturales, etc.) que evidencian la sostenibilidad –in saecula saeculorum– de la especie humana.

Pero ese formidable potencial humano de superar las condiciones más adversas, en este tiempo que vivimos, parece estar puesto a prueba nuevamente. Las manecillas del crecimiento humano perecen moverse en dirección contraria, rehaciendo temas y objetivos humanos que creíamos superados; dándole espacios de poder a los corruptos para qué abusan de la bondad y el sacrificio de otros.

En múltiples ocasiones en este espacio he teorizado sobre las posibilidades a futuro y es preocupante (por donde lo miremos) el hecho de que no hayamos mejorado en ningún aspecto. La construcción de una sociedad que trascienda sus limitaciones socioculturales con el objetivo de garantizar un espacio digno para todos, hoy enfrenta dramáticamente un sentido de humanidad noble e inclusiva en contraposición aparte de la población que se encuentra sumida en creencias esotéricas y dogmas.

De vez en cuando me he referido al discurso en la Universidad de Filadelfia, del entonces presidente de la República Checa, escritor y político Václav Havel. Ese discurso fue el 1994, o sea, hace poco más de 30 años. Allí, Havel sostuvo que: “Lógicamente, sigue que, en el mundo multicultural de hoy, el camino seguro hacia la coexistencia, la coexistencia pacífica y la cooperación creativa, debe comenzar con (...) lo que existe en lo infinitamente profundo de los corazones y mentes humanas, más allá que la opinión política, convicciones, antipatías, o simpatías. [Esa coexistencia] debe estar enraizada en la trascendencia personal. Trascendencia como una mano estrechada hacia aquellas personas cerca de nosotros, a extranjeros, a la comunidad humana, a todos los seres vivientes, a la naturaleza, al universo”.

Si hace casi 30 años este planteamiento visionario se hubiera esparcido y puesto en práctica por gran parte de la población, talvez, no estaríamos viendo las penurias que el ser humano vive hoy en diversas regiones del mundo.

Igual que con el discurso de Havel, he rescatado en varias ocasiones las enseñanzas de Abraham Maslow, que, años después de la formulación de su “Pirámide de las Necesidades”, teorizó en un ensayo que: aquellas personas que alcanzaban la necesidad de autosuperación, algunas ocasiones experimentarían un estado humano superior al que llamó “transcendence” (trascendencia o trascender), “en donde el individuo no solo se percata de su enorme potencial superior, sino también el formidable potencial superior del conjunto humano”.

Para llegar a eso, de primer orden está la educación, plataforma esencial que debe impulsar el desarrollo de un país. Debemos pensar siempre que la sociedad que queremos construir debe incluir políticas educativas visionarias, que sean extensivas a todas las regiones poblacionales del país, que garanticen participación y equidad, que propicien el mejor clima posible para el desarrollo personal. Hay temas que, por más difíciles que sean, deben discutirse con respeto y en el marco del respeto de la humanidad de las personas, eso se llama tolerancia y asumido intrínsecamente, permitirá un desarrollo humano que nos prepare para superar sistemáticamente las actuales conductas decadentes.

Havel concluye que: “La trascendencia es la única verdadera alternativa a la extinción” y yo agregaría que se debe forjar con la participación de todos para dejarle a nuestros seres queridos un mejor entorno para convivir. Queda iniciar el peligroso camino hacia el futuro y queda diseñarlo con la visión que incluya a todos para trascender.

Poco podremos —transcender— en medio de este escenario de corrupción, matraqueo y rejuegos políticos, que en este pequeño país de 4.3 millones de habitantes se ha normalizado y que fue evidente el pasado 1 de julio en la instalación de la Asamblea Nacional. Para alcanzar ese nivel de “formidable potencial superior...” a qué se refiere Maslow, nos hace falta mucho para corregir y encontrar soluciones a los retos que se nos han presentado en las últimas décadas. Otra realidad es posible, hay que querer comenzar con una nueva visión y otra cultura.

*El autor es comunicador social
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